Los desafíos

Los pequeños agricultores y otros habitantes de las zonas rurales de los países en desarrollo suelen ser los más afectados por el cambio climático. Los patrones meteorológicos menos predecibles, así como el aumento del nivel del mar y la mayor intensidad de las sequías, tormentas e inundaciones más intensas, ejercen presión sobre los ecosistemas de los que los agricultores dependen. 

En las zonas rurales, las diferentes formas de desigualdad suelen agravar la pobreza. Por ejemplo, debido a que las mujeres pobres de las zonas rurales tienen un acceso desigual a la tierra, tienden a limitarse a actividades económicas de bajo rendimiento o mal remuneradas, y tienen menos acceso que los hombres a la financiación, la tecnología, los mercados y la toma de decisiones.

Se estima que los 500 millones de pequeñas granjas agrícolas del mundo en desarrollo constituyen los medios de vida de casi 2 000 millones de personas. Estas pequeñas explotaciones agrícolas representan aproximadamente el 80 % de los alimentos producidos en el África Subsahariana y en algunas partes de Asia.

Los recursos naturales son fundamentales para los medios de vida de la población rural y proporcionan alimentos, vivienda, ingresos e identidad social. El acceso a los recursos en condiciones de seguridad reduce la vulnerabilidad al hambre y la pobreza. Sin embargo, para muchas personas pobres de las zonas rurales, ese acceso está más amenazado.

El crecimiento económico en las zonas rurales a menudo depende de inversiones en infraestructura local coordinadas y bien planificadas. En este sentido, la distancia para llegar a los mercados y la falta de carreteras son una de las principales preocupaciones de las comunidades rurales de todo el mundo en desarrollo.

La agricultura es sumamente diversa y específica de cada lugar, y a menudo se necesitan tecnologías que se adecuen a las distintas condiciones agroecológicas. Las tecnologías innovadoras de producción agrícola son en gran medida el resultado de los sistemas de innovación desarrollados en los países ricos, cuyo acceso resulta difícil en los países en desarrollo.

La población pobre de las zonas rurales rara vez controla las condiciones que determinan sus medios de vida. La mayor parte de esas personas se ven impotentes y no pueden influir en las decisiones que afectan a sus vidas. Esta impotencia está estrechamente vinculada a la debilidad de la gobernanza local, la falta de servicios y el suministro muy limitado de bienes públicos.