Promover el empoderamiento económico de las mujeres en África Occidental y Central

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Promover el empoderamiento económico de las mujeres en África Occidental y Central

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
©FIDA/Andrew Esiebo/Panos

Cada vez son más los informes que demuestran lo que muchos profesionales del desarrollo ya saben sobre las repercusiones de la COVID‑19: las mujeres y las niñas son más vulnerables a los efectos socioeconómicos y sanitarios de la crisis. Los estudios indican que la COVID‑19 conlleva un mayor riesgo de violencia contra las mujeres y las niñas, una menor seguridad económica para las mujeres y un aumento de la carga de tareas de prestación de cuidados no remuneradas.

Las mujeres de África Occidental y Central corren un riesgo especial, pues ya de por sí suelen sufrir un bajo nivel de bienestar, reflejo de los bajos indicadores sanitarios, económicos y de capital humano. Aunque muchos países de la región han registrado algunos de los mayores avances en la participación y las oportunidades económicas de las mujeres en los últimos 15 años, según el Global Gender Gap Report (Informe mundial sobre la desigualdad de género) del Foro Económico Mundial, la COVID‑19 amenaza con un retroceso. Las respuestas en materia de políticas a la crisis pueden ayudar a compensar muchos de estos impactos dispares, pero solo si tienen en cuenta los obstáculos adicionales a que se enfrentan las mujeres.

En la herramienta en línea Global Gender Response Tracker del PNUD y ONU‑Mujeres se muestra cómo los Gobiernos de todo el mundo están respondiendo a la crisis con medidas políticas. Ese sistema de seguimiento clasifica las políticas en cuatro grandes categorías, según su centro de atención: protecciones sociales, mercado laboral, paridad fiscal y económica, y violencia contra las mujeres. Aunque muchos países han logrado notables avances en la formulación de políticas ‑que tienen en cuenta las perspectivas de género dirigidas a hacer frente a la COVID-19, esta herramienta muestra que, lamentablemente, no todas las políticas adoptadas son sensibles a las cuestiones de género.

La República Democrática del Congo, por ejemplo, ha incorporado el mayor porcentaje de políticas que tienen en cuenta la perspectiva de género en relación con la COVID‑19, mientras que Côte d’Ivoire y Nigeria registran el mayor número absoluto: cada una cuenta con 10 nuevas políticas destinadas a proteger y empoderar a las mujeres ante la crisis.

Share of COVID-19 response policies that are gender-sensitive. Most countries in West and Central Africa have adopted health and economic measures in response to COVID-19, but not all of these measures are gender-sensitive. Porcentaje de políticas de respuesta ante la COVID 19 que tienen en cuenta las cuestiones de género. La mayoría de los países de África Occidental y Central han adoptado medidas sanitarias y económicas en respuesta a la COVID-19, pero no todas esas medidas tienen en cuenta las cuestiones de género. Fuente: Tablero de seguimiento de la vulnerabilidad de las mujeres.Source: Women’s Vulnerability Dashboard.

 

Las distintas medidas que muchos países han adoptado para abordar las desigualdades de género suponen un buen avance. Sin embargo, las mujeres rurales siguen en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria, desnutrición y mayor violencia de género, además de participar en menor medida en las actividades económicas.

En cuanto principal institución de financiación rural en los países en desarrollo, el FIDA está trabajando directamente para contrarrestar el desproporcionado impacto sanitario y socioeconómico de la COVID‑19 en las mujeres rurales y garantizar que se destinen recursos a las poblaciones más vulnerables. Guiado por su Política sobre la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, el FIDA pretende promover el empoderamiento económico de las mujeres reforzando su inclusión en las actividades de los programas que ejecuta, apoyando los esfuerzos orientados a reducir su carga de trabajo y fomentando oportunidades equitativas para que se oigan las voces de las mujeres en la adopción de decisiones y las iniciativas de liderazgo.

