Las ineludibles razones para actuar de inmediato ante el cambio climático

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Las ineludibles razones para actuar de inmediato ante el cambio climático

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
©FIDA/Marco Salustro

©FIDA/Marco Salustro

El viernes pasado se celebró la huelga mundial por el clima. Me he estado preguntando cómo hemos llegado a este punto.

Tenía 17 años cuando, en la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río, la comunidad mundial reconoció que el cambio climático era una amenaza importante para el planeta y la humanidad. Diez años más tarde comencé a trabajar para las Naciones Unidas y desde entonces he estado trabajando en el ámbito del cambio climático. Si me hubieran preguntado en aquel momento, en 1992 o en 2002, en qué situación nos encontraríamos en 2019, ni siquiera en mis peores predicciones hubiera podido anticipar lo que está ocurriendo.

En nuestra línea de trabajo, nos encantan los indicadores objetivos. Afortunadamente, el cambio climático tiene uno que es claro y conciso: la cantidad de CO2 en la atmósfera. Los datos hablan por sí solos. Antes de la industrialización, los niveles de CO2 atmosférico se mantenían estables en aproximadamente 280 PPM (partes por millón). Para evitar que el planeta se caliente más de 2 °C (algo ya de por sí bastante peligroso), los niveles atmosféricos deben estabilizarse por debajo de las 450 PPM. El consenso es que para mantener al planeta “seguro” (por debajo de un calentamiento de 1 °C) esta cifra debería ser inferior a las 350 PPM. Las cifras son indiscutibles: son el resultado de una investigación científica masiva y continua que ha recopilado y publicado el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).

 

Entonces, ¿en qué situación nos encontramos? Hoy por hoy, estamos en 410-415 PPM, y la cifra aumenta aproximadamente en 2-2,5 PPM por año. La tendencia sigue aumentando y, al ritmo actual, alcanzaremos el límite de las 450 en 2030. Para entonces, habremos fracasado en mantener al planeta por debajo del incremento de los 2 °C, y probablemente estemos avanzando hacia un incremento mínimo de 4 °C, lo que en cualquier escenario se contempla como algo catastrófico. Aunque todas las promesas hechas en el marco del Acuerdo de París lleguen a materializarse, esto solo nos encamina hacia un planeta entre 3 °C y 3,5 °C más cálido; en otras palabras, una situación no lo suficientemente favorable.

Estas cifras reflejan la cruda realidad. Las consecuencias humanas y ecológicas son, desafortunadamente, visibles para todos nosotros. Hace 20 o 30 años trabajábamos sobre la base de modelos: todas esas predicciones se están haciendo realidad a un ritmo aún más rápido del previsto. Las temperaturas mundiales ya han aumentado en más de 1 °C. Los cinco años más calurosos de la historia son, por orden, 2016, 2015, 2017, 2018 y 2014, y es probable que, en 2019, se superen todos los récords. El derretimiento de los glaciares está ocurriendo mucho más rápido de lo esperado, y el aumento del nivel del mar ya ha alcanzado los 15-20 cm. El calentamiento y la acidificación de los océanos se están produciendo a niveles alarmantes. La gente está sufriendo las consecuencias, y la relación entre el cambio climático, el hambre, los conflictos armados y la migración es cada vez más difícil de ignorar. No hay duda de que el cambio climático está ocurriendo y se agravará.

Es en este contexto en el que la generación de los más jóvenes exige que se tomen medidas, algo que la joven Greta Thunberg ha expresado sin rodeos. Esta generación nace en un mundo que sabe que, durante su vida, no será acogedor para la mayoría de la humanidad. Y han visto cómo los demás nos reunimos, discutimos, creamos planes de acción, proponemos plazos, hacemos promesas, establecemos objetivos, y fracasamos constantemente en la adopción de medidas decisivas. Mientras tanto, el único indicador que importa continúa en ascenso. Por lo tanto, no es sorprendente, y es algo que se ve con agrado, que los niños y los adultos jóvenes tomen las riendas del asunto por su cuenta. La huelga mundial por el clima es un soplo de aire fresco alentador para el movimiento climático. Debemos apoyar y, sobre todo, reconocer que las demandas de las generaciones futuras son plenamente legítimas y están justificadas porque hasta la fecha, a pesar de nuestros esfuerzos, no hemos hecho lo suficiente.

Los argumentos morales para actuar ante el cambio climático son incuestionables. La buena noticia es que la crisis climática se puede abordar desde el punto de vista técnico y económico. Existen innumerables estudios, el más famoso de los cuales es el Informe Stern de 2006, que presentan un fundamento económico inequívoco para que se actúe de forma inmediata. La noticia no tan buena es que la voluntad política mundial de actuar no ha sido suficiente para que se desencadene la respuesta necesaria. Se trata de una responsabilidad colectiva. La crisis climática sigue sin ser una prioridad en el discurso político actual, y hasta que eso ocurra, nuestros medios de subsistencia estarán en peligro. Así que, de todas maneras, debemos seguir haciendo esfuerzos individuales (volar menos, comer menos carne, usar el transporte público, consumir menos productos desechables, apagar las luces, reciclar, etc.) pero también debemos reconocer que las acciones voluntarias individuales no son suficientes. Para hacer frente a esta crisis, las reglas del juego tienen que cambiar, y tenemos que exigir y hacer que nuestros líderes rindan cuentas por ese cambio. Si reconocemos que la crisis climática es un problema urgente e inmediato que requiere de una respuesta política mundial, y actuamos en consecuencia, lograremos obtener la respuesta que buscamos

Pero ya he hablado suficiente. Greta explica esto mucho mejor que yo. Así que, una vez más, los invito a participar en la huelga por el clima invirtiendo 10 minutos de su tiempo en ver un vídeo en el que aparece Greta. No se arrepentirán.