El contexto

Egipto goza de una economía diversa y de abundantes recursos naturales, como tierras agrícolas y recursos pesqueros. Además, es uno de los países más poblados de África y Oriente Medio, y sus 110 millones de habitantes se concentran en el valle del río Nilo. El crecimiento demográfico ha aumentado la presión soportada por los recursos naturales, incluidas la tierra y el agua. 

La agricultura constituye un sector clave de la economía egipcia y es fundamental para reducir la pobreza; representa el 11 % del producto interno bruto (PIB) y da empleo a más de un cuarto de la población. 

No obstante, los períodos de sequía y escasez de agua sufridos recientemente han perjudicado la productividad agrícola y la seguridad alimentaria. La disponibilidad y la gestión de los recursos hídricos repercute en el desarrollo sostenible y aumenta la vulnerabilidad frente al cambio climático. 

En un intervalo de diez años, la tasa de desempleo en Egipto disminuyó de más del 13 % a apenas el 7 % en 2022. Ese descenso fue especialmente evidente entre los jóvenes y las mujeres. La pobreza, que se concentra en el sur del país, también ha disminuido. A pesar de ello, el desempleo y la pobreza siguen afectando de manera desproporcionada a las mujeres y los jóvenes, por lo que es preciso involucrar a ambos grupos en las iniciativas destinadas a resolver estas cuestiones.  

La estrategia 

Los préstamos que concede el FIDA están ayudando a recuperar tierras frente al desierto, además de mejorar la productividad agrícola en el valle del Nilo. Tenemos el objetivo de reducir de manera sostenible la pobreza rural y aumentar la seguridad alimentaria nacional a través de las medidas siguientes:  

• reforzar las competencias de las personas pobres de las zonas rurales, para que puedan sacar partido a las oportunidades económicas; 
• impulsar el uso sostenible de los recursos naturales; y 
• mejorar el acceso a los servicios, como la tecnología y las finanzas.