Transformar vidas modificando las normas de género en las comunidades rurales

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Transformar vidas modificando las normas de género en las comunidades rurales

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
© FIDA / Alfredo D'Amato / Panos

Si bien las mujeres contribuyen en gran medida a las comunidades rurales en las que trabaja el FIDA, siguen afrontando obstáculos que limitan sus medios de vida y los de sus familias. En comparación con los hombres, las mujeres tienen menos acceso a los recursos y servicios, como la tierra, la financiación, las actividades de capacitación, los insumos y los equipos. Además de la labor agrícola que realizan, soportan una carga excesiva de tareas domésticas y de cuidado.

La desigualdad de género también reduce la autonomía de las mujeres y su capacidad para tomar decisiones sobre su vida. En consecuencia, muy a menudo, no se aprovecha todo el potencial de las mujeres como agentes de cambios positivos.

La transformación en materia de género entraña modificar esta realidad y aprovechar plenamente el potencial de las mujeres. Esto implica ir más allá de los síntomas de la desigualdad de género y afrontar las causas subyacentes de las disparidades —normas, actitudes, comportamientos— para generar cambios positivos y sostenibles.

La transformación en materia de género es un pilar esencial de la labor del FIDA, ya que es indispensable para erradicar la pobreza y el hambre en las zonas rurales. Pero ¿cómo podemos promoverla y con qué ejemplos contamos para demostrar lo que se puede lograr?

En primer lugar, debemos reunir a los hombres y las mujeres para que analicen las estrategias que se aplicarán en el hogar. Por ejemplo, en Filipinas, como parte del Proyecto de Desarrollo de la Pesca, los Recursos Costeros y los Medios de Vida (FishCORAL) se celebraron consultas con mujeres y hombres sobre sus dificultades y aspiraciones y el modo de armonizarlas. También se reunió a mujeres y hombres en el marco de lo que denominamos “escuelas de negocios acuícolas”, en las que las actividades realizadas permitieron concienciar a los participantes sobre las ventajas del empoderamiento de las mujeres —tanto para ellas como para el hogar en su conjunto—.

Como resultado, se han registrado importantes cambios positivos en las normas de género locales. En muchos casos, los miembros varones de los hogares han comenzado a asumir una parte mucho mayor de las responsabilidades domésticas para que las mujeres puedan dedicarse a realizar actividades generadoras de ingresos. El número de mujeres que participan en actividades económicas se ha duplicado desde el inicio del proyecto, del 20 % al 40 %. Las mujeres también han comenzado a tener una participación más activa en las reuniones comunitarias.

En segundo lugar, es preciso reducir el volumen de trabajo y las responsabilidades de las mujeres, así como lo que se espera de ellas. Con frecuencia, suelen asignarse a las mujeres rurales más tareas de las que pueden llevar a cabo efectivamente, lo que hace que no tengan mucha energía ni tiempo para las actividades económicas. Como se ha observado en el marco del Proyecto para la Gestión de los Recursos Naturales de la Cuenca Alta del Río Tana (UTaNRMP), ejecutado en Kenya, una solución eficaz para reducir estos volúmenes de trabajo consiste en ofrecer alternativas sostenibles que permitan acceder a fuentes de combustible, suelos de alta calidad y agua, como el uso de la tecnología de energía solar, las cocinas de biogás y la plantación de árboles. Gracias a estas medidas, el tiempo que las mujeres pasan generando combustible a partir de la madera ha disminuido en más del 50 %, y, actualmente, más del 70 % de los hogares tienen acceso a fuentes de agua ubicadas a menos de un kilómetro de sus viviendas.

Otra solución para reducir el volumen de trabajo de las mujeres consiste en lograr una dinámica más equilibrada en la relación entre las esposas y esposos, especialmente en lo que respecta a la distribución de las tareas domésticas y la labor en las explotaciones. En Nicaragua, el Proyecto de Desarrollo Sostenible de las Familias Rurales en el Corredor Seco de Nicaragua (NICAVIDA) se centró en colaborar con las familias para equilibrar la distribución de las responsabilidades domésticas, y ha demostrado ser tan positivo que las parejas han señalado muchos beneficios para que los matrimonios sean más equilibrados.

Un tercer aspecto clave de la transformación en materia de género es permitir que las mujeres tengan una mayor capacidad para expresar sus opiniones e influir en las decisiones que repercuten en sus vidas. Esto implica llevar a las mujeres a los mismos espacios de decisión que los hombres, como ha demostrado el Proyecto de Desarrollo Agropastoral y de las Cadenas de Valor Conexas en la Gobernación de Médenine, ejecutado en Túnez. Este proyecto se ha centrado en alentar a las mujeres a participar en los procesos de toma de decisiones de las comunidades, especialmente reforzando su capacidad y reforzando su capacidad y su poder para adoptar decisiones en las organizaciones comunitarias en pie de igualdad con los hombres. El proyecto promovió activamente organizaciones que representaban las opiniones de las mujeres en las esferas políticas y económicas a nivel local, para lo cual las mujeres han establecido y gestionan dos grupos de desarrollo agrícola y una empresa mutua de servicios agrícolas. Hasta la fecha, la mitad de las mujeres participantes han señalado haber alcanzado la autonomía económica, y los hombres de la comunidad han acogido favorablemente este empoderamiento de las mujeres, ya que pueden observar los beneficios que genera en cuanto al bienestar del hogar en general.

Además, es preciso crear redes y foros para establecer contactos entre los grupos de mujeres y los procesos de gobernanza y toma de decisiones, como se ha visto en Nigeria en el marco del Proyecto de Fomento de las Cadenas de Valor. Por medio de estas redes y foros, las mujeres pueden participar en el diálogo y, al mismo tiempo, los hombres pueden conocer los beneficios de incluirlas en los procesos de toma de las decisiones.

Estos proyectos respaldados por el FIDA demuestran que, con las inversiones adecuadas, la transformación en materia de género puede cambiar vidas en las comunidades rurales. En este Día Internacional de las Mujeres Rurales en el que nos reunimos para reflexionar sobre lo que debe hacerse, es evidente que se necesitan más inversiones centradas en la transformación en materia de género en las comunidades rurales.

Si bien se han logrado grandes avances, aún queda mucho por hacer.