Somos lo que comemos: jóvenes indígenas dan un soplo de vida a las tradiciones ancestrales

IFAD Asset Request Portlet

Publicador de contenidos

Somos lo que comemos: jóvenes indígenas dan un soplo de vida a las tradiciones ancestrales

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
©FIDA/Francesco Cabras

Los pueblos indígenas tienen un patrimonio tremendamente enriquecedor, así como culturas singulares. Sin embargo, los siglos de desposesión han dificultado que muchas comunidades indígenas conserven su forma de vida, incluido su legado gastronómico.

Desde las prácticas agrícolas y los rituales, hasta las costumbres ancestrales y las técnicas culinarias, el legado gastronómico abarca todos los aspectos de la elaboración de alimentos que se transmiten de generación en generación.

Gracias a su extenso acervo de conocimientos locales y a su profunda conexión con la naturaleza, los pueblos indígenas son esenciales para conservar los ingredientes locales y producir alimentos sostenibles a través de mecanismos particulares de sus ecosistemas.

Por ejemplo, en la zona semiárida del nordeste del Brasil, los guardianes de semillas son personas encargadas de utilizar los conocimientos tradicionales para conservar y restaurar la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Conocen bien las plantas autóctonas y recogen cientos de especies distintas que son resistentes a los efectos del cambio climático.

Habida cuenta de que en el mundo hay más de 476 millones de personas que se reconocen indígenas, repartidas en 90 países, existe un gran potencial para mejorar los conocimientos y el reconocimiento de los alimentos y los sistemas alimentarios locales y sostenibles a nivel mundial.

Por eso, cada año, en el marco del Terra Madre Salone del Gusto, los pueblos indígenas se reúnen con productores de alimentos, científicos, cocineros e investigadores para intercambiar ideas en materia de agricultura sostenible, políticas ambientales y el futuro de la alimentación. Según el equipo de Terra Madre, las comunidades indígenas son el futuro de la alimentación, y respaldarlas significa conservar la biodiversidad mundial.

A continuación se presentan tres jóvenes inspiradores que trabajan para que nuestros sistemas alimentarios sean más justos y sostenibles gracias a las tradiciones indígenas.

Lizet Bautista Patzi: guardiana de las plantas autóctonas de Bolivia

Lizet attending Terra Madre Salone del Gusto. © Lizet Bautista Patzi

La comunidad indígena de Lizet, una joven aymara de Bolivia, habita en gran parte de las regiones de los Andes y el Altiplano. En esas zonas, donde el clima suele ser frío y árido, los aymara encuentran calor en una gran variedad de potentes guisos, preparados con cebollas, zanahorias, patatas, maíz blanco, carne de vaca y semillas de trigo, que se mezclan con granos de trigo y chuño, un producto hecho con patata liofilizada

Lizet es estudiante de gastronomía, y su pasión por los alimentos proviene de una larga tradición familiar de agricultores, incluidos sus padres.

En 2020, Lizet descubrió el movimiento “slow food”, o comer con calma, y recibió una beca para comenzar un proyecto centrado en la protección y valorización de la ajara, una planta amenazada por los efectos de la agricultura intensiva, la comida rápida y la pérdida de los sistemas alimentarios indígenas.

Gracias a sus esfuerzos, la ajara se añadió al catálogo del Arca del Gusto —compuesto por alimentos ancestrales en peligro— y ya no está en situación de riesgo.

 

Raúl Mondragón: revitalizando las tradiciones ancestrales en México

La organización de Raúl trabaja para mitigar la inseguridad alimentaria a través de las tradiciones ancestrales. 
© Raúl Mondragón

Raúl está convencido de que las técnicas ancestrales son fundamentales para resolver los problemas modernos, incluida la abrumadora demanda de alimentos en la Ciudad de México. Con más de 20 millones de habitantes, muchos de sus habitantes no tienen acceso a alimentos nutritivos.

Raúl, miembro de la Red de Jóvenes de Slow Food, fundó el Colectivo Ahuejote, que tiene por objeto revitalizar la agricultura chinampera de la comunidad de Xochimilco, en la Ciudad de México. Los chinampas, cuyo uso se cree que se remonta aproximadamente 1 000 años, son sistemas agrícolas ancestrales que emplean humedales y canales para aportar una fuente estable de riego, que es rica desde el punto de vista orgánico gracias a la vegetación podrida y los desechos de los hogares

Sin embargo, Xochimilco corre el riesgo de desaparecer a causa de una serie de desafíos ambientales, como la urbanización, la escasez de agua y la contaminación. Raúl y su organización trabajan por evitarlo y, para ello, ayudan a los agricultores locales a atender sus cultivos y los ponen en contacto con clientes de la ciudad a fin de impulsar la actividad agroecológica y regenerar la zona.

Lucy Njeri Githieyah: generaciones de amantes de la comida de Kenya

Cuando no está trabajando, la chef Lucy trabaja para restaurar la flora
autóctona. © Lucy Njeri Githieyah

Cuando Lucy terminó la escuela en Kenya, se unió a su padre en la empresa cárnica familiar de Nakuru, para posteriormente abrir su propio negocio de catering.

En 2016, esta joven chef de la comunidad kikuyu —el mayor grupo étnico de Kenya— descubrió el movimiento Slow Food Kenya, donde accedió a los conocimientos de las generaciones pasadas, al tiempo que aprovechó la energía y la creatividad de los jóvenes.

Lucy dirigió a un grupo de jóvenes que distribuyeron y sembraron más de 30 000 bolas de semillas —bolas de polvo de carbón con una semilla incrustada en el centro y aglutinantes nutritivos, que pueden repartirse fácilmente en gran cantidad— con el objetivo de regenerar la zona del lago Elementaita con una cubierta vegetal. Consciente de la contribución fundamental de los pueblos indígenas al desarrollo sostenible, el FIDA actualmente respalda más de 80 proyectos e inversiones dirigidos a las comunidades indígenas de 45 países. Al trabajar con ellos mano a mano, a través de iniciativas como el Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas y el Foro de los Pueblos Indígenas, el FIDA los ayuda a crear sistemas alimentarios sostenibles y regeneradores, en un contexto mundial cada vez más derrochador.