El contexto

Bosnia y Herzegovina es un país de ingresos medianos altos con cerca de 3,8 millones de habitantes, más de la mitad de los cuales vive en las zonas rurales.

El país cuenta con más de 500 000 pequeñas explotaciones agrícolas y cerca de un tercio de la población se dedica de alguna manera a la agricultura. La agricultura es uno de los sectores más importantes de la economía del país y contribuye en gran medida a la seguridad alimentaria y nutricional. Sin embargo, como la agricultura sólo representa el 7 % del PIB, la productividad laboral en las zonas rurales es relativamente baja.

En 2015, la tasa de pobreza del país en conjunto alcanzó el 16 % y en 2007 el 18 %. Según un análisis reciente, prácticamente no existe pobreza (alimentaria) extrema en Bosnia y Herzegovina. La pobreza tiene su origen más bien en la exclusión social y en el reducido acceso a los servicios básicos necesarios para llevar un nivel de vida aceptable.

En este contexto, la agricultura y la ganadería se han visto limitadas por la falta de inversión en la infraestructura rural y la ruptura de los vínculos con mercados consolidados.

Los bajos rendimientos, la relativa falta de mecanización, el limitado acceso a crédito asequible y la falta de vínculos fiables a nivel de mayoristas de los procesos de elaboración, acopio y comercialización de la producción dificultan aún más que los agricultores puedan ampliar sus negocios.

Además, los pequeños agricultores y los elaboradores se enfrentan a nuevos riesgos ligados al cambio climático, la meteorología variable y la evolución del entorno operacional.

La agricultura presenta un buen potencial en Bosnia y Herzegovina, pero no se está beneficiando plenamente de la liberalización del comercio en curso ni de la asistencia financiada por la Unión Europea en virtud del Instrumento de Ayuda de Preadhesión.

La estrategia

En Bosnia y Herzegovina, los préstamos del FIDA permiten a la población rural pobre mejorar su seguridad alimentaria e incrementar sus ingresos gracias al apoyo prestado a los agricultores comerciales y de subsistencia y a las empresas agrícolas y no agrícolas.

El FIDA es uno de los pocos organismos presentes en el país que trabaja a una escala considerable con pequeños agricultores y empresarios en ciudades y aldeas subdesarrolladas.

Las actividades del Fondo se dirigen en concreto a hombres y mujeres que practican una agricultura de subsistencia; jóvenes que practican la agricultura comercial en pequeña escala; asociaciones de productores y cooperativas agrícolas; mujeres y jóvenes desempleados interesados en emprender o en encontrar un empleo remunerado fuera del sector agrario, y pequeñas empresas agrícolas y no agrícolas con posibilidades de crecer, aumentar la productividad y contribuir al empleo rural.

La estrategia del programa en el país (COSOP), que se centra en los más vulnerables, tiene por objeto reducir la pobreza, alentar el uso eficiente de los recursos naturales, diversificar y mejorar los medios de vida rurales y mitigar los riesgos vinculados al cambio climático, así como a mejorar la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental.

Las principales actividades están destinadas a:

• garantizar que las asociaciones y cooperativas de productores presten un apoyo eficaz a los agricultores en su transición hacia una agricultura comercial;
• velar por que los pequeños agricultores, las organizaciones de agricultores y las pequeñas y medianas empresas puedan acceder de manera sostenible a innovaciones técnicas, servicios de fomento empresarial y servicios financieros para conseguir ser competitivos a largo plazo, y
• mejorar la infraestructura de mercado para facilitar el acceso de los pequeños agricultores y los empresarios no agrícolas.