La tunecina que tejió un futuro mejor

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La tunecina que tejió un futuro mejor

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Sassia Kharchoufi nació en una familia pobre de agricultores de Beni Khedache, en el sudeste de Túnez. Al no poder pagar la escolarización de todos sus hijos, sus padres dieron prioridad a la educación de los varones y, en cambio, dejaron que la pequeña Sassia de nueve años se ocupara a las ovejas, los cultivos y las tareas del hogar. Los diez años siguientes, su vida transcurrió entre esas tareas, hasta que en 2003 cumplió 19 años y se casó.

El camino hacia el éxito está plagado de obstáculos
Para ayudar a su hija recién casada a ganarse la vida, el padre de Sassia le regaló tres ovejas y un telar. Durante años, luchó por crear su propio negocio y dar sustento a sus hijos. En 2016, ganaba algo menos de DT 310 (USD 100) al mes vendiendo ovejas —esto es, el equivalente al salario mínimo en Túnez. La vida no era fácil, pero la determinación de Sassia la empujó a seguir adelante. En 2017, sobrevino la tragedia cuando, tras una disputa familiar, se vio obligada a vender sus ovejas. En un abrir y cerrar de ojos, perdió todo lo que le había costado tanto conseguir a lo largo de los años.

Sassia Kharchoufi resiste ante la adversidad. © FIDA/PRODEFIL

Sin embargo, ella persistió. Tras obtener un diploma en confección de tejidos en 2017, contactó con el Proyecto de Desarrollo Agropastoral y de las Cadenas de Valor Conexas en la Gobernación de Médenine (PRODEFIL) y, a través de este, se hizo con cuatro telares, una máquina de coser y un monto de DT 15 452 (algo menos de USD 5 000). La ayuda financiera aportada por el proyecto supuso que Sassia pudiera alquilar una habitación, en la que trabaja y enseña a tejer alfombras y bufandas, entre otros artículos, a 14 mujeres jóvenes. En diciembre de 2021, el arduo trabajo de Sassia comenzó a dar sus frutos cuando ganó el premio al mejor proyecto concedido por el Programa Europeo de Vecindad para la Agricultura y el Desarrollo Rural (ENPARD) de la Unión Europea.
A pesar de todo lo conseguido, su comunidad, sus vecinos e, incluso, sus hermanos siguen sin ver con buenos ojos su libertad de movimiento. Los únicos aliados varones de Sassia son su padre y su marido. 

Sassia con una de sus muchas creaciones. © FIDA/PRODEFIL

Construyendo un futuro
Sassia no se dejó intimidar y siguió adelante con su plan. A día de hoy, la empresa de esta mujer de 38 años sigue creciendo. Sassia participa en ferias municipales en las que vende sus productos, muy solicitados, y ha duplicado sus ingresos mensuales hasta los DT 700 (USD 227). Además, suele reinvertir en su negocio la mayoría de los beneficios obtenidos, o destinarlos a apoyar a su familia.

Con ayuda de su hija de 15 años, Sassia puede seguir aumentando sus ingresos. Su próximo objetivo es exportar sus productos a otros países y utilizar parte de los ingresos para mejorar su hogar.

La ardua batalla de Sassia es habitual en las comunidades rurales del sudeste de Túnez, donde la libertad de las mujeres a menudo se ve coartada por las normas de género. A través del PRODEFIL, el FIDA tiene la determinación de ayudar a generaciones de mujeres a labrarse un futuro en el que sean económicamente independientes y puedan respaldar a sus familias y contribuir a sus comunidades.