Las personas de las zonas rurales del Sudán dejan atrás los conflictos relacionados con el agua

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Las personas de las zonas rurales del Sudán dejan atrás los conflictos relacionados con el agua

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La gestión equitativa de los recursos es clave para la adaptación al cambio climático. @FIDA/Imam Ibrahim Albumey

A medida que la crisis climática se profundiza, se dice que las guerras del futuro girarán en torno a uno de los derechos humanos más fundamentales: el agua. En muchas partes del Sudán, estas guerras ya han comenzado.

El Sudán se ubica en la región semiárida del Sahel. Se trata de extensas zonas fronterizas del desierto del Sahara que por mucho tiempo han estado habitadas por pastores nómadas y su ganado. Con alrededor de 140 millones de cabezas de ganado, el sector ganadero de Sudán es uno de los más importantes de África.

Pero las reiteradas sequías están transformando al Sahel en polvo y reduciendo la cantidad de agua y de tierra cultivable disponibles para la ganadería y la agricultura.

Cuando los recursos escasean, la probabilidad de que surjan conflictos aumenta.

“En épocas recientes hemos experimentado disputas en las que muchas personas terminaron peleando entre sí. Muchos murieron”, dice Hassan Yaseen Al-Hassan, alcalde de Umm Ruwaba, una ciudad de la zona central del Sudán.

Nos cuenta que las peleas surgieron cuando pastores ingresaron en tierras agrícolas privadas, cuando los agricultores cuyas tierras habían quedado estériles comenzaron a cultivar en los senderos tradicionales utilizados por los animales, y cuando se impidió a las personas acceder al agua.

En algunos casos, la expansión de las tierras cultivables fue impulsada por la mecanización agrícola. En otros, los agricultores comenzaron a cultivar superficies cada vez más grandes para compensar la escasa productividad de la tierra.

Nadie salió ganando en este conflicto. Todos fueron víctimas de un enemigo mayor: el cambio climático.

El camino hacia la paz

Una mujer de una comunidad de pastores teje una alfombra tradicional. © FIDA/Imam Ibrahim Albumey

Ahora, los pobladores de Umm Ruwaba han encontrado una forma de avanzar hacia la paz y la gestión equitativa de los recursos. Funcionarios del Programa de Fomento de la Capacidad de Resistencia y Comercialización de la Producción Ganadera (LMRP), patrocinado por el FIDA, han ayudado a las comunidades a definir rutas por donde transitan los animales y a establecer centros sociales donde comisiones de resolución de conflictos las ayudan a resolver sus desacuerdos de forma pacífica y a determinar cómo compartir los recursos.

“El papel del centro en la mitigación de estos conflictos fue clave”, dice Dalia Mohamed Ismail, una funcionaria con formación específica en la resolución de conflictos en uno de los centros. Dalia organiza talleres, foros y sesiones de capacitación para ayudar a los agricultores y los pastores a llegar a acuerdos. Gracias a su duro trabajo, al de sus colegas y al de un grupo clave de líderes locales, en cinco años se han resuelto de forma amigable 35 disputas.

Sin embargo, la mediación no es suficiente para resolver el problema subyacente de la escasez de agua. Gracias a la iniciativa LMRP, se han definido nuevos abrevaderos y se han establecido embalses más cercanos a las rutas que siguen los animales, lo que facilita el acceso de los pastores al agua que necesitan.

Trabajar juntos

Animales toman agua en un abrevadero construido gracias al LMRP en Kordofan del Norte. © FIDA/Imam Ibrahim Albumey

Las sequías también afectan la región de Butana, en el Sudán oriental. En años recientes, las lluvias se han tornado aún más imprevisibles. El acceso de las comunidades agrícolas y pastorales a las zonas de regadío o a recursos de agua permanentes es limitado.

Mientras tanto, los recursos naturales de la zona se encuentran cada vez más amenazados por intereses externos, como las explotaciones comerciales de gran escala y quienes se dedican a la minería aurífera artesanal. Para las personas de la localidad, ejercer su derecho a gestionar sus recursos naturales representa un problema, en particular en lo referido al uso compartido de la tierra o la regulación del acceso al agua.

En este caso, el Proyecto de Desarrollo Rural Integrado de Butana (BIRDP), también patrocinado por el FIDA, permitió establecer un marco a través del cual las personas de la localidad pueden gestionar sus recursos naturales definiendo sus prioridades y limitaciones mediante un diálogo con las dependencias del gobierno. Gracias a este marco, las comunidades locales han establecido redes de aldeas para gestionar los recursos de forma equitativa y proteger los paisajes. Esto les ha permitido resolver los conflictos internos sobre los recursos y trabajar juntos para evitar la explotación de sus tierras a manos de personas ajenas a la comunidad.

En otros lugares de África, los análisis del FIDA demuestran que cuando aumentan las oportunidades económicas y la productividad de la tierra, más personas logran acceder a los recursos, lo que evita o reduce los conflictos rurales.

En esta época de cambio climático, la prosperidad rural y la gestión sostenible de los recursos puede ser una fórmula eficaz para promover la paz en todo el mundo.

Lea una nota técnica del FIDA sobre cómo los participantes del BIRDP se unieron para proteger sus tierras y la biodiversidad aplicando estrategias de gestión de los recursos naturales.