Las comunidades utilizan mapas SIG para conservar los bosques y adaptarse al cambio climático

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Las comunidades utilizan mapas SIG para conservar los bosques y adaptarse al cambio climático

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos

En la cuenca hidrográfica del río Katti, al oeste de Nepal, los bosques son uno de los pilares que sustentan los medios de vida. De ellos se obtiene el forraje para el ganado, el combustible para cocinar y la madera para construir casas, además de otros tantos productos como miel, frutas y plantas medicinales.

Los bosques de pino y latifoliados de la región también ofrecen otros beneficios, aunque menos perceptibles. Captan carbono, lo retienen en el suelo para prevenir desprendimientos de tierras en laderas de pendiente pronunciada, reducen los efectos de las inundaciones, mantienen la biodiversidad y los recursos genéticos, y conservan el agua que las comunidades usan para consumo propio y con fines de riego.

Hace tiempo que los desastres naturales ya venían afectando a la región, pero la degradación ambiental y el cambio climático están agravando la situación. Como pone de manifiesto el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos el sobre Cambio Climático (IPCC), el cambio climático está incrementando las temperaturas y las intensas precipitaciones, está provocando inundaciones repentinas, sequías prolongadas e incendios forestales incontrolados.

La salud de los bosques es esencial para mitigar estos efectos. En vista de la situación, el Proyecto de Adaptación Orientada a los Pequeños Agricultores en las Zonas Montañosas (ASHA), financiado por el FIDA, elaboró y aplicó planes locales de adaptación -en los que se exponía cómo adaptar la agricultura y los medios de vida rurales al cambio climático, así como proteger los recursos naturales.

Con todo, tomar las decisiones correctas en la gestión de los recursos naturales no siempre resulta fácil. Cada ecosistema tiene que considerarse como un todo, especialmente en el caso de las cuencas hidrográficas, extensiones de tierra conectadas por una red de cursos fluviales que desembocan en una misma masa de agua. Cuando la zona de captación del agua pluvial cuenta con vegetación suficiente y los suelos están sanos, los cursos discurren de manera más gradual, lo cual reduce el riesgo de inundaciones río abajo y garantiza el suministro regular de agua limpia durante todo el año.

Para obtener una vista aérea, los expertos del proyecto ASHA recopilaron datos de diversas fuentes (como registros socioeconómicos e imágenes por teledetección) y crearon mapas de la cuenca hidrográfica del río Katti y de otras zonas. Esos mapas permitieron conocer los problemas que afrontaba la cuenca hidrográfica y también aportaron soluciones.

 

Un vistazo a los mapas que ayudan a las comunidades de la cuenca hidrográfica del río Katti

Los mapas del sistema de información geográfica, como los que aparecen abajo, ayudan a los expertos del proyecto ASHA y a las comunidades a evaluar la situación actual de varios tipos de terrenos y recursos, y a planificar la mitigación de riesgos y el uso sostenible de los recursos de cara al futuro.

 

 
 
 
 

En este primer mapa, se distinguen los diferentes usos de la tierra en la cuenca hidrográfica del río Katti y en sus proximidades para determinar las zonas propensas a desprendimientos de tierras. En el segundo mapase pueden ver las zonas en rojo indican alto riesgo de desprendimiento de tierras, lo cual puede provocar graves daños a los cultivos y la infraestructura. Y en el tercer mapa, se marcan las zonas de alto riesgo de inundación.

Algunos de los mapas, por ejemplo, comparaban los usos de la tierra en 1996, 2006 y 2016, para silvicultura, agricultura u otras prácticas, y mostraban las zonas que más cambios habían experimentado a lo largo del tiempo a causa del factor humano.

Otros mapas demarcaban zonas afectadas por la deforestación, la erosión de los suelos, las sequías y las inundaciones. También cartografiaban ríos y manantiales que habría que proteger o que podrían utilizarse de manera sostenible para riego, así como las zonas habitadas y los medios de vida de sus poblaciones.

En conjunto, los mapas aportaron nuevas vías para conocer la cuenca hidrográfica del río Katti y saber cómo gestionarla. Por ejemplo, revelaron que la superficie de tierra cubierta de bosque había aumentado en los últimos 20 años desde 1996, sobre todo en las zonas gestionadas por las comunidades, lo cual destaca la importancia de que las poblaciones locales asuman el liderazgo.

Por otro lado, 580 hectáreas se habían visto afectadas por la deforestación y el riesgo de desprendimiento de tierras afectaba a 137 hectáreas. Las entrevistas con los miembros de las comunidades, las visitas a los bosques y otros datos desvelaron las principales causas, como la tala ilegal, la dependencia de la leña para combustible y la menor disponibilidad de tierras de cultivo, lo cual había llevado a que las comunidades ocuparan los espacios forestales o extrajeran más recursos de lo que era sostenible.

Con estos datos, el personal del proyecto ASHA se embarcó en la siguiente fase de los planes locales de adaptación: ayudar a las comunidades a comprender mejor los efectos del cambio climático en sus vidas, determinar los peligros a los que se enfrentan y establecer prioridades.

En consulta con el personal del proyecto, los miembros de las comunidades elaboraron por cuenta propia 200 planes locales de adaptación, que abarcaban 21 subcuencas en siete distritos. Más de 5 000 grupos comunitarios se reunieron para aplicar los planes, con el apoyo del equipo de expertos del proyecto y la financiación del FIDA y los presupuestos municipales. Los planes contemplaban la adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes, como la permacultura; la construcción de infraestructura comunitaria para aumentar la disponibilidad de agua y reducir la erosión del suelo; la promoción del uso sostenible de los bosques y la reforestación, y el empleo de tecnologías respetuosas con el medioambiente como las cocinas de bajo consumo.

Los miembros de las comunidades se reúnen para diseñar medidas de control de los desprendimientos de tierras en las zonas de alto riesgo.

Para finales de 2021, la gestión de más 21 000 hectáreas de tierras se basaba en prácticas resilientes al clima. Los rendimientos agrícolas habían aumentado entre un 15 % y un 30 %, la salud del ganado había mejorado y habían empezado practicarse actividades nuevas como la apicultura, lo cual representaba una fuente de ingresos innovadora y un nuevo medio para revitalizar los bosques de la región. En conjunto, estos cambios incrementaron la capacidad de los hogares para hacer frente a las perturbaciones climáticas y redujeron la necesidad de sobrexplotar los recursos forestales.

“Los habitantes del medio rural y las comunidades indígenas son los mejores guardianes de los bosques, las tierras y los recursos hídricos de los que dependemos”, dice Megh Nath Ale, permacultor principal del proyecto ASHA. “Ser capaces de evaluar los efectos del cambio climático y la degradación ambiental a nivel local, colaborar en la planificación participativa de las actividades de adaptación y acceder a las herramientas, los conocimientos y los recursos adecuados nos permite gestionar los recursos naturales y hacer frente al cambio climático”.

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Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Nepal.