One size doesn’t fit all: How to design a user-friendly climate insurance

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No existe una fórmula válida para todos los casos: cómo diseñar un seguro para el clima que sea fácil de utilizar

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

A farmer in Mbale. ©Fiona Lambe (SEI)

Tras semanas de lluvias torrenciales, el distrito Mbale, en la zona oriental de Uganda, quedó totalmente anegado. Las inundaciones obligaron a cientos de personas a desplazarse, destruyeron casas y carreteras y arrastraron a su paso esperanzas y sueños. 

La preocupación se cernía sobre Andrew, Betty y Charles, pequeños productores de Mbale, mientras veían cómo sus cultivos se iban hundiendo en el barro. Las cosechas, si acaso hay alguna, serán exiguas; si la inundación no termina matando a las plantas directamente, sofocará sus raíces e impedirá su crecimiento y producción. Todo el dinero, tiempo y esfuerzo dedicados a las semillas y los cultivos también se han ido por el desagüe.

A medida que nuestro clima cambia, en los países tropicales las estaciones secas y lluviosas se están intensificando y alargando, de forma que los desastres, como las recientes inundaciones, ocurren con frecuencia.

Los seguros indexados contra las inclemencias meteorológicas pueden proteger y respaldar a los pequeños productores frente a los desastres relacionados con el clima, además de proporcionarles medios para comprar alimentos cuando las cosechas no salen adelante e insuflarles la confianza necesaria para invertir.  No obstante, si bien en principio puede parecer una buena idea ofrecer ese tipo de seguros a los pequeños productores con bajos ingresos, los resultados dejan mucho que desear. En primer lugar, solo los relativamente ricos acaban consiguiendo ese tipo de seguros.

Por ejemplo, Betty, que se mudó hace poco a Mbale, no dispone de tierras propias y solo cosecha café, no puede permitirse el mismo seguro que Andrew, un agricultor adinerado que posee y alquila varias parcelas de tierra, cosecha distintos cultivos y cuenta con vacas, gallinas y cabras. Otro agricultor, Charles, también dispone de su propia tierra y, aunque su granja es más pequeña que la de Andrew, a diferencia de Betty, combina el cultivo del café con la mandioca, la banana y el maní. Además, Charles no quiere gastar tanto como Andrew en su seguro, porque también trabaja en una fábrica de jabones de la zona. 

Por tanto, ¿cómo diseñar un seguro para el clima que sea válido para los tres agricultores? 

SEl diseño de los servicios puede ayudarnos a reflejar las necesidades, motivaciones y comportamientos de las personas, para luego traducir esa complejidad en soluciones concretas. Esto ya se ha implantado con éxito en políticas públicas de Europa y América del Norte, pero aún no ha cobrado impulso en el ámbito del desarrollo internacional. Por eso, un grupo de investigadores del Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente (SEI) elaboró una carpeta de material con ese tipo específico de intervenciones de desarrollo en mente. 

Al utilizar esa carpeta de material en Mbale, los investigadores del SEI crearon mapas sobre la manera de interactuar de los agricultores con las personas de su entorno, y sobre cómo se veían afectados por las distintas condiciones. Progresivamente, los investigadores fueron detectando tres arquetipos principales de agricultores (Andrew, Charles y Betty), cada uno con una capacidad diferente para hacer frente a los riesgos (alta, moderada y baja).  

A partir de ese enfoque, elaboraron un seguro flexible y capaz de responder a las necesidades de cada usuario, que se ajusta tanto a estas como a las capacidades de los destinatarios. De ese modo, por ejemplo, se ofreció a los agricultores como Andrew un seguro con cobertura completa. 

A los agricultores como Betty, los más vulnerables y pobres, se les ofreció un seguro asequible contra la hambruna y un plan de ahorros diseñado para recibir pagas puntuales en momentos estratégicos del ciclo anual. Además, también se invitaría a los agricultores como Betty a participar en actividades comunitarias a fin de reforzar sus redes sociales, un factor decisivo en lo que respecta a la resiliencia. 

Por último, se ofreció a los agricultores como Charles una opción que cubriría sus gastos en semillas, fertilizantes y pesticidas, en la que también quedarían contemplados un plan de ahorros y una paga en determinados momentos del año a modo de protección contra la hambruna.

Posteriormente, los experimentos llevados a cabo sobre el terreno y las consultas celebradas con las partes interesadas demostraron que las soluciones propuestas resultaban muy pertinentes. En la actualidad, las conclusiones de esa investigación se están usando para diseñar un seguro para el clima dirigido a los pequeños productores de Uganda.

 

 

La investigación del SEI sobre el diseño de los servicios y otras soluciones vinculadas a la adaptación al clima y la gestión del riesgo se presentarán en una actividad de aprendizaje organizada por el FIDA el 23 de enero de 2020.  Esa actividad ha sido facilitada por la Iniciativa Sueca para una Red Agrícola Internacional (SIANI), una plataforma de comunicaciones basada en redes que se dedica a la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola.

Lea más sobre la Iniciativa del SEI sobre Comportamiento y Elección.

Para más información sobre la labor del FIDA y los seguros contra riesgos climáticos

Ekaterina Bessonova trabaja como Oficial de Comunicaciones en el SEI y dirige las comunicaciones digitales de la plataforma SIANI.