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Enséñame a pescar y transformaré mi vida y la de mi comunidad

21 abril 2020
Photos by IFAD/David Paqui

Los barcos pesqueros surcan las claras aguas azules de toda la costa de Mozambique. Para los tripulantes de esos barcos, las excursiones que realizan a diario son su medio de vida, y lo son en todo sentido, puesto que el pescado es tanto su principal fuente de alimentación como su principal fuente de ingreso.

Hasta hace poco, muchos mozambiqueños no podían pescar más que para sobrevivir. Con lo poco o nada que les quedaba para vender, a menudo se veían atrapados en un ciclo de ingresos bajos y a merced de los vaivenes del clima.

Sin embargo, todo ello está cambiando.

Entre 2010 y 2019, el FIDA y el Gobierno de Mozambique pusieron en marcha el proyecto ProPESCA, destinado a mejorar los medios de vida de los pescadores y sus comunidades a lo largo de la costa mozambiqueña. En el marco de un mecanismo de cooperación, el proyecto ha reunido a personas de regiones y naciones vecinas para que intercambien enseñanzas y conocimientos, con resultados impresionantes.

En la provincia de Zambezia, por ejemplo, la producción pesquera aumentó de 35 000 toneladas en 2012 a 80 000 toneladas en 2018. La provincia de Zambezia es también donde conocimos a Mariamo Fermino, una beneficiaria del proyecto ProPESCA.

Mariamo posa para la fotografía junto a su motocicleta. Crédito de la foto FIDA/David Paqui

Mariamo tiene 28 años y nació en el distrito de Pebane, en Zambezia. Cuando murió su padre tuvo que abandonar los estudios porque su madre no podía seguir pagándole la escuela, pero no dejó que eso la detuviera. En 2010 empezó a vender té y comida casera en el pueblo. Sin embargo, finalmente no pudo hacer funcionar el negocio y, junto a su marido Ramadan, decidieron irse a buscar oportunidades —y estabilidad financiera— a otra parte.

Mariamo trabajando en la playa.  Crédito de la foto FIDA/David Paqui

En 2015, Mariamo y Ramadan se mudaron a la aldea de Zalala. No tenían amigos ni familia allí, y entre los dos tenían 1 500 meticales (unos 22 dólares). Sin embargo, habían oído que en esa comunidad había un proyecto de pesca que creaba oportunidades de negocio. 

Mariamo empezó vendiendo tortas caseras en la aldea y en la playa. Con el dinero que ganaba empezó a comprar pescado para salarlo y venderlo, y ello le permitió participar en el proyecto ProPESCA.

En el marco del proyecto, recibió formación sobre higiene y nutrición, cocina, pastelería y salazón de pescado, así como sobre marketing y ahorro. Los conocimientos empresariales que adquirió le permitieron empezar a diversificar y ampliar su negocio.

Mariamo junto a su barco pesquero y tres de sus empleados.  Crédito de la foto FIDA/David Paqui

Como sus ganancias crecieron, empezó a soñar en grande: quería comprarse su propio barco pesquero. Así pues, se unió al grupo de ahorro de mujeres de Zalala y ahorró hasta que pudo comprarse uno.

Hoy emplea a seis pescadores que salen a pescar todos los días en turnos rotativos.

El negocio de Mariamo, como muchos otros en Mozambique, también se ve afectado por los efectos del cambio climático. Los volúmenes de las capturas son cada vez menores y el Gobierno de Mozambique ha comenzado a regular los tipos de red que pueden utilizarse en temporada baja. Gracias a su participación en el proyecto ProPESCA, Mariamo pudo invertir en redes autorizadas, por lo que su embarcación puede salir todo el año y seguir generando ganancias.

Mariamo y Ramadán.  Crédito de la foto FIDA/David Paqui

Mariamo ha ahorrado mucho con su negocio.  Está pagando la matrícula de Ramadan, que estudia para ser maestro de escuela primaria, y le paga el alquiler de una habitación, la comida y la matrícula escolar a su hermana menor, que va a la secundaria en la ciudad de Quelimane. “Lamenté mucho no haber podido ir a la escuela yo misma. Si algún día tengo un hijo, haré lo imposible por mandarlo a la escuela y a la universidad”, dice Mariamo.

