Las verdades que oculta el agua subterránea

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Las verdades que oculta el agua subterránea

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
Darío Guimarães Neto

Debajo de nuestros pies hay un tesoro escondido.

Podría estar a cientos de metros de profundidad. O podría estar tan cerca de nosotros que burbujea en la superficie.

Ese tesoro oculto es el agua subterránea, los vastos reservorios de agua dulce que encontramos debajo de la superficie. Además de sostener los ecosistemas, este recurso permite a miles de millones de personas alimentarse, beber y ganarse la vida.

A medida que el calentamiento global modifica los patrones climáticos, esta fuente confiable de agua se vuelve cada vez más importante para la seguridad alimentaria y los medios de vida.

En este Día Mundial del Agua, hablemos sobre cómo lograr ver lo invisible.

¿Qué es el agua subterránea, y por qué es importante para la agricultura?

El agua subterránea se encuentra en los acuíferos: capas de roca y arena que la albergan cual si fueran esponjas y reservorios. Es la fuente que alimenta a numerosos manantiales, arroyos, lagos, oasis y humedales.

Aunque no siempre, a menudo se trata de agua dulce. De hecho, alrededor del 30 % del total mundial de agua dulce, incluido el 99 % que existe en forma líquida, está bajo tierra.

El agua subterránea puede ser muy accesible. En principio, cualquier persona que viva sobre un acuífero puede extraerla cuando lo necesita. Aunque es difícil precisar cuánto se utiliza, se calcula que en 2017 se extrajeron unos 960 kilómetros cúbicos en todo el mundo.

De ese total, alrededor del 70 % se destina al riego. En particular en las zonas áridas y semiáridas, muchos pequeños agricultores dependen del agua subterránea para regar sus cultivos a lo largo del año o para complementar otras fuentes de agua. Muchos la utilizan para su ganado, para elaborar productos agrícolas y para beber y cocinar.

 

¿Cómo puede el agua subterránea ser útil para adaptarse a los efectos del cambio climático y promover la seguridad alimentaria?

El estrés hídrico es uno de los riesgos más graves que enfrentan las comunidades rurales. Alrededor de la cuarta parte de la población mundial vive en países que sufren “niveles de estrés hídrico extremadamente altos” que hacen más difícil cultivar suficiente alimento o generar suficientes ingresos.

En tiempos recientes, el cambio climático ha agravado aún más la situación. En muchos lugares, el aumento de las temperaturas se traduce en una mayor demanda de agua, en un contexto en que las precipitaciones se han vuelto más imprevisibles. Además, el aumento en la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales agrava el riesgo de que la infraestructura de riego sufra daños o de que el agua potable se contamine.

El agua subterránea, que ayuda a garantizar el suministro de agua cuando las fuentes superficiales fallan, puede ser vital para suavizar estos impactos. También puede servir como fuente de agua limpia que ayuda a mitigar los desastres para los habitantes de las zonas rurales. Hasta los fenómenos extremos que implican cantidades excesivas de agua, como las inundaciones, pueden aprovecharse para recargar y reponer los depósitos de agua subterránea.

No obstante, es fundamental que hagamos un uso sostenible de este invaluable recurso.

Entonces, ¿qué hay de malo en usar el agua subterránea?

En principio, nada: hace milenios que las personas utilizan los manantiales, los pozos, los qanats y los oasis para sus necesidades. Los problemas surgen cuando el agua subterránea se usa de maneras insostenibles, por ejemplo, cuando el consumo supera el ritmo de recarga (aun con ayuda humana) o cuando se desperdicia o se contamina.

Estos problemas afectan el uso del agua subterránea en muchos acuíferos, y la agricultura, en particular cuando se practica a gran escala, es uno de los principales factores que contribuyen a la situación.

Los acuíferos se recargan cuando el agua de la superficie se filtra a través del suelo. Pero las deficiencias en las prácticas de gestión perjudican este proceso. Cuando los suelos se degradan, su capacidad de absorber agua disminuye.

En algunos casos, podría extraerse más agua de la que puede reponerse. Cuando acceder al agua subterránea es fácil y barato, también es fácil extraer más de lo que se necesita. Cuando la capa freática se hunde y las fuentes de agua corriente se secan, todos recurren al agua subterránea directamente.

En ese momento, hay que perforar pozos más profundos y la extracción se vuelve más costosa. Los ecosistemas sufren, con efectos nocivos sobre la biodiversidad y los climas locales. La tierra podría hundirse para llenar el espacio del agua que ya no está, lo que causa daños en la superficie y hace imposible que los acuíferos vuelvan a llenarse.

Cuando se producen estas consecuencias, que generan un sentido de urgencia entre usuarios con necesidades en pugna, los sistemas tradicionales de gobernanza del agua podrían comenzar a fallar.

Aunque existen tecnologías para usar y reutilizar el agua de manera segura, no siempre están al alcance de los habitantes de las zonas rurales más pobres del mundo.

¿Cómo ayuda el FIDA a los agricultores a conservar los recursos de agua subterránea?

A medida que el cambio climático se intensifica, muchas fuentes de agua se están volviendo menos confiables. El FIDA ayuda a los habitantes de las zonas rurales, incluidos los jóvenes y las mujeres, a acceder a este preciado recurso y gestionarlo, a compartirlo equitativamente y a usarlo de manera sostenible.

Por ejemplo, en la región semiárida nororiental del Brasil, el FIDA ha fomentado la adopción de sistemas domésticos de tratamiento de aguas residuales. Estos sistemas permiten a los habitantes de las zonas rurales utilizar de forma segura las aguas grises para regar sus huertas durante todo el año.

Mediante otros proyectos, el FIDA ayuda a los pequeños productores a ser capaces de usar menos agua de manera más eficiente. Hemos demostrado maneras eficaces de introducir el microrriego para reducir la cantidad de agua que se necesita y bombas solares que funcionan con energía limpia y evitan o limitan la sobreexplotación.

Mientras tanto, las buenas prácticas de gobernanza del agua garantizan que se haga un uso sostenible de este recurso. En el Chad, el Proyecto de Gestión del Agua para el Pastoreo en las Zonas Sahelianas (PROHYPA) ha ayudado a los pastores y los agricultores a revitalizar las estructuras de gobernanza tradicionales y compartir el agua subterránea sin entrar en conflictos.

Además, preservar la salud del suelo es fundamental para mantener la calidad del agua procedente de los acuíferos y garantizar su disponibilidad para las cuencas hidrográficas aguas abajo. Restaurar los recursos naturales aguas arriba invierte el ciclo vicioso de la degradación del suelo, que aumenta la erosión y la escorrentía. A su vez, los suelos saludables necesitan menos agua y ayudan a recargar los acuíferos. En Kenya, el FIDA puso en marcha y administra el Fondo de Agua del Alto Tana-Nairobi, un innovador mecanismo financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). Mediante este fondo, los usuarios urbanos de agua y electricidad de Nairobi, junto con la empresa Coca-Cola, contribuyen a ayudar a los productores aguas arriba a modificar sus prácticas agrícolas, reducir la contaminación del agua, conservar la cuenca hidrográfica y recargar los acuíferos.