Towards zero food waste in Indonesia’s fishing communities

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Hacia un desperdicio cero de alimentos en las comunidades pesqueras de Indonesia

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
©FIDA/Roger Arnold

A lo largo de las comunidades costeras de Indonesia, donde vive casi un tercio de la población más pobre del país, muchos pescadores en pequeña escala luchan por ganarse la vida. No es por falta de esfuerzo: con una producción de unas 6 millones de toneladas al año, Indonesia es el tercer productor mundial de pescado. Sin embargo, muchas de estas comunidades siempre han carecido de acceso a la tecnología y los recursos necesarios para conservar sus capturas hasta que lleguen a los mercados, que suelen estar lejos de sus calas costeras rurales. Como consecuencia, hasta el 35 % de todos los productos alimenticios marinos de Indonesia se pierde o se desperdicia antes de su consumo.

Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar en 2013. Con la ayuda del Proyecto de Fomento de las Comunidades Costeras, un proyecto respaldado por el FIDA y cofinanciado por el Ministerio de Asuntos Marinos y Pesca de Indonesia, los habitantes de esas comunidades se han organizado en grupos empresariales, han mejorado la calidad de sus capturas y han accedido a las tecnologías necesarias y a mercados más amplios, al tiempo que han reducido drásticamente el desperdicio de alimentos.

Hielo y negocios: crear una empresa, un paso a la vez

En un país ecuatorial como Indonesia, el hielo es un recurso sorprendentemente valioso. La falta de acceso al hielo (o más concretamente, a las herramientas para evitar que el hielo se derrita) fue uno de los elementos esenciales ausentes en la capacidad de los indonesios rurales para preservar sus capturas.

Gracias al apoyo prestado en el marco del Proyecto de Fomento de las Comunidades Costeras, muchas comunidades pudieron finalmente beneficiarse de la tecnología de refrigeración. El proyecto invirtió en plantas de fabricación de hielo y cámaras frigoríficas en distritos cuidadosamente seleccionados, para luego acompañar esa infraestructura con pequeñas instalaciones de transporte aisladas. Los trabajadores de toda la cadena de valor, desde los pescadores hasta los comercializadores, pronto comenzaron a beneficiarse de la enorme mejora en términos de conservación. El volumen de la captura diaria perdida por deterioro disminuyó rápidamente, por lo que aumentó la proporción que seguía siendo susceptible de venta.

Al haber adquirido la capacidad de transportar su captura a mayores distancias, los participantes en el proyecto pudieron acceder también a nuevos mercados. Con la ayuda del proyecto, muchas comunidades comenzaron a formarse en grupos de empresas y a crear planes de negocios que harían que sus productos fueran aún más valiosos.

Como ocurre con muchos tipos de cultivos, el pescado puede transformarse en subproductos que aumentan drásticamente su valor. Con esta idea, en el marco del proyecto se enseñó a varios grupos de empresas a procesar algunas de las capturas de su comunidad, con el apoyo de herramientas y equipos cuando era necesario. Desde simples productos tradicionales ahumados y secados al sol, pasando por la pasta de pescado, hasta aperitivos con sabor a pescado como galletas saladas y abon (pescado desmenuzado), los grupos empresariales de toda la costa ahora podían ofrecer una gran cantidad de productos envasados.

Estos grupos empresariales deben gran parte de su éxito a las mujeres que los integran y los dirigen. Anteriormente, muchas de las mujeres que vivían en la zona del proyecto habían dependido totalmente de sus maridos, a la espera de que regresaran del mar con sus capturas, sin poder acceder a un trabajo remunerado propio. Pero a medida que se empezaron a formar los grupos empresariales, las mujeres se unieron con entusiasmo, aprendieron las técnicas de procesamiento y asumieron funciones de liderazgo. Esas mujeres ahora cuentan con una fuente extra de ingresos, han adquirido nuevas habilidades y han forjado nuevas relaciones.

