Los derechos por discapacidad son importantes para los habitantes de las zonas rurales de todo el mundo

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Los derechos de los discapacitados son importantes para los habitantes de las zonas rurales del mundo

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©IFAD/G.M.B. Akash

Todos los años, el 3 de diciembre, el FIDA se une a las naciones del mundo para celebrar el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. En este día, honramos, celebramos y promovemos los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad, y sensibilizamos al público sobre las situaciones a las que se enfrentan en la vida política, social, económica y cultural.

Los derechos por discapacidad pueden parecer ajenos al mandato del FIDA. Nuestro programa consiste en transformar la agricultura, las economías rurales y los sistemas alimentarios para lograr que el futuro sea inclusivo, sostenible, ecológico y resiliente. Pero esta transformación solo será inclusiva si podemos acabar con el abandono y la marginación a los que históricamente vienen enfrentándose las personas con discapacidad y reconocer la indispensable contribución que hacen a nuestras sociedades.

La Organización Mundial de la Salud calcula que hoy por hoy hay unas mil millones de personas con discapacidad. De ellas, el 80 % se encuentra en países en desarrollo, donde los obstáculos a la educación, la salud, el empleo y la información suelen limitar su participación activa en la sociedad y la economía. No es de extrañar que estas personas constituyan un número desproporcionadamente elevado entre la población pobre. Por lo tanto, cuando centramos nuestros esfuerzos en la población rural pobre de los países en desarrollo, debemos asegurarnos de que estas personas no se dejen atrás.

Es por eso que el FIDA se ha comprometido a encontrar formas de que las personas con discapacidad participen plenamente en las sociedades rurales y desarrollen su potencial como contribuyentes a una economía rural pujante.

Asociados, no beneficiarios

Para muchas personas con discapacidad, es posible que la exclusión social sea una preocupación más inmediata que la propia discapacidad. Las personas con discapacidad suelen encontrase con que las experiencias que viven llegan a verse dominadas por los obstáculos a los que se enfrentan en términos de acceso físico, prejuicios, comunicación ineficaz y exclusión de los diversos sistemas e instituciones de la sociedad a la que pertenecen.

Es fundamental eliminar esos obstáculos para garantizar los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad. Esto puede lograrse con la introducción de mejoras a la accesibilidad y la adaptación y, lo que es más importante, con enfoques orientados a incluir la discapacidad que se adapten a cada caso y estén impulsados por las propias personas con discapacidad.

Para que prosperen las economías rurales equitativas, debemos erradicar la discriminación por motivos de discapacidad y derribar los obstáculos al empleo, en particular la negación a facilitar adaptaciones razonables. Las personas con discapacidad son innovadoras y poseen conocimientos fundamentales que pueden beneficiar a la sociedad a la que pertenecen. De hecho, el mero hecho de arreglárselas en una sociedad llena de limitaciones exige que sean creativas a la hora de pensar. Sin embargo, por obstáculos estructurales, suelen quedar excluidas de la contribución que pueden hacer a los ingresos del hogar. Con la creación de oportunidades de empleo para las personas con discapacidad a lo largo de las cadenas de valor agrícolas y pastorales, puede aprovecharse una reserva vasta e infrautilizada de talento e innovación. Es debido a ello que las inversiones en el sector agrícola deben ir acompañadas de la creación de empleo para personas con discapacidad, y en especial jóvenes.

Además, debemos reconocer que la discriminación de otros grupos marginados —por motivo de género, raza, origen étnico u otros factores— puede solaparse con la discriminación relacionada con la discapacidad. Por ello, al considerar incluir la discapacidad, debemos adoptar una perspectiva interseccional que contribuya a transformar las relaciones de género.

Al diseñar y ejecutar proyectos, es importante asociarse con organizaciones de personas con discapacidad y organizaciones especializadas en todas las fases, de modo que participen activamente y puedan aportar sus conocimientos y experiencia. También es hora de dejar atrás la idea de que las personas con discapacidad sean beneficiarios pasivos en vez de asociados para el desarrollo en pie de igualdad. Las asociaciones del FIDA con estas organizaciones surgen de nuestro compromiso con el principio de "nada sobre nosotros sin nosotros y con la creación de vías hacia el liderazgo en la agricultura y el desarrollo rural.

Reconocemos asimismo que, si las personas con discapacidad no están representadas en los datos que recopilamos, efectivamente se vuelven invisibles, y sus necesidades no se reflejarán en nuestra programación. Es por ello que en un número cada vez mayor de proyectos que reciben apoyo del FIDA se están introduciendo marcadores de discapacidad, de modo que los datos que recopilamos y comunicamos estén desglosados por grado de discapacidad. Al recopilar información sólida sobre las personas con las que trabajamos, podemos extraer enseñanzas de sus experiencias, mejorar su visibilidad y, en última instancia, fortalecer nuestra capacidad de empoderar a las personas con discapacidad para que participen plenamente en los programas del FIDA, en pie de igualdad.

Adaptándonos a un mundo en evolución

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CP26), junto con otras organizaciones y activistas, el FIDA hizo sonar la alarma sobre el hecho de que los habitantes de las zonas rurales y los pequeños productores de todo el mundo precisaban con urgencia que se les prestase apoyo para adaptarse a los efectos del cambio climático. Son demasiadas las veces que los habitantes de las zonas rurales suelen estar ausentes en las conversaciones mundiales sobre el cambio climático, y casi nunca se escucha nada de los habitantes con discapacidad de las zonas rurales, quienes son aún más vulnerables. Dado que los desastres naturales relacionados con el clima tienen cada vez mayor frecuencia e intensidad, cada vez es más urgente fomentar la resiliencia de los habitantes con discapacidad de las zonas rurales e incluirlos en los procesos de toma de decisiones.

La verdadera carga de las desigualdades mundiales ya ha quedado al descubierto con la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). En los dos últimos años, hemos visto cómo las personas con discapacidad se han visto afectadas de forma desproporcionada y cómo se han exacerbado los obstáculos sociales a los que ya se enfrentaban (como el acceso equitativo a la alimentación y la nutrición). Debemos actuar ya para lograr que las medidas de recuperación de la COVID-19 incluyan a las personas con discapacidad y fomenten la resiliencia, de modo que podamos evitar que el cambio climático tenga un efecto igualmente desproporcionado en la población más vulnerable.