Seis razones para centrarse en los pequeños productores en la COP26

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Seis razones para centrarse en los pequeños productores en la COP26

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
©FIDA/Susan Beccio

Seis motivos para centrarse en los pequeños productores en la CP26

Este noviembre, todos los ojos estarán en la CP26, la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Los líderes mundiales se han reunido para debatir cuál es la mejor manera de impedir el agravamiento del cambio climático, y cómo adaptarse a cambios que serán inevitables.

A pesar de que el cambio climático sigue avanzando, el FIDA cree que es posible transformar las economías rurales y los sistemas alimentarios para que sean más resilientes, sostenibles, inclusivos y productivos.

No obstante, entre 2017 y 2018, los pequeños agricultores, que aportan dinamismo a estas economías rurales, recibieron apenas un 1,7% del total asignado a la financiación para el clima.

Es por eso que, tras la CP26, el mundo debe comenzar a centrarse en las estrategias de adaptación al cambio climático y destinar suficiente financiación para el clima a estos productores.

A continuación, se ofrecen seis motivos por los que creemos que los pequeños productores deben estar en el centro de los debates durante la CP26.

1. Son los más vulnerables al cambio climático, y los menos preparados para enfrentarse a sus efectos

En el sexto informe de evaluación del IPCC, se demuestra más allá de toda duda de que muchos de los impactos del cambio climático son irreversibles. También está claro que los principales afectados por la situación son los más pobres y vulnerables.

Se trata de los pequeños agricultores, los pastores, los pescadores y los elaboradores de alimentos del medio rural en los países en desarrollo, que carecen de la resiliencia y de las redes de seguridad que necesitan para protegerse de las reiteradas perturbaciones.

 

2. Son un aspecto esencial de los sistemas alimentarios actuales en los países en desarrollo

Si bien millones de personas en los países en desarrollo aún pasan hambre o no pueden acceder a dietas debidamente nutritivas, la mayoría de los alimentos a los que acceden proviene de los pequeños productores.

En los países en desarrollo hay alrededor de 500 millones de pequeñas explotaciones, de las que dependen los medios de vida de casi dos mil millones de personas. De hecho, en esas explotaciones se producen alrededor del 80 % de los alimentos en África subsahariana y en ciertas regiones de Asia.

Si estas granjas no reciben la ayuda que necesitan para adaptarse al cambio climático, estos sistemas alimentarios correrán un grave peligro, y el hambre se generalizará.

 

3. Serán fundamentales para establecer sistemas alimentarios futuros que sean capaces de erradicar el hambre y asegurar una dieta nutritiva para todos

Para garantizar que todos los habitantes del mundo reciban cantidades suficientes de alimentos inocuos y nutritivos, debemos duplicar la producción agrícola de aquí a 2050, reducir el desperdicio de alimentos y hacer que nuestras cadenas de valor sean sostenibles y eficientes.

Los pequeños productores cultivan y procesan alimentos para los mercados locales y para sus vecinos, lo que acorta las cadenas de suministro y reduce los desperdicios. Dado que en general producen una mayor diversidad de alimentos que los grandes establecimientos agrícolas industriales, los pequeños productores están en una posición inigualable para ofrecer dietas diversas y ricas desde el punto de vista nutricional, especialmente a los más pobres del mundo.

Invertir en ellos para que adopten prácticas sostenibles de producción agrícola y se integren a cadenas de valor ecológicas puede ayudar a garantizar que se produzca suficiente alimento para todos y prevenir o revertir la degradación ambiental.

 

4. Son los custodios de los entornos naturales y a menudo cuentan con conocimientos esenciales en materia de producción sostenible

Los pequeños productores y los pueblos indígenas mantienen una estrecha conexión con los entornos naturales en los que viven y trabajan. Participan en la promoción de la biodiversidad, y ayudan a gestionar el agua y la tierra de manera sostenible y equitativa. Están en una posición única para conservar y gestionar los recursos naturales y mitigar la degradación ambiental.

Estas comunidades también poseen una herencia rica —aunque poco valorada— de conocimientos tradicionales sobre sus entornos locales. Con el apoyo y los instrumentos necesarios para aplicar este conocimiento, pueden beneficiarse de los recursos naturales sin sobreexplotarlos o sobreutilizarlos.

 

5. Pueden colaborar con la mitigación del cambio climático

La quinta parte de las tierras agrícolas del mundo está conformada por pequeñas explotaciones de menos de cinco hectáreas. Por ende, los pequeños agricultores y productores rurales en conjunto tienen un importante papel que desempeñar en lo referido a la mitigación del cambio climático y la adaptación a sus efectos, la protección de los recursos naturales y la restauración de los ecosistemas degradados.

Si adoptan soluciones basadas en la naturaleza y prácticas agroecológicas bien diseñadas, los pequeños productores pueden reducir sus propios impactos y restaurar los ecosistemas. Pueden contribuir a mitigar el cambio climático secuestrando carbono, a la vez que preservan la biodiversidad, gestionan los recursos escasos y mejoran sus medios de vida.

 

6. La cohesión y el dinamismo económico en las comunidades rurales ofrecen amplios beneficios sociales

Si los habitantes del medio rural no logran ganarse la vida de forma decente, muchos se verán obligados a buscar trabajo o seguridad en las ciudades, o en otros países.

Esto despoja de vitalidad a las comunidades rurales, sobre todo porque los jóvenes son los primeros en emigrar, llevándose consigo su vigor y su creatividad. También puede perturbar la cohesión social y privar a las economías locales de sus puntos de salida y llegada.

Y cuando los jóvenes no tienen oportunidades, se vuelven proclives a la radicalización, lo que podría generar revueltas y conflictos civiles.

Por otro lado, cuando las economías y las sociedades rurales prosperan, y los habitantes del medio rural saben que sus lugares de origen les ofrecen buenos medios de vida y empleos gratificantes, los incentivos para irse desaparecen.

Invertir en la producción rural sostenible —en los sectores de la agricultura, la elaboración o la comercialización— genera los contextos económicos que ofrecen a los jóvenes las oportunidades que tanto necesitan.