Tres expertos del FIDA reaccionan ante las impactantes estadísticas del último informe sobre seguridad alimentaria y nutrición

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Tres expertos del FIDA reaccionan ante las impactantes estadísticas del último informe sobre seguridad alimentaria y nutrición

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
©FIDA/David Paqui

El último informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) muestra que, lejos de estar avanzando hacia el logro de la meta de erradicar el hambre de aquí a 2030, cada vez más personas pasan hambre.

Publicado conjuntamente por Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cifras del informe pintan un panorama desolador. En 2021, 828 millones de personas pasaron hambre, unos 46 millones más que en 2020, y 150 millones más desde el brote de la pandemia de la COVID-19.

En 2020, casi 3 100 millones de personas fueron incapaces de costear una dieta saludable. A medida que las repercusiones de la pandemia de la COVID-19 y de la guerra en Ucrania presionan al alza la inflación y debilitan el poder de compra de las personas, el apoyo de los gobiernos hacia la agricultura para reducir el costo de las dietas saludables cobra cada vez más importancia.

Tras la divulgación de estos desalentadores resultados, tres expertos del FIDA expresan sus opiniones sobre el informe.

“El mundo está muy lejos de alcanzar el ODS 2”.- Joyce Njoro, Especialista Técnica Principal - Nutrición

El informe SOFI pone de relieve las duras realidades de la actual situación mundial en materia de alimentación y seguridad nutricional. Más personas están pasando hambre. Más personas padecen inseguridad alimentaria. Miles de millones no pueden costearse una dieta saludable. Si bien se han logrado algunos avances en lo referido al retraso del crecimiento y la lactancia materna exclusiva, más mujeres en edad reproductiva sufren anemia. En suma, el mundo está muy lejos de alcanzar el ODS 2 referido a la erradicación del hambre y de todas las formas de malnutrición.

A mismo tiempo, la desigualdad está aumentando, como lo prueba el hecho de que los países en desarrollo, los países en situación de fragilidad, las zonas rurales y las mujeres sufren de manera desproporcionada los efectos de la inseguridad alimentaria y nutricional. Si bien la COVID-19 es uno de los principales factores detrás de la crisis, el cambio climático empeora la situación. La guerra en Ucrania y sus repercusiones en todo el mundo no harán más que deteriorar las perspectivas para 2022, a menos que se adopten medidas drásticas sin demora.

Si bien la sugerencia que figura en el informe de reorientar las políticas agrícolas es interesante, los países de ingreso bajo tienen pocas posibilidades de hacerlo sin algún tipo de contrapartida. Estos países, además, son los más afectados por el hambre y la malnutrición, así como por los efectos del cambio climático. Dado que no existe una solución que se adapte a todos los casos, debería considerarse la posibilidad de aplicar una combinación de opciones de reorientación de políticas para los países de ingreso bajo e ingreso mediano.

Con el plazo límite para lograr las metas de los ODS acercándose con rapidez y aún con mucho para hacer, es fundamental apuntalar nuestras iniciativas de cooperación con los gobiernos. Es necesario aunar esfuerzos para preservar los avances logrados en años anteriores y potenciar la resiliencia de las personas más pobres y vulnerables del mundo.

 

“No se está aprovechando el potencial de los alimentos de origen animal”- Antonio Rota, Especialista Técnico Principal a nivel Mundial - Ganadería

Las cifras que se presentan en el informe SOFI son crueles y pintan un panorama desolador: casi 670 millones de personas padecerán hambre en 2030, el mismo número que se registraba en 2015, cuando se presentó la Agenda 2030. Casi 200 millones de niños padecen retraso del crecimiento o emaciación, y alrededor de una de cada tres mujeres de entre 15 y 49 años sufre de anemia, sin que se hayan logrado avances en casi un decenio. Esto exige una profunda reflexión sobre las estrategias, las acciones y las prioridades de inversión que deben impulsarse para ayudar a las personas a superar la pobreza.

Como experto en ganadería, estas alarmantes cifras son particularmente desalentadoras si se tienen en cuenta las posibilidades de los alimentos de origen animal. Estos alimentos, en particular los huevos y la leche, son saludables y ricos en proteína de alta calidad y de fácil digestión, y son fuente de hierro, zinc, calcio, vitamina A y vitamina B12. Sabemos que tienen un efecto positivo directo sobre el estado nutricional, el crecimiento lineal y los logros académicos de los niños, lo que a su vez se traduce en mayores ingresos y más productividad en la adultez. Estos nutrientes también son esenciales para reducir la anemia en las mujeres, en particular las que están embarazadas. Sin embargo, su potencial se está desaprovechando.

La ganadería es fundamental para los medios de vida de unas 1 000 millones de las personas más pobres del mundo. El informe SOFI destaca la necesidad de reorganizar el apoyo que se brinda al sector de la alimentación y la agricultura. Sin embargo, la participación de la agricultura en la asistencia oficial para el desarrollo (AOD), que en 2020 representó un 4,3 % del total, ha decaído en años recientes, y apenas una pequeña proporción se destina al sector ganadero.

Dado lo que sabemos sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición y sobre el potencial de los alimentos de origen animal, es fundamental promover una iniciativa mundial para aumentar sustancialmente las inversiones en la intensificación sostenible de la producción ganadera, a fin de reducir significativamente el hambre y la pobreza.

 

“La pesca y la acuicultura son la pieza que falta” - Richard Abila, Especialista Técnico Superior en Pesca y Acuicultura

El informe SOFI nos enfrenta a la dura realidad de que pese a todos los esfuerzos realizados durante el pasado decenio, seguimos estando muy lejos de erradicar el hambre. Al contrario, en el informe se muestra que la subalimentación en realidad está aumentando, en tanto que la malnutrición persiste en sus diversas manifestaciones en todas las regiones. El problema va más allá del hecho de que nuestras estrategias para erradicar el hambre y la malnutrición no están funcionando; nuestros sistemas alimentarios también están provocando un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, llama la atención que en el informe no se haga alusión a una fuente vital de alimento que ofrece numerosas ventajas y que podría contribuir considerablemente al logro del ODS 2: los alimentos acuícolas.

Estos alimentos son una rica fuente de proteína y contienen muchas de las vitaminas y minerales que se necesitan para corregir algunas de las deficiencias nutricionales más graves y generalizadas, entre ellos el hierro, el zinc, el calcio, el iodo, la vitamina A, la vitamina B12, la vitamina D y los ácidos grasos omega 3. Incorporar aunque sea cantidades pequeñas de pescado en las dietas de las personas puede marcar enormes diferencias en su situación nutricional.

Los alimentos acuícolas no solo son nutritivos, sino que también crean oportunidades de ingresos para las mujeres. Las actividades de pesca y acuicultura en pequeña escala —como las que el FIDA promueve— producen proteínas con una huella de carbono mucho más baja que la mayoría de las fuentes de proteínas basadas en los animales terrestres. Por lo tanto, los emprendimientos de pesca y acuicultura bien planificados podrían ser un componente clave de los sistemas alimentarios sostenibles y brindar los alimentos de origen animal que se necesitan para una población en crecimiento.

El pescado representa en torno al 17 % de las proteínas animales consumidas en todo el mundo ,y para unos 3 300 millones de personas, supone casi el 20 % del consumo medio de proteínas animales. Pese a ello, en el último informe SOFI no se hace mención de la pesca o de los alimentos acuícolas, ni de su potencial para erradicar el hambre.

Explore el micrositio del informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021”.