La inmensa mayoría de la población rural no dispone de medios fiables y seguros de ahorrar dinero, proteger y crear activos o transferir fondos. Esta carencia se manifiesta especialmente en los grupos vulnerables, como las mujeres, los jóvenes y las personas desplazadas.
Los servicios financieros básicos del sector formal siguen llegando solo a un 10 % de las comunidades rurales. La mala calidad de las infraestructuras, la limitada capacidad de los proveedores de servicios financieros y el bajo nivel educativo de los clientes contribuyen a este complejo problema.
Motor de la transformación rural
El FIDA reconoce que la financiación rural ofrece muchas posibilidades para mejorar los medios de vida de la población campesina.
En los últimos 30 años, el desarrollo de sistemas financieros ha influido enormemente en los medios de vida rurales. Gracias al establecimiento de instituciones innovadoras y la introducción de nuevos instrumentos, los servicios financieros se han ampliado y se ha extendido su alcance.
La tecnología ha hecho posible que las comunidades remotas puedan acceder a una gama más amplia de productos financieros.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. En una economía mundial cambiante en medio de crisis financieras, precios volátiles de los productos agrícolas y los alimentos básicos, y a los peligros del cambio climático, la financiación rural inclusiva sigue siendo un elemento fundamental en la transformación rural.
Gestionar los riesgos y movilizar inversiones
Los pequeños agricultores están expuestos a numerosos riesgos inherentes a su actividad que desalientan la inversión del sector privado.
Las instituciones financieras suelen considerar que la agricultura en pequeña escala es demasiado arriesgada y se resisten a prestar dinero a los agricultores. Otro de los desafíos es que los agricultores son reacios a solicitar préstamos e invertir debido a sus dificultades para gestionar los riesgos, como las crisis climáticas y las enfermedades del ganado.
El FIDA lleva más de 40 años trabajando en favor de sistemas financieros rurales en más de 70 países y ha invertido más de USD 3 000 millones a tal efecto.
El Fondo promueve un enfoque de Gestión de Riesgos Agrícolas (ARM) que equilibra la oferta y la demanda y moviliza la financiación rural y las inversiones para los pequeños agricultores.
El FIDA alberga la Plataforma para la Gestión de Riesgos Agrícolas (PARM), una iniciativa del G20 - que aporta un enfoque integral de gestión de los riesgos basado en un proceso en el que los riesgos agrícolas se evalúan, priorizan y abordan de forma estructurada y bien coordinada.
La PARM promueve:
- la evaluación rigurosa de los riesgos, y
- un enfoque holístico impulsado por la demanda para integrar la gestión del riesgo agrícola en las políticas agrícolas y los planes de inversión nacionales.
El poder de la microfinanciación y las remesas
Los proyectos respaldados por el FIDA aumentan el acceso a servicios financieros y préstamos, de manera que los pequeños productores puedan invertir en sus negocios e incrementar su productividad.
El FIDA es uno de los principales proveedores de microfinanciación del mundo; las inversiones en curso del FIDA en finanzas rurales al 31 de diciembre de 2017 fueron en torno a USD 1 140 millones. Alrededor del 13 % de la actual cartera de inversión está destinado a la financiación rural.
Las remesas son un poderoso instrumento para fomentar la inclusión financiera y el desarrollo de los medios de vida en las comunidades rurales. Nuestro Fondo de Financiación para Remesas (FFR) de multiples dondantes apunta a maximizar el impacto de las remesas en el desarrollo y promover la participación de los migrantes en sus países de origen.
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Un acceso seguro reduce la vulnerabilidad al hambre y la pobreza, influye en la capacidad de invertir en actividades productivas propias y en la ordenación sostenible de los recursos, aumenta las posibilidades de conseguir medios de vida mejores y ayuda a establecer relaciones más equitativas con el resto de la sociedad, contribuyendo de ese modo a la justicia, la paz y el desarrollo sostenible.
Supervisión y apoyo a la ejecución
El logro de una mayor calidad en la ejecución de los proyectos y de mejores resultados en el terreno constituyen prioridades para el FIDA, que dependen en buena medida de una supervisión eficaz y un apoyo a la ejecución bien dirigido. Reconociendo dichas prioridades, el FIDA ha adoptado diversas medidas encaminadas a examinar, aclarar y realzar la función de supervisión y apoyo a la ejecución en las operaciones del FIDA, medidas que cobran nueva urgencia en el intento de alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio y de los cambios consiguientes en la arquitectura internacional del desarrollo.
En la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo se insiste en particular en el apoyo sistemático a las estrategias que los países reconozcan como propias para el logro de resultados de desarrollo, en una mayor utilización de los sistemas nacionales de administración y en la adopción de medidas más coordinadas y previsibles entre los donantes. El FIDA, en su calidad de signatario de la Declaración de París, responde a los problemas de la armonización y la alineación situándose plenamente en este nuevo contexto de desarrollo y tratando de proporcionar el mejor apoyo posible a los países miembros a fin de reducir la pobreza rural. Parte de esa respuesta consiste en hacer frente a los problemas que se plantean en la ejecución de los proyectos mediante una mejor supervisión y un mejor apoyo a la ejecución