FIDA Informe Anual 2020
En 2020, las personas de las zonas rurales afrontaron una serie de desafíos sin precedentes.
A los efectos del cambio climático, las presiones ambientales, los brotes de plagas y enfermedades, la desigualdad y las crisis económicas ya existentes, se sumó una pandemia mundial que amenazó con perturbar los sistemas alimentarios de todo el mundo y echar por tierra todos los avances logrados durante años en la lucha contra la pobreza y el hambre.
Hacía muchos decenios que el mundo no se enfrentaba a una situación similar. Tuvimos que actuar con rapidez y decisión para proteger los medios de vida rurales y mantener los sistemas alimentarios en funcionamiento. Al mismo tiempo, no podíamos pasar por alto nuestra responsabilidad, consagrada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de trazar el camino hacia la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza, la resiliencia y la transformación inclusiva de las comunidades rurales a largo plazo.
Prólogo del Presidente
Respuesta rápida, pero con vistas a largo plazo
Cuando estalló la pandemia, los equipos del FIDA en los países comenzaron inmediatamente a colaborar con los Gobiernos para adaptar los proyectos en curso a fin de que las poblaciones rurales pudieran mantener sus actividades generadoras de ingresos y no se vieran obligadas a vender sus escasos activos.
Algunas de las principales prioridades fueron garantizar la disponibilidad de semillas para la inminente temporada de siembra y utilizar soluciones digitales para que los productores en pequeña escala pudieran llegar a sus clientes y vender sus productos. El primer proyecto que reestructuramos fue uno en Bosnia y Herzegovina: para finales de marzo, en asociación con el Gobierno, habíamos proporcionado paquetes de apoyo a 9 000 hogares vulnerables que, entre otras cosas, contenían plántulas y fertilizantes para que los agricultores pudieran seguir produciendo para los mercados locales.
Sin embargo, pronto se hizo evidente que la magnitud de la crisis exigía redoblar los esfuerzos. Debíamos estrechar la colaboración con los Gobiernos para llegar a más personas del medio rural y ayudarlas a través de un acceso oportuno a los insumos, la información, los mercados y la liquidez.
En abril se creó el Mecanismo de Estímulo para la Población Rural Pobre (RPSF). El FIDA aportó un total de USD 40 millones para su puesta en marcha y recaudó más de USD 50 millones gracias a las generosas contribuciones de Alemania, el Canadá, los Países Bajos, Suecia y Suiza. A medida que la pandemia sigue su curso, el mecanismo está ayudando a las personas de las zonas rurales a mantener su economía a flote, además de contribuir a la disponibilidad constante de alimentos. Gracias al aumento de la financiación y del apoyo brindados al mecanismo, está previsto desplegar nuevos esfuerzos en 2021.
En 2020, las iniciativas también se centraron en construir pensando en el futuro, velar por que el FIDA estuviera en condiciones de encabezar los procesos de recuperación y retomar el camino hacia la consecución de los ODS, en especial, la erradicación de la pobreza extrema y el hambre. Para ello, ha sido necesario renovar la estructura financiera del Fondo con miras a aumentar las inversiones y beneficiar a más personas del medio rural y, al mismo tiempo, mantener la disciplina financiera y gestionar los riesgos.
Las contribuciones a los recursos básicos siguen constituyendo los cimientos de la financiación del FIDA. Simultáneamente, se han reconocido las credenciales financieras del Fondo y se ha mejorado la oportunidad de movilizar más recursos gracias a la sólida calificación crediticia obtenida a lo largo del año tanto de Fitch como de Standard & Poor’s. El nuevo Marco Integrado para la Obtención de Préstamos también permitirá que el FIDA gestione los riesgos asociados a un modelo financiero más ambicioso, al tiempo que garantizará su sostenibilidad financiera.
Los esfuerzos destinados a aumentar la resiliencia de las poblaciones rurales no solo implican ampliar la escala de las inversiones, sino que también requieren ir un paso más allá para beneficiar a las personas más propensas a quedarse atrás.
