Relato de dos localidades en Tayikistán

IFAD Asset Request Portlet

Publicador de contenidos

Relato de dos localidades en Tayikistán

La diferencia que puede marcar el riego

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

En las tierras áridas de la frontera sudoeste de Tayikistán se encuentran los muros de adobe en ruinas de Kuhdomani bolo. Hubo un tiempo en que la comunidad rural fue verde y exuberante, pero cuando los sistemas de riego dejaron de funcionar, los campos y pastizales se secaron. Al no poder vivir de sus tierras, uno a uno, los habitantes se fueron marchando. Actualmente, Kuhdomani bolo está abandonada.

Sin embargo, a poca distancia de los campos inertes, se ubica otra localidad, una cuya historia ha tomado un rumbo muy distinto. Se trata de Kuhdoman, exuberante y verde, en contraste con Kuhdomani bolo, parda y árida.

Kuhdomani bolo, árida y de color pardo, es una localidad fantasma con viviendas derruidas. ©FIDA/Didor Sadulloev

Cuando el fotógrafo del FIDA saca la cámara, Ahmet Bekmatov le hace gestos. “Fotografía todo lo que sea verde porque todo eso ha crecido gracias al abastecimiento de agua”, dice.

Echando un vistazo a su parcela, cuesta creer que hace solo un par de años esta tierra era yerma. En la actualidad, el trigo crece alto y las plantas de melón están llenas de esta fruta, pero lo más importante es que el rendimiento de las 0,3 hectáreas de tierras cultivadas basta para que Ahmet, su mujer y sus cuatro hijos se mantengan.

Tanto en Kuhdoman como en Kuhdomani bolo, las acequias y canales establecidos durante el régimen soviético suministraban una fuente de agua muy necesaria en esta región árida. No obstante, en los últimos decenios, la falta de recursos financieros, así como los intensos conflictos, han llevado a que el sistema de abastecimiento de agua se haya dejado de mantener. El suelo se convirtió en polvo y los árboles frutales se marchitaron.

El agua discurre por las acequias hasta los canales de riego, lo que permite a los residentes cultivar. ©Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria (CASP)-UGP

Al estar situada en una pendiente, Kuhdomani es especialmente vulnerable a la sequía. En 2008 la localidad se secó e incluso hubo que llevar agua para uso doméstico en camiones. Cada familia gastó hasta 3 000 somoníes al año (aproximadamente USD 300) solo en agua potable, lo que equivale al ingreso medio que obtienen los hogares en dos meses.

Con el paso de los años, 50 de las 300 familias de la localidad han ido abandonado Kuhdoman y parecía cuestión de tiempo que la acabaran abandonando por completo.

Sin embargo, en enero de 2020, el Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria (CASP) ayudó a los habitantes de Kuhdoman a volver a abrir el grifo. Se instalaron conductos para transportar el agua del deshielo de los ríos hasta el este y, por primera vez en más de un decenio, la población de Kuhdoman ya no tuvo que pagar enormes sumas por el agua para uso doméstico; dispuso de abundante agua para el saneamiento y el ganado. Y lo que es más: ya podían cultivar sus parcelas y revitalizar sus campos.

El presidente de la Organización de la Comunidad Rural de Kuhdoman, Achaldiev Hasan, frente a un campo de trigo. ©Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria (CASP)-UGP

Al volver a suministrar agua, la parcela de Ahmet está prosperando. Cultiva trigo y handalak, una especie de melón. Vende la fruta y cosecha el trigo para consumirlo en casa y alimentar al ganado.

El año pasado sus beneficios ascendieron a 31 600 somoníes (aproximadamente USD 3 100). Con estos ingresos y los ahorros al no tener que comprar agua, está construyendo una vivienda nueva. Es la inversión personal de Ahmet en el futuro: gracias a la infraestructura hídrica, él y su familia están acá para quedarse.

Handalak, un melón autóctono, cultivado en un campo de regadío. ©FIDA/Didor Sadulloev

Ni Ahmet ni sus vecinos pierden Kuhdomani bolo de vista: a poca distancia de sus campos cultivados, sus casas derruidas advierten de lo que puede ocurrir si no se invierte en la sostenibilidad.

“En Kuhdoman habría sucedido lo mismo si el proyecto CASP no hubiera traído agua hasta nuestra localidad”, dice Achaldiev Hasan, el presidente de la organización de la comunidad rural. “Hubo un tiempo en que tenían canales y una estación de bombeo en funcionamiento, y sus viviendas eran muy lindas, pero sin agua, la población perdió la esperanza y terminó marchándose”.

Sin embargo, en Kuhdoman, el futuro parece prometedor. Las familias han vuelto a reasentarse en la localidad y muchas personas como Ahmet Bekmatov están invirtiendo en la reconstrucción de sus hogares. En palabras de Achaldiev, “el proyecto nos proporcionó agua y le devolvió la esperanza y la felicidad a nuestra comunidad. Ahora podemos pensar en un futuro en este lugar”.

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en relación con el agua y el riego.