El cambio empieza aquí
El punto de partida para lograr un mundo sin pobreza y sin hambre está en las comunidades rurales. Se estima que 3 000 millones de personas (alrededor del 40 % de la población mundial) viven en las zonas rurales de los países en desarrollo.
La mayoría dependen de pequeñas granjas familiares para obtener sus ingresos y sustento. Las poblaciones rurales cultivan los alimentos que alimentan a sus naciones, pero a su vez son desproporcionadamente pobres: el 80 % de las mujeres, los niños y los hombres que viven en situación de extrema pobreza viven en zonas rurales.
Invertir en la población rural es una solución a largo plazo para muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día. El hambre, la pobreza, el desempleo juvenil y la migración forzada son problemas comunes en las zonas rurales. Todas estas dificultades pueden mejorarse enormemente mediante la inversión en la agricultura en pequeña escala y el desarrollo rural inclusivo.
¿Por qué la agricultura?
En el África Subsahariana, la inversión en agricultura es hasta 11 veces más efectiva a la hora de reducir la pobreza extrema que la inversión en cualquier otro sector.
¿Por qué? Porque las pequeñas granjas exitosas proporcionan empleo a los trabajadores no cualificados. Las pequeñas producciones familiares generan ingresos que se gastan en las comunidades rurales y estimulan la economía rural, lo que a su vez contribuye a la paz y la seguridad.
Y en las producciones agrícolas se cultivan los alimentos que nos alimentan a todos.
La conexión con la juventud
Hoy el número de jóvenes de todo el planeta asciende a 1 800 millones, la más grande de la historia. La mayoría vive en las zonas rurales de los países de ingreso bajo y medio. Estos jóvenes tienen la posibilidad de estar desempleados entre dos y tres veces más que los adultos. Además, es más probable que sean pobres. Como resultado, es más propenso que abandonen sus hogares en busca de trabajo.
A menos que invirtamos en las zonas rurales y desarrollemos economías rurales fuertes con perspectivas atractivas para los jóvenes, se verán obligados a emigrar: primero a la ciudad y, después, si no encuentran un empleo decente digno, migrarían a los países vecinos o a países más lejanos.
Un nuevo camino hacia adelante
El desarrollo rural es fundamental para erradicar el hambre y la pobreza, y es crucial para alcanzar los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS. Los proyectos respaldados por el FIDA conectan a la población rural pobre con los mercados y los servicios para que puedan producir más y ganar más.
Además, nuestros proyectos también transforman las comunidades rurales desde el punto de vista económico y social, y promueven la igualdad de género y la inclusión.
Invertir en la población rural es invertir en un futuro mejor para todos.