Las poblaciones rurales de Etiopía, al mando del desarrollo

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Las poblaciones rurales de Etiopía, al mando del desarrollo

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En las zonas rurales de Etiopía es difícil acceder a servicios básicos como el agua. © FIDA/FAO/WFP/Michael Tewelde

 

FDurante casi toda su vida, Hawa Uso vivió en una pequeña cabaña con techo de paja. Su familia tenía una sola vaca y dos cabras, que generaban menos de 10 000 birr etíopes (USD 185) al año, con lo que apenas podían cubrir las necesidades básicas de sus cuatro miembros.

La vida no es fácil en Torbayyo, una aldea rural situada en la región etíope de Oromia. Aquí, el agua escasea y es difícil acceder a servicios esenciales, como las escuelas. Las familias rurales dependen de la  ganadería y la agricultura en pequeña escala para su subsistencia.

Hawa sabía que su familia seguiría teniendo problemas a menos que ella empezara a ganar más dinero y pudiera brindar a sus hijos la oportunidad de asistir a la escuela.

A día de hoy, la situación es muy diferente.  Ahora su familia tiene tres bueyes, una vaca y un ternero, ocho cabras y tres gallinas. En lugar de en una cabaña con techo de paja, viven en una casa con techos de chapa. Ha mejorado su alimentación, y ahora sus hijos van a la escuela.

Este cambio notable se ha producido a través de un concepto muy simple, pero de importante repercusión: el desarrollo impulsado por la comunidad.

Un desarrollo impulsado por la comunidad

Cuando el desarrollo está impulsado por la comunidad, las poblaciones locales se encargan de determinar qué necesitan para prosperar, así como de decidir el uso que se da a la financiación para el desarrollo.

Las comunidades están capacitadas para dejar claras sus prioridades y gestionar los recursos con el objetivo de mejorar el acceso a los servicios básicos. Este proceso garantiza que se escuche a las personas que, habitualmente, quedan excluidas. Esto entraña que las necesidades de las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad queden reflejadas en el desarrollo.

Además, el desarrollo impulsado por la comunidad es eficaz en función de los costos. Al depender de la mano de obra y los materiales locales, permite reducir en un 25 % los costos de construcción.

Cómo funciona el desarrollo impulsado por la comunidad

El Proyecto de Desarrollo de las Comunidades de Pastores es uno de los mayores proyectos puestos en marcha en Etiopía, y se ejecuta en cuatro regiones. © FIDA/FAO/WFP/Michael Tewelde

 

A través del desarrollo impulsado por la comunidad, se ofrece a las comunidades un "menú" estándar de bienes básicos públicos entre los que elegir y, posteriormente, se trabaja en estrecha colaboración con las oficinas de distrito (woreda) para gestionar los servicios seleccionados por la comunidad.

Un grupo de equipos móviles conformados por expertos supervisa, capacita y ayuda a los funcionarios woreda. Este enfoque de carácter integrado y comunitario ha permitido ampliar la escala del desarrollo impulsado por la comunidad y acercar así los servicios a las personas que los necesitan. Por primera vez, el desarrollo impulsado por la comunidad se está extendiendo por toda Etiopía a través del Proyecto de Desarrollo de las Comunidades de Pastores (Proyecto para Fomentar la Resiliencia de los Medios de Vida en Zonas de Tierras Bajas).

“Es nuestro proyecto”

Cientos de miles de hogares etíopes se han beneficiado del desarrollo impulsado por la comunidad. © FIDA/FAO/WFP/Michael Tewelde

 

A través de este tipo de desarrollo, el Proyecto para Fomentar la Resiliencia de los Medios de Vida en Zonas de Tierras Bajas brinda apoyo a 500 000 hogares de Etiopía, como el de Hawa. Cuando la comunidad de Hawa tuvo que describir los problemas que afrontaba, ella vio una oportunidad para el cambio. 

Gracias al proyecto, aprendió a dar prioridad a determinados problemas y a escoger las soluciones en función de la necesidad y los recursos disponibles. Por ejemplo, con los fondos procedentes del proyecto, Hawa y sus vecinos crearon un grupo de engorde de ganado.

El negocio cosechó buenos resultados y, en un plazo de seis meses, cada miembro había ganado 25 000 birr (USD 467). Hawa invirtió ese dinero en crear su propia empresa de engorde de ganado y en comprar bueyes para arar sus tierras, lo que a su vez aumentó la producción agrícola y triplicó los ingresos anuales de su familia.

La comunidad de Hawa también convino en la necesidad urgente de contar con una escuela local. En colaboración con el personal del proyecto y los funcionarios woreda, supervisaron la construcción del centro escolar y lo dotaron de sistemas de energía solar y abastecimiento de agua.

A día de hoy, los hijos de Hawa acuden a la escuela y ella está planteándose otras prioridades de desarrollo, como contar con fuentes de agua fiables y con carreteras que les permitan estar mejor conectados. Hawa se siente realmente responsable de todo lo conseguido por su comunidad.

Hawa Uso y su hija de dos años en la aldea rural de Torbayyo.
© Worku Gadisa

“Antes nos enterábamos de las iniciativas de desarrollo desplegadas en nuestra zona cuando empezaban las obras, o incluso cuando ya habían finalizado, por lo que no éramos del todo conscientes de su importancia. Por eso, no mostrábamos mucho interés por esos proyectos”, cuenta Hawa. “En este proyecto, en cambio, participamos a la hora de determinar los beneficios que iba a acarrear. Nos involucramos en todas las actividades y hasta compartimos parte de los gastos. Es nuestro proyecto: lo cuidamos, lo protegemos y le sacamos el máximo partido”.