La discapacidad en las zonas rurales: una cuestion de percepcion

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La discapacidad en las zonas rurales: una cuestión de percepción

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En la actualidad, mil millones de personas -el 15% de la población mundial- tienen una discapacidad, y el 80% de ellas viven en países en desarrollo. Las personas con discapacidad se enfrentan a importantes desafíos, entre ellos las actitudes negativas, el estigma, la discriminación y la falta de accesibilidad en los entornos físicos y virtuales, todo lo cual complica su capacidad de participar plenamente en la sociedad y la economía. Por estas razones y otras más, a pesar de ser "la minoría más grande del mundo", a menudo se les pasa por alto.

Las personas con discapacidad son más propensas a vivir en la pobreza que las personas sin discapacidad. Los datos disponibles indican que la proporción de las personas con discapacidad que viven por debajo de la línea de pobreza es superior a la proporción de las personas sin discapacidad ; en algunos países llega a ser el doble. En los países en desarrollo, las personas con discapacidad y sus hogares tienen menos probabilidades de contar siempre con alimentos para comer. Mientras tanto, la crisis de COVID-19 está profundizando las desigualdades existentes y poniendo de manifiesto la magnitud de su nivel de exclusión. Además de enfrentar un mayor riesgo de contraer COVID-19 y sufrir graves complicaciones, las personas con discapacidad también se ven particularmente desfavorecidas por sus consecuencias socioeconómicas, como, por ejemplo, la pérdida de empleos y las medidas de confinamiento para controlar la propagación del virus. También constituyen el grupo que ha tenido más víctimas fatales.

Por lo general, las personas con discapacidad enfrentan más desafíos en las zonas rurales que en las urbanas. Es menos probable que asistan a la escuela, tengan empleo, reciban cuidados de un trabajador de la salud capacitado, y posean un teléfono móvil propio. Asimismo, con frecuencia se las deja atrás en las intervenciones de desarrollo rural. A menudo se consideran objeto de caridad, tratamiento médico y protección social, y no individuos capaces de ejercer sus derechos, tomar decisiones sobre la base de su consentimiento libre e informado, y ser miembros activos de la sociedad y la economía. No obstante, la bibliografía existente demuestra que las personas con discapacidad de las zonas rurales son económicamente activas, tienen el potencial para generar ingresos y la posibilidad de recorrer un camino productivo que las saque de la pobreza.

Una serie de proyectos financiados por el FIDA han asistido exitosamente a personas con discapacidad a establecer sus propias empresas en distintos puntos de la cadena de valor, desde la producción hasta la elaboración, el comercio y la compra. Como resultado, ahora pueden mantenerse a sí mismas y a sus familias y contribuir a las economías locales.

En el Senegal, por ejemplo, el FIDA y sus asociados han brindado capacitación profesional y comercial a más de 300 miembros de organizaciones de personas con discapacidad. Así fue como Djenalib Ba pudo establecer su propio taller para fabricar y reparar herramientas agrícolas. Ahora emplea y enseña a cinco jóvenes. Del mismo modo, Daba Diom comenzó un emprendimiento de avicultura y, con las ganancias que obtiene, los 14 integrantes de su hogar ahora van a la escuela y consumen tres comidas por día.

No obstante, los programas de desarrollo rural, como los que financia el FIDA, tienen que esforzarse más por llegar a las personas con discapacidad. La inclusión eficaz comienza con el reconocimiento de que son miembros activos de la sociedad y la economía y se funda en enfoques de focalización específicos y una mayor interacción con las personas con discapacidad y sus organizaciones, para que hagan oír sus voces y las actividades de los proyectos se adecuen a sus necesidades.

En el FIDA nos hemos comprometido a redoblar esfuerzos para incluir a las personas con discapacidad en nuestras operaciones, por ejemplo, mediante el trabajo en asociación con otras organizaciones. Estamos a punto de poner en marcha una nueva iniciativa, en colaboración con Light for the World, la Organización Internacional del Trabajo y la PROCASUR, para aplicar innovadores enfoques piloto respecto a la inclusión de estas personas en los proyectos financiados por el FIDA. Como miembro nuevo de la Global Action on Disability Network, también esperamos poder fortalecer nuestra colaboración con las organizaciones de personas con discapacidad a través de la International Disability Alliance.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible ponen de relieve la necesidad de incluir a las personas con discapacidad, lo cual cobra aún mayor importancia en todo lo que hacemos durante la crisis de la COVID-19 y después. Solo centrándonos en las capacidades de todos los miembros de las comunidades rurales podremos construir economías y sociedades igualitarias, inclusivas y sostenibles que sean más resilientes a las pandemias y los muchos otros desafíos mundiales que enfrentamos.