Mariamo se prepara para jugar al fútbol con sus compañeros. Crédito de la foto FIDA/David Paqui

Mariamo es un modelo a seguir en Zalala. Es una verdadera líder y promotora de la igualdad de género en una comunidad conservadora. Incluso consiguió reunir a las jóvenes de la comunidad para formar un equipo de fútbol femenino, que juega todos los sábados por la tarde.

"Quiero que las mujeres de mi comunidad sigan mi ejemplo. Por eso hago todo lo posible por ayudarlas, para que no tengan que esperar a que sus maridos les compren alimentos o puedan enviar a sus hijos a la escuela o al hospital cuando estén enfermos", dijo.

Mariamo posa en la playa. Crédito de la foto FIDA/David Paqui

Mariamo tiene un plan bien definido a largo plazo. En los próximos 10 años, quiere comprar hasta cinco barcos más, todos con motor para pesca en mar abierto, y contrarar a más hombres, sobre todo jóvenes. También quiere comprar una furgoneta para poder llevar su pescado a los mercados de Quelimane y Nampula, donde le ofrecen un mejor precio.

“ProPESCA no me dio pescado, me enseñó a pescar. Me empoderó. Hoy puedo permitirme más de tres comidas nutritivas al día. Puedo pagar la escuela de mi marido y de mi hermana y darle dinero a mi madre cuando lo necesita”, agrega Mariamo. “Quiero que el proyecto continúe para siempre, para que muchas mujeres puedan beneficiarse de él y empoderarse. Agradezco al FIDA y al Gobierno de Mozambique. El proyecto ProPESCA me gusta mucho.”

Y Mariamo no es la única. Gracias a ProPESCA, muchas mujeres y jóvenes de las provincias costeras de Mozambique tienen historias similares que contar.

Actualización, septiembre de 2020

Ha pasado casi un año desde que entrevistamos por primera vez a Mariamo Fermino Bilasse. Últimamente, debido a la propagación de la pandemia de COVID-19 y sus efectos en innumerables personas y empresas, hemos estado comprobando la situación de los participantes en los proyectos respaldados por el FIDA en todo el mundo. Hace poco nos pusimos al día con Mariamo y le preguntamos cómo le ha ido a ella y a su negocio.

Pese a que la COVID-19 aún no ha llegado a la aldea de Zalala, sí ha provocado efectos devastadores en la economía local. El acceso público a la playa lleva mucho tiempo restringido y los desplazamientos continúa prohibidos. El número de vendedores que vienen a comprar pescado ha disminuido drásticamente y, por ende, su volumen de ventas. Los ingresos de Mariamo se han visto afectados de manera significativa. Llega en un momento especialmente desfavorable ya que necesitaba redes de pesca nuevas, las que ahora está utilizando solo sirven para capturar peces pequeños de escaso valor comercial. Mientras tanto, aunque algunas de las medidas de restricción se han eliminado recientemente, el momento tampoco es óptimo: el mes de septiembre, que trae consigo vientos tan fuertes que a veces los barcos ni siquiera pueden alejarse de la costa, nunca ha sido el mejor para la pesca.

Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, la vida en la aldea de Zalala continúa. Si bien la playa está cerrada al acceso público, a los pescadores se les permite trabajar. Los empleados de Mariamo siguen saliendo al mar casi todos los días. También ha vuelto a poner en marcha algunas de sus viejas fuentes de ingresos: la venta de tortas de pescado en la playa. Gracias al dinero que había ahorrado antes de la pandemia, pudo invertir en un congelador, por lo que ahora también hace y vende hielo.

Ramadan también le echó una mano en el negocio durante los meses en que las escuelas estaban cerradas y no podía asistir a su curso de formación de maestros. Sin embargo, hace poco han reabierto y él ha podido reanudar sus estudios. Todavía tiene planes de convertirse en maestro.

Las ambiciones de Mariamo tampoco han flaqueado. Se siente motivada gracias a los ingresos que aún puede conseguir y a la resiliente comunidad de la que forma parte. Todavía no ha perdido la esperanza en el futuro y conserva su sueño de ser algún día propietaria de cinco barcos.

Más información sobre la labor del FIDA en Mozambique.