Les envois de fonds des migrants vers leur famille en Afrique mis à rude épreuve

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Las remesas enviadas por migrantes a sus familias en África se han visto sometidas a una gran presión

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

©FIDA/Marco Salustro

El pasado mes de abril, el Banco Mundial estimó que las remesas enviadas por los migrantes caerían cerca de un 20 % en todo el mundo como consecuencia de la pandemia de COVID-19 y las medidas de confinamiento.  Esto es una mala noticia para África: los envíos de dinero al continente llegan a alcanzar sumas ingentes (más de USD 60 000 millones cada año) y suponen una red de seguridad para millones de familias vulnerables, sobre todo en las zonas rurales.

Tanto si han migrado recientemente o hace muchos años, la solidaridad de los migrantes y sus descendientes con sus allegados en los países de origen es una práctica muy arraigada. Históricamente, las remesas incluso han llegado a menudo a desempeñar una función anticíclica, en la que los migrantes han ayudado más a sus familias en las situaciones de crisis, como ocurrió en Filipinas durante el brote de gripe aviar en 2003.

Sin embargo, al igual que los países, son una mezcla heterogénea de personas. Y así como hay muchas razones por las que las personas abandonan sus países de origen, las circunstancias que prevalecen entre los individuos y grupos son muy diversas y están en constante evolución.

Hemos querido comprender en qué medida una pandemia que afecta indistintamente y de manera simultánea al Norte y al Sur incidiría en los volúmenes y las modalidades de transferencias.

En consecuencia, entre el 1 y el 17 de mayo de 2020 hicimos una encuesta a 226 representantes de distintas diásporas africanas en Europa y América del Norte. En ese momento, una gran parte de los países del hemisferio norte se encontraban en fase de confinamiento, lo que entrañaba restricciones a la circulación, el cierre de las empresas que prestan servicios de envío de dinero y la paralización de una parte de la economía, que afectó a los asalariados en situación de desempleo parcial y a los trabajadores del sector informal.

La encuesta permitió extraer cuatro conclusiones principales:

  1. Para muchas personas, las transferencias de dinero constituyen un gasto indispensable y prácticamente irreducible: el 80 % de los encuestados siguieron enviando dinero a África a pesar del confinamiento y sus repercusiones.
  2. El 46 % de la muestra pudo mantener (34 %) o aumentar (12 %) las transferencias de dinero.  En esos casos, la mayoría de los encuestados redujeron su consumo (el 76 % dentro de esa categoría). Una pequeña parte se vio obligada a recurrir a sus ahorros (el 15 % dentro de esa categoría) o incluso a tomar prestado el dinero (el 3 % dentro de esa categoría). Esos sacrificios podrían acarrear una gran vulnerabilidad financiera en el futuro y poner en peligro la solidaridad familiar en caso de que la crisis se extendiera en el tiempo.
  3. No obstante, el 54 % de los encuestados disminuyó (34 %) o suspendió (20 %) sus transferencias de dinero debido a múltiples factores (en ocasiones varios de ellos combinados). El primero fue la disminución de sus ingresos (63 %). La siguiente causa esgrimida fue la falta de disponibilidad de la modalidad de transferencia habitual (33 %) y la aparición de nuevos gastos a raíz del confinamiento (27 %). Habida cuenta del aumento probable de las necesidades de apoyo por parte de las familias, es inevitable que aumente el desfase con las capacidades de envío de los miembros de la diáspora.

  1. Los canales digitales para el envío de remesas son quienes han salido ganando durante el confinamiento. El 70 % de los encuestados los citaron como su modalidad preferida de transferencia. El cierre de las empresas y la suspensión de los viajes limitaron los envíos en efectivo y el recurso a los métodos informales. Por ejemplo, entre los encuestados de la diáspora senegalesa, el 30 % de quienes no enviaron dinero o redujeron los montos enviados lo hicieron debido al cierre de esos canales. Si bien la digitalización afecta únicamente al envío de dinero, su recepción sigue realizándose mayoritariamente en efectivo y apenas ha puesto en entredicho la jerarquía de los operadores, a pesar de que otros actores nuevos han sabido aprovechar la situación.  

    Algunos operadores redujeron drásticamente sus tarifas en esta época difícil, al tiempo que se beneficiaron de las dificultades atravesadas por los métodos más informales. En vista del riesgo de que la crisis se alargue en el tiempo, ¿van a cambiar los hábitos de forma sostenida? La decisión de cambiar de operador con frecuencia obedece al consejo de un familiar o a experiencias difundidas por las redes sociales, de modo que todos los actores que logren distinguirse se beneficiarán del importante fenómeno del boca a boca (tanto positivo como negativo).

A fin de aumentar la resiliencia de las transferencias de dinero ante las crisis y reducir la vulnerabilidad económica de las diásporas, y a pesar de haberse realizado con una muestra limitada y de manera inmediata, el estudio anima a promover las siguientes acciones :

  • la adopción de medidas para disminuir los gastos de transferencia, para que las familias reciban los máximos recursos posibles;
  • la digitalización de las modalidades de transferencia, por razones de comodidad y de manipulación del dinero, tanto en el Norte como en el Sur;
  • la educación financiera, tanto de los emisores como de los receptores, y la posibilidad de determinar alternativas, sobre todo a la hora de ahorrar u optar por soluciones más ventajosas;
  • la orientación de las soluciones informales hacia los canales estructurados, y
  • la inversión productiva para reforzar la autonomía de los territorios del Sur, sobre todo de las zonas rurales, a fin de que las transferencias brinden más apoyo a la economía real y a la creación de empleo.

 

Martin Fleury es el Director de Red Mangrove Development Advisors. La encuesta fue realizada por Red Mangrove Development Advisors con el apoyo técnico y financiero del FIDA.