La importancia de los derechos de las mujeres del medio rural a la tierra

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La importancia de los derechos de las mujeres del medio rural a la tierra

Una onversación con Steven Jonckheere

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
©FIDA/Francesco Cabras

Las mujeres representan casi la mitad de la mano de obra agrícola en el mundo y, a pesar de ello, poseen menos del 15 % de las tierras de cultivo, lo cual tiene importantes consecuencias para la estabilidad de sus ingresos, la seguridad alimentaria, sus demás derechos en el seno de sus comunidades, y repercute incluso en su capacidad para adaptarse al cambio climático.

En el Día Internacional de la Mujer, charlamos con Steven Jonckheere, Especialista Técnico Superior del FIDA en Género e Inclusión Social, sobre la importancia de los derechos de las mujeres a la tierra y la labor del FIDA al respecto.

¿Por qué los derechos de las mujeres a la tierra son tan importantes?

Poseer tierras y tener control sobre ellas brinda a las mujeres la posibilidad de mejorar sus medios de vida. Estamos hablando de algo más que el simple derecho de acceso a la tierra. Implica poder comprarla o venderla, elegir cómo cultivar y ocuparse de los cultivos y obtener financiación para emprender negocios, todo ello en las mismas condiciones que los hombres.

El empoderamiento económico de las mujeres mejora su estatus en las comunidades y los hogares. Garantizar el derecho de las mujeres a la tierra es un gran paso hacia la verdadera igualdad de género y es fundamental para la adaptación al cambio climático.

¿Puedes profundizar un poco en el tema? ¿Cuál es el punto de conexión con el cambio climático?

Con el avance del cambio climático, las mujeres del medio rural son las que más afectadas se han visto por los desastres naturales, los desplazamientos, los regímenes de precipitaciones imprevisibles, la menor producción de alimentos y el aumento del hambre y la pobreza. Habida cuenta de la limitación de sus derechos de acceso y propiedad respecto de la tierra, muchas de ellas no disponen de los recursos necesarios para recuperarse de lo ya acontecido y prepararse para los inevitables cambios venideros.

Si las mujeres de las zonas rurales fueran propietarias de sus tierras, no cabría duda de que estarían más dispuestas a invertir en ellas de cara al futuro, velar por la preservación de la biodiversidad y los recursos naturales y adoptar prácticas agrícolas resilientes al clima.

Empoderar a las mujeres resulta crucial para aumentar tanto su resiliencia como la de sus familias. Reforzar el derecho de las mujeres a la tierra reviste suma importancia a este respecto.

Entonces, ¿cómo podemos fortalecer el derecho de las mujeres a la tierra?

En el FIDA, impulsamos reformas políticas que mejoran el acceso de las mujeres a la tierra y velamos por que participen en la gestión de los recursos para que sus puntos de vista se tengan en cuenta.

Por otro lado, no les sorprenderá saber que, aunque 164 países reconocen el derecho de las mujeres a poseer y utilizar la tierra y tomar decisiones al respecto en igualdad de condiciones con los hombres, la realidad es mucho más compleja. Debido a normas consuetudinarias discriminatorias, solo 52 países ofrecen plenas garantías de este derecho en la práctica.

Las reformas políticas y jurídicas funcionan (si se aplican). Una gran parte de la labor del FIDA consiste en asegurarse de que el personal responsable esté informado y brinde apoyo, y que tanto las mujeres como los hombres conozcan las leyes y puedan actuar en consecuencia. En Burundi, por ejemplo, financiamos una iniciativa para establecer centros especializados en leyes y normas consuetudinarias sobre la tierra a los que pudieran recurrir las mujeres para recibir asistencia jurídica.

Asimismo, encontramos medios de documentar los derechos de las mujeres sobre la tierra. Uno de nuestros proyectos en Bangladesh ayuda a las familias a conseguir títulos de propiedad de las tierras, asegurándose de que la titularidad es compartida entre marido y mujer. De hecho, el nombre de la mujer aparece en primer lugar en el documento, de modo que, si enviuda o la relación se rompe, la tierra sigue estando a su nombre.

Se necesita un cambio cultural duradero para que las sociedades acepten y apoyen los derechos de las mujeres a las tierras, lo cual implica concienciar, realizar actividades de comunicación y sensibilizar sobre las cuestiones de género en los hogares y las comunidades y entre el personal responsable.

 

El FIDA lleva más de 40 años contribuyendo a los derechos de las mujeres sobre la tierra. ¿Qué hemos aprendido acerca de los aspectos que dan buenos resultados?

Sabemos que deben introducirse mecanismos para velar por la aplicación en las reformas jurídicas, así como cambios en las prácticas consuetudinarias. También hemos aprendido que ampararse en principios generales de no discriminación no es suficiente: para lograr un cambio transformador tenemos que apoyar el derecho de propiedad de las mujeres sobre la tierra de manera proactiva, como hacemos en Bangladesh.

Los derechos sobre la tierra son solo parte de un conjunto de medidas que favorecen el empoderamiento económico y social de las mujeres. Además de la seguridad de la tenencia de la tierra, precisamos de políticas, servicios e inversiones en favor de las personas pobres que reduzcan la vulnerabilidad de las mujeres y les permitan aprovechar al máximo su derecho de acceso a la tierra. Asimismo, hemos de garantizar que cuenten con una representación justa en los órganos de gobierno y las instancias decisorias, y que su opinión se tenga en cuenta en el hogar y en sus comunidades.

Para ello, debemos implicar a las comunidades, en especial a los hombres y los ancianos, en nuestros esfuerzos para que los cambios por los que luchamos sean sostenibles. Esta es la razón por la que la educación y la comunicación eficaz son cruciales.

 

¿Cuáles son los próximos pasos que dará el FIDA en la esfera de los derechos de las mujeres sobre la tierra?

Estamos colaborando con la Organización del Sistema del CGIAR para poner en práctica nuevos enfoques, elaborar conjuntos de herramientas basadas en nuestras experiencias y aplicar las enseñanzas extraídas de nuestros proyectos. Hemos preparado cursos de capacitación en línea con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre la seguridad de la tenencia de la tierra. Estamos aplicando metodologías basadas en los hogares para ayudarlos a debatir sobre la influencia que cada miembro tiene en el futuro de la familia, en concreto en lo que respecta al cambio climático. Hemos constatado que todo lo anterior resulta muy eficaz a la hora de propiciar la transformación de género en los hogares y las comunidades.

En última instancia, las mujeres de las zonas rurales deben gozar de plena participación en sus sociedades. Esto es ahora más importante que nunca: el cambio climático es un hecho y los habitantes del medio rural de los países en desarrollo son en quienes más repercutirá. Garantizar el derecho de las mujeres a la tierra es el primer paso para que las sociedades rurales no solo se adapten, sino que prosperen.