El Contexto

Somalia es un país de ingreso bajo con una economía frágil que depende en buena medida de la agricultura, la ganadería, las remesas y la asistencia internacional. La agricultura, que representa una parte considerable del producto interno bruto, es fundamental para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. 

El país se enfrenta a grandes dificultades. El conflicto en curso repercute gravemente en la productividad agrícola y las exportaciones de productos pecuarios. Los efectos del cambio climático, especialmente las inundaciones y la sequía extrema, han llevado a casi 5 millones de personas a padecer inseguridad alimentaria aguda. La desertificación está reduciendo la viabilidad de la agricultura de secano y la producción ganadera. El desempleo es alarmantemente elevado, en particular entre los jóvenes, y los índices de pobreza son más altos en las zonas rurales. Además, Somalia es uno de los primeros 10 países de origen de personas refugiadas.  

Los agricultores, pastores y agropastores en pequeña escala son quienes se enfrentan a los mayores desafíos, como el cambio climático, la inseguridad, la debilidad de la capacidad institucional y la degradación de la tierra.  

La estrategia

Después de que Alemania, Bélgica, Italia y Suecia liquidaran los pagos en mora en 2023, el FIDA ha vuelto a intensificar sus operaciones en Somalia. A pesar de los atrasos, el FIDA ha seguido movilizando financiación en forma de donaciones y ha ejecutado proyectos gracias a sus asociados en la ejecución. 

La estrategia del FIDA en Somalia se centra en promover la agricultura sostenible, fortalecer la resiliencia, mejorar la capacidad productiva y garantizar la seguridad alimentaria mediante lo siguiente: 

• la mejora de la gestión sostenible y resiliente al clima de las infraestructuras hidráulicas; 
• el desarrollo de tecnologías agrícolas climáticamente inteligentes, la promoción de soluciones basadas en la naturaleza y la mejora de la gestión de los pastizales y el ganado; 
• el fortalecimiento de las capacidades institucionales y técnicas de los actores que intervengan de todos los ámbitos, y 
• el fomento de la participación de los jóvenes en las cadenas de valor agroalimentarias.