La recuperación de los manglares está salvando a las comunidades rurales de Gambia

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La recuperación de los manglares está salvando a las comunidades rurales de Gambia

Tiempo estimado de lectura: 3 minutos

© IFAD/Barbara Gravelli

Las enredadas raíces de los manglares pueden distinguirse fácilmente desde lejos. Sus árboles y matorrales crecen junto a aguas saladas o salobres con sedimentos acumulados en el lodo. Los manglares son uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del mundo y contribuyen significativamente al equilibrio ecológico y los medios de vida de las comunidades. Sin embargo, en muchas zonas de África Occidental, estos humedales con una abundante vida silvestre se ven amenazados por los efectos del cambio climático y la insostenible tala de árboles.

En la periferia de Bondali-Tenda, una pequeña aldea de Gambia situada cerca de la frontera con la región senegalesa de Casamance, hay un manglar a lo largo del Bintang Bolong, el mayor afluente del río Gambia. Un total de 15 familias locales obtienen de ahí alimentos e ingresos gracias a la pesca.

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Durante muchos años, la vegetación de los manglares ha estado sumamente degradada, al punto de dejar enormes zonas deforestadas, sin sombra y con una escasa vida subacuática. A medida que los manglares locales desaparecían, el aire se volvía más seco y los pescadores luchaban por ganarse la vida y mantener a sus familias.

Desde 2017 esta situación ha cambiado. Con el apoyo del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP) del FIDA, el proyecto NEMA-CHOSSO ha servido para recuperar más de tres hectáreas de manglares en Bondali-Tenda. Se han plantado nuevos árboles en las zonas degradadas a lo largo del río y se ha procedido al mantenimiento de los barrizales, que proporcionan un hábitat a las aves acuáticas residentes y migratorias.

Ebrima Fatty, líder de la comunidad local, recuerda que "antes de la intervención del programa había un gran espacio vacío en esas aguas." "Ahora, el paisaje está volviendo a ser verde, y se pueden ver peces más grandes e incluso cocodrilos."

La ironía del clima

Los manglares son especialmente vulnerables al cambio climático. A medida que cambian los patrones de temperatura y precipitaciones, la ampliación de las zonas de mareas afecta a los manglares de Gambia y los países vecinos. El mayor volumen de las mareas, junto con la mayor salinidad del suelo, han afectado negativamente a las zonas pantanosas de la región.

No obstante, resulta irónico que los propios manglares sean poderosos recursos para luchar contra el cambio climático, ya que pueden almacenar una gran cantidad de dióxido de carbono, en mayor proporción que cualquier otro bosque. En consecuencia, su destrucción podría liberar grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que resultaría catastrófico.

Otros beneficios

Los manglares contribuyen sobremanera a proteger a las comunidades frente a las perturbaciones meteorológicas y otras adversidades relacionadas con el clima. Su vegetación retiene los sedimentos y filtra el agua de escorrentía, lo que evita la erosión de los suelos y la sedimentación. Sus raíces también actúan como barreras eficaces durante las tormentas, al proteger a las comunidades costeras de las inundaciones.

© IFAD/Barbara Gravelli

Estos ecosistemas dinámicos y versátiles también aumentan la sostenibilidad de las condiciones ambientales y socioeconómicas porque:

  • contribuyen a que el microclima sea más frío en zonas de temperaturas frecuentemente altas;
  • constituyen un hábitat para los peces, las ostras, los cangrejos de ciénagas y las almejas, de manera que aumentan las fuentes de alimentación, los ingresos de los pescadores y la biodiversidad;
  • actúan como criaderos de peces al permitir la reproducción y sostenibilidad de la vida acuática, y
  • proporcionan madera para las prácticas de las pequeñas comunidades, como el proceso de curado del pescado.

Bondali-Tenda es solo un ejemplo de la labor de rehabilitación de los manglares que se lleva a cabo en Gambia con el apoyo del FIDA. El proyecto NEMA-CHOSSO ha servido para recuperar 1 400 hectáreas en todo el país, lo que ha beneficiado a unas 160 000 personas. También se prevé la recuperación de 630 hectáreas más para finales de año, lo que favorece al menos a 40 000 personas.