Tres países en los que, según los datos de Data2X, las mujeres tienen un bajo nivel de bienestar, acogen proyectos en curso financiados por el FIDA que presentan enfoques transformadores en materia de género. Se trata de proyectos que:

  • crean oportunidades para cuestionar y cambiar las normas de género;
  • promueven puestos de influencia social y política para las mujeres, y
  • abordan las desigualdades en el reparto de poder entre las mujeres y los hombres.

Este tipo de proyectos tiene el potencial de dar a las mujeres rurales de África Occidental y Central empoderamiento económico, igualdad de condiciones a la hora de expresarse y un reparto más equitativo de la carga de trabajo.

PRAPAM (República Centroafricana)

El Proyecto para la Mejora de la Productividad y el Acceso a los Mercados de Productos Agrícolas en las Sabanas (PRAPAM) aplicará el innovador Sistema de Aprendizaje Activo de Género (GALS), la metodología basada en los hogares más utilizada por el FIDA, la que contribuye a transformar la perspectiva de género dentro de las familias y mejorar las relaciones de género dentro de los hogares. La metodología del GALS está directamente relacionada con los objetivos del proyecto, que incluyen el avance del empoderamiento económico de las mujeres, la mejora de su bienestar mediante el alivio de su carga de trabajo y el refuerzo de su participación en la toma de decisiones. Dada su capacidad para transformar las relaciones de género, el proyecto presta una especial atención a las mujeres que “podrían tener una mayor carga de trabajo por el aumento de las tareas domésticas, debido a la pérdida de ayuda doméstica, el cierre de las escuelas y el aumento de la carga de trabajo relacionada con los cuidados” como consecuencia de la pandemia.

PRECIS (Níger)

El Proyecto para Fortalecer la Resiliencia de las Comunidades Rurales ante la Inseguridad Alimentaria y Nutricional (PRECIS) está incorporando una estrategia de focalización muy sensible a las cuestiones de género e inclusiva a fin de garantizar que las mujeres participen en las principales actividades del proyecto, es decir, las que se centran en la creación de capacidades técnicas, la iniciativa empresarial y el liderazgo. En particular, el proyecto tratará de reducir las barreras socioculturales que dificultan el acceso de las mujeres a la tierra y a la financiación. Aunque la COVID‑19 amenaza con desbaratar gran parte del crecimiento logrado en los últimos años, este proyecto puede ayudar a garantizar que la capacitación de las mujeres no quede al margen de los esfuerzos de respuesta y recuperación.

MERIT (Malí)

Pese a la fuerte respuesta centralizada de Malí a la COVID‑19, ninguna de sus medidas económicas o sanitarias se dirige directamente a las mujeres. El Proyecto para Fomentar el Uso de Múltiples Formas de Energía para Mejorar la Resiliencia y la Gestión Integrada de las Tierras (MERIT) puede ayudar a remediarlo. Este proyecto aborda directamente las vulnerabilidades de las mujeres al proporcionar a los hogares equipos de energía solar y cocinas mejoradas, lo que permite a las mujeres, en particular, disponer de más tiempo para otras actividades productivas. También se espera que la mayor disponibilidad de energía para cocinar tenga un efecto positivo en la nutrición de las mujeres y los niños, gracias al aumento del número de comidas calientes.

La Duodécima Reposición de los Recursos del FIDA promete reforzar aún más el empoderamiento de las mujeres. Con el objetivo de que el 35 % de sus proyectos contribuyan a transformar las relaciones de género en el próximo ciclo, el FIDA seguirá consolidando sus esfuerzos para promover el empoderamiento de las mujeres rurales y abordar las causas profundas de las desigualdades. Esos esfuerzos garantizarán que África Occidental y Central, entre otras regiones, avance a buen ritmo de cara al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Al garantizar la participación equitativa de las mujeres rurales en las actividades productivas, el FIDA está contribuyendo a reforzar la resiliencia de las mujeres y su capacidad para recuperarse de futuras crisis.