El contexto

El 9 de julio de 2011, la República de Sudán del Sur se convirtió en la nación más joven del mundo. En un referéndum sobre la independencia celebrado en enero de 2011, el 99 % de los votantes del sur del Sudán se mostró favorable a la separación del norte.

Incluso antes de la independencia, en el sur, las autoridades llevaban a cabo actividades de desarrollo; sin embargo, a pesar de haber hecho algunos progresos, siguen existiendo muchos retos importantes. La guerra civil que azotó el Sudán durante 21 años se cobró una enorme cantidad de vidas humanas y dejó al Sudán del Sur empobrecido. El Sudán del Sur se encuentra con la doble dificultad de lidiar con el legado del conflicto y la inestabilidad constante, y hacer frente a enormes necesidades de desarrollo. Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral internacional de la pobreza. 

La mayoría de las personas pobres del país vive en las zonas rurales, donde reside el 84 % de la población. La relación entre el Gobierno de Sudán del Sur, en Juba, y el del Sudán, en Jartum, sigue siendo tensa debido a enfrentamientos militares esporádicos. Asimismo, ambos estados todavía tienen varios asuntos importantes por resolver, como la repartición de la venta del petróleo, la demarcación de fronteras, el comercio transfronterizo y la nacionalidad. Tras la firma de un nuevo acuerdo de paz el 5 de agosto de 2018 sobre acuerdos de reparto de poder y la firma del Acuerdo Revitalizado sobre la Solución del Conflicto en Sudán del Sur en Addis Abeba el 12 de septiembre de 2018, hay esperanzas de que la paz vuelva.

La pobreza rural en el Sudán del Sur está relacionada con el conflicto prolongado, el desplazamiento de la población, la escasa cobertura de servicios básicos, el aislamiento geográfico, la falta de mano de obra cualificada y la baja productividad.

El resultado es la pobreza arraigada y las escasas opciones de movilidad social y económica. La agricultura se considera el principal motor del desarrollo económico y rural.

El país es muy joven, ya que dos tercios de la población tiene menos de 30 años.

La estrategia

El FIDA está decidido a mantener y fortalecer su presencia en el Sudán del Sur, trabajando con el Gobierno y otros asociados para el desarrollo. La agricultura es un ámbito crucial para las intervenciones coordinadas, dado su potencial económico como alternativa a la producción de petróleo, su capacidad de crear empleo para los jóvenes y su capacidad demostrada de reducir la pobreza y aumentar la seguridad alimentaria.

Para que la contribución de la agricultura al crecimiento económico en el Sudán del Sur sea máxima, es necesario mejorar la productividad y el acceso a los mercados de los pequeños agricultores, y fortalecer los sistemas de distribución.

El objetivo principal del FIDA en Sudán del Sur es contribuir a la reactivación de los sectores agrícola y ganadero, con el fin de mejorar los medios de vida de la población rural mediante el aumento de la seguridad alimentaria y nutricional y la resiliencia. Nuestra estrategia hace hincapié en la importancia del asentamiento de las comunidades que han estado en continuo movimiento durante los últimos 20 años, debido a los conflictos y los peligros naturales. Asimismo, para impulsar la productividad, también es necesario mejorar las variedades de semillas, mejorar el contenido nutricional de los cultivos alimentarios, gestionar las plagas de forma eficaz e introducir otras mejoras científicas y tecnológicas.

Entre las principales actividades enfocadas a tal fin incluyen:

• aumentar la producción agrícola mediante la ampliación de la superficie de cultivo;
• fortalecer las instituciones gubernamentales;
• fomentar la capacidad de las comunidades de mejorar la producción agrícola, la gestión de los recursos animales y el uso del agua;
• hacer llegar a los hogares vulnerables insumos agrícolas mejorados a través de sistemas basados en el mercado;
• aumentar el acceso de los pequeños agricultores a las tecnologías apropiadas, los mercados y la infraestructura comunitaria, y
• contribuir a la autosuficiencia y la creación de capital social en las zonas rurales.

No obstante, tras más de dos décadas de conflicto, lograr estos objetivos es complicado. Por ejemplo, existe un amplio apoyo para construir carreteras rurales, pero los obstáculos son numerosos, en especial la falta de recursos, los costos elevados y la escasa capacidad local en materia de construcción, explotación y mantenimiento de las carreteras.

Para establecer las prioridades de la inversión agrícola en el Sudán del Sur a partir de hechos comprobados, el Gobierno y sus asociados necesitan más información sobre las explotaciones agrícolas y las prácticas de producción.

A tal fin, las donaciones del FIDA han respaldado un análisis de la resiliencia y los medios de vida de la población rural, realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), así como la confección del mapa de la pobreza, realizado por el Centro Internacional de Investigación Agrícola en las Zonas Secas. Además, otras pequeñas donaciones del FIDA han respaldado a dos organizaciones no gubernamentales que trabajan en el Sudán del Sur: BRAC y AMURT.