From project beneficiary to project staff: Priscilla Torres’s story of growth

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De beneficiaria a personal de un proyecto FIDA: la historia de crecimiento de Priscilla Torres

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

Escondida en las profundidades del suroeste de Guyana y vecina a la selva amazónica, la región del Alto Takutu-Alto Essequibo alberga una pequeña población de poco más de 20.000 personas. Wowetta es una de las escasas y dispersas aldeas amerindias que pueblan esta sabana en la que los pueblos wapishana, macushi, arawak y patomana han vivido juntos durante décadas, cultivando y pescando para ganarse la vida.

Aunque esta pequeña aldea no se puede localizar en ningún mapa en Internet, es el centro del universo para Priscilla Torres, una mujer wapishana de 37 años. Madre de tres hijos, muy activa y comunicativa, Priscilla es una verdadera líder comunitaria.

Su trayectoría comenzó hace más de 10 años, cuando notó que muchas personas abandonaban Wowetta en busca de trabajo, generalmente al otro lado de la frontera con Brasil. Priscilla vio los efectos negativos que esta corriente migratoria tenía en su aldea, y quiso revertir la tendencia, así que animó a otras mujeres de la localidad a formar una asociación agrícola.

Así nació, en 2008, Mujeres Agroprocesadoras de Wowetta, cuyas 48 socias representan casi la totalidad de las mujeres adultas de la aldea. Priscilla fue elegida su primera presidenta.

Después de probar con diferentes cultivos, las socias descubrieron que el procesamiento de la mandioca era lo suyo. Al inicio trabajaban en un antiguo molino tradicional y su principal producto –por ser el más demandado– era la farine (harina de mandioca tostada), pero también elaboraban galletas de mandioca para la merienda de la escuela del pueblo y otros productos.

En 2010, gracias al READ, un proyecto financiado por el FIDA, la asociación tuvo acceso a formación en gestión de empresas y buenas prácticas de procesamiento y comercialización. Estas capacitaciones fue fueron cruciales para aumentar los ingresos de su pequeña empresa, pero, sobre todo, ayudaron al grupo “a crecer como individuos y como organización. Aumentaron nuestra confianza y nos permitió involucrar a otras mujeres”, explica Priscilla.

Miembros de la asociación Mujeres Agroprocesadoras de Wowetta trabajando en el nuevo molino (Cortesía de Priscilla Torres.)

Priscilla estaba convencida de que el grupo podía ir más allá, por lo que siguió trabajando, organizando y alentando a sus compañeras. En los años siguientes recibieron fondos adicionales del Gobierno de Guyana y otros donantes internacionales que les permitieron construir un molino de mandioca moderno y totalmente equipado. Ahora producen hasta 750 kg de harina en cuatro horas, lo que se traduce en unos ingresos de 200.000–300.000 dólares guyaneses (USD 950–1.400).

“Esta pequeña compañía se ha convertido en la principal fuente de ingresos para la aldea, especialmente para las mujeres y los jóvenes", nos dice Priscilla. “Ha funcionado tan bien que en los últimos años hemos visto como disminuye la migración. Incluso hemos comenzado a notar cómo hay personas que regresan desde Brasil para participar en el esfuerzo de desarrollo comunitario”.

Pero llegar hasta aquí no fue fácil. “La comunidad no nos apoyó mucho al principio”, cuenta Priscilla. “Pero nos mantuvimos unidas, fuertes y concentradas. Al final, el consejo de la aldea se convenció de que merecíamos su apoyo”.

Muchas personas, se sentirían contentas con lo ya alcanzado. Pero a Priscilla estas experiencias solo la hicieron sentir más preparada y decidida a seguir trabajando para mejorar la vida de su comunidad.

Priscilla trabajó para la Agencia de Cuestiones Indígenas durante seis años, compatibilizando esa labor con la de la asociación hasta que en 2016 oyó hablar de un nuevo proyecto financiado por el FIDA –HESAD– en una conferencia regional de Toshaos (autoridades indígenas tradicionales) y se interesó por cómo el proyecto podría contribuir a mejorar la vida de su gente.

Resulta que los gerentes del proyecto también estaban interesados en cómo ella podría ayudarlos pues era conocida en toda la región por su capacidad de liderazgo. Así, el proyecto le ofreció un puesto de facilitadora, lo que cuadraba perfectamente con las habilidades que Priscilla había desarrollado desde que se convirtió en presidenta de Mujeres Agroprocesadoras de Wowetta.

Priscilla (segunda desde la derecha) junto con un grupo de estudiantes de la Universidad de Guyana. (Cortesía de Priscilla Torres.)

Como facilitadora, Priscilla se ocupa de ayudar a las comunidades a desarrollar ideas de emprendimientos que HESAD puede posteriormente financiar. Ha trabajado en proyectos que van desde iniciativas de cría de aves de corral hasta el ecoturismo, pero todos ellos siempre remiten a la misma cuestión: el desarrollo comunitario. Siempre está atenta a cualquier cosa que pueda aumentar los ingresos de la gente, generar empleos o mejorar las tasas de desarrollo de la región.

Ella habla con orgullo de la oportunidad que le ofrece este puesto. “Trabajo con las comunidades, con los Toshaos y los consejeros de las aldeas y con otras personas habilidosas, como el personal de servicios de salud y los maestros. Eso me permite aprender, crecer y ayudar a mi gente ".

Este trabajo también le ha permitido forjar alianzas fuera de su comunidad y construir relaciones con el Consejo Democrático Regional, el Ministerio de Finanzas y el Ministerio de Agricultura. A pesar de que está bastante ocupada, Priscilla nunca olvida sus raíces y todavía trabaja con Mujeres Agroprocesadoras de Wowetta como secretaria de la Junta Ejecutiva.

Priscilla sabe que la clave para el éxito de las iniciativas de desarrollo es la participación comunitaria. “Es muy importante trabajar con diferentes grupos, como jóvenes, mujeres y ancianos, permitiendo su plena participación en el proceso de planificación. Si se hace así, aseguras la participación del 90% de la comunidad, y eso es crucial”.

Al buscar inspiración, muchas personas tienden a mirar hacia las grandes figuras de la historia. Nosotros en el FIDA no somos una excepción, pero también nos inspiramos en las personas como Priscilla, que conforman el factor esencial para el éxito de nuestros proyectos: el factor humano.

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