Los productos de pescado envasados presentan una serie de ventajas. Son atractivos para los nichos de mercado, lo que significa que pueden venderse con un alto margen de beneficio. Como no requieren de refrigeración, son fáciles de transportar y tienen una amplia vida útil. Con la ayuda del proyecto, los grupos empresariales pudieron lograr la certificación de las normas internacionales en materia de salud y seguridad, y desarrollar estrategias eficaces de marca y comercialización, lo que permitió que estos productos fueran competitivos no solo en la capital del país, Yakarta, sino también en mercados internacionales tan lejanos como el Japón. La capacidad para destinar parte de la pesca fresca de cada día a subproductos procesados también permite liberar algunos de los recursos de almacenamiento en frío y ayuda a reducir el desperdicio de alimentos.

Muchas de las demás prácticas adoptadas por los participantes en el proyecto sirven también para reducir aún más el desperdicio de alimentos. La disponibilidad de tecnología de refrigeración por sí sola, por ejemplo, frenó eficazmente la sobrepesca que los pescadores locales habían practicado deliberadamente en previsión de perder una parte importante de su captura. Pero el proyecto fue aún más lejos: impartió capacitación a los participantes sobre prácticas de pesca más sostenibles, con lo que se redujo el volumen de captura incidental y la cantidad de pescado descartado. También les enseñó cómo volver a procesar las partes del pescado que normalmente no se utilizan, como los despojos y los huesos, en piensos para animales sin desperdicios.

Avanzar con la marea: nuevas conexiones y mejoras duraderas

Entre 2013 y 2017, los años en los que el proyecto estuvo activo, participaron cerca de 10 000 hogares de 180 aldeas rurales de Indonesia. Gracias a las actividades del proyecto, decenas de miles de personas han podido disfrutar de una mejora duradera de aspectos relacionados con sus ingresos, la salud, el medio ambiente y los vínculos comunitarios.

Durante los años de ejecución, los ingresos y bienes de los hogares aumentaron en un 132 %. El valor de los productos vendidos por cada hogar aumentó en un promedio del 30 %, debido en gran parte a la introducción de los subproductos elaborados. Los grupos empresariales dirigidos por mujeres, en particular, ganan hasta 5 millones de rupias (unos USD 340) al mes solo con los refrigerios envasados. Gracias a la ayuda del proyecto para la puesta en marcha de los negocios, prácticamente todos los grupos empresariales ahora pueden comercializar sus productos con relativa facilidad.

Este aumento de los ingresos también ha contribuido directamente al aumento de la seguridad alimentaria y a la disminución de la malnutrición. Al disponer de más dinero en efectivo, los pescadores de estas comunidades han podido comprar alimentos más nutritivos y, gracias a la disminución de los desperdicios de alimentos, también hay más excedentes de cada captura que pueden conservar para sí mismos. El consumo de pescado ha aumentado en muchas comunidades costeras y la malnutrición infantil ha disminuido un 40 %.

Con todo, tal vez el factor más importante del éxito de los participantes haya sido el fuerte sentido de participación de la comunidad con el que han abordado el proyecto. Desde los primeros días, cuando el proyecto apenas comenzaba a instalar la infraestructura de refrigeración en las primeras aldeas, las comunidades costeras demostraron un fuerte compromiso con el proyecto y con la idea de ayudarse unos a otros. Los participantes han adoptado un enfoque basado en la demanda, ejecutando las diversas actividades del proyecto de acuerdo con las necesidades más apremiantes de su comunidad, y han mantenido una estrecha colaboración y comunicación entre ellos, ayudados en parte por el uso de aplicaciones móviles como WhatsApp, Facebook y Twitter. Manifiestan un fuerte sentido de propiedad y orgullo en sus negocios y en los progresos que han logrado.

Hoy en día, estas pequeñas comunidades pesqueras rurales están más conectadas que nunca. Son una parte vital de los mercados regionales e internacionales, y contribuyen al rápido crecimiento de la economía de su país. Su arduo trabajo les da ahora la estabilidad financiera y la calidad de vida que siempre debieron haber alcanzado. Y son capaces de hacerlo todo con mucho menos desperdicio: un modelo de éxito económico y ambiental que puede servir de ejemplo para otras comunidades similares en todo el mundo.

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Indonesia.