En 2020, una de las iniciativas más importantes consistió en la revisión de las directrices sobre focalización. Esas directrices garantizarán que todas las actividades operacionales del FIDA se rijan por el principio de no dejar a nadie atrás. Asimismo, ampliamos las asociaciones con los pueblos indígenas; la cantidad de grupos de pueblos indígenas que participaron en los preparativos de la quinta reunión mundial del Foro de los Pueblos Indígenas del FIDA fue más de diez veces superior a la registrada en ocasiones anteriores.
En 2020, también pusimos a prueba una serie de enfoques para aumentar la inclusión de las personas con discapacidad en los proyectos respaldados por el FIDA. Además, pusimos en marcha en cinco países una serie de iniciativas dirigidas a adoptar “un enfoque comunitario para conectar las opiniones de los jóvenes con la adopción de medidas”, gracias al cual el Fondo podrá esforzarse aún más por incluir a los jóvenes en sus futuros proyectos.
En 2020 se realizaron avances constantes en lo que respecta al perfeccionamiento de los procesos operacionales del FIDA, lo que permitirá lograr mejores resultados de manera más rápida. También elaboramos una nueva política relativa a la financiación mediante donaciones ordinarias, que a principios de 2021 ya se encontraba en vías de aplicación. La nueva política garantizará que las donaciones ordinarias tengan un mayor impacto en las vidas de las poblaciones rurales sobre el terreno, sobre todo, mediante el fomento de las sinergias con las demás actividades del Fondo que no se financian con donaciones y el fortalecimiento de los procesos de aprendizaje.
Asimismo, estamos aumentando nuestra eficiencia en la esfera de las actividades crediticias y no crediticias a través del proceso de descentralización en curso.
En 2020, la proporción de personal del FIDA desplegado sobre el terreno ascendió al 32 %, frente al 10 % registrado en el período de la FIDA10 (2016-2018). El aumento del personal sobre el terreno nos está ayudando a lograr mejores resultados en lo que respecta a las asociaciones y la actuación en materia de políticas, además de contribuir a que nuestras actividades de colaboración a nivel mundial se traduzcan en medidas en el plano local. Esto cobra aún más importancia en el marco de los preparativos de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas, prevista para 2021. La experiencia y los conocimientos del FIDA permitirán hacer aportaciones fundamentales a la cumbre, y nuestra presencia sobre el terreno en las zonas rurales nos llevará a encabezar la aplicación de los resultados de la cumbre en los próximos años, en coordinación con nuestros asociados.
A pesar de los desafíos afrontados en 2020, seguimos convencidos de que es posible alcanzar el objetivo de lograr un mundo sin pobreza ni hambre. Para conseguirlo, las mujeres y hombres de las zonas rurales que reciben apoyo del FIDA deben estar mejor preparados para superar los desafíos imperantes. Por nuestra parte, debemos garantizar que reciban el apoyo necesario para poder hacer frente a las perturbaciones actuales y futuras. Seguiremos esforzándonos por hacer más y mejor a fin de que, juntos, lo hagamos realidad.
Gilbert F. Houngbo
Presidente del FIDA
2020 en cifras
Un contexto mundial difícil
Los efectos de la pandemia de la COVID-19 han acrecentado los desafíos para alcanzar los ODS.
Por primera vez en una generación, en 2020 se registró un aumento de la pobreza extrema y empeoraron las perspectivas de erradicar el hambre.
Se está poniendo a prueba la resiliencia de las poblaciones rurales
La pandemia de la COVID-19 se sumó a las diversas amenazas que ya afectaban a los medios de vida rurales, como los efectos cada vez más severos del cambio climático, la degradación ambiental, la desigualdad, la falta de empoderamiento y las recesiones económicas.
La mayor parte de las personas pobres y afectadas por el hambre de todo el mundo viven en las zonas rurales.
Proporción de personas pobres a nivel mundial
Proporción de personas afectadas por el hambre
a nivel mundial
Es necesario aumentar la inversión
en la resiliencia rural
A pesar de que los retos afrontados son especialmente arduos, las inversiones dirigidas a aumentar la resiliencia de los medios de vida rurales siguen siendo sumamente insuficientes.
Financiación para el clima destinada a la agricultura en pequeña escala
Las inversiones en las poblaciones rurales redundan en grandes beneficios
A pesar de las dificultades que afrontan las personas de las zonas rurales, gracias al apoyo del FIDA están encontrando soluciones para impulsar sus medios de vida y mantener en funcionamiento las economías y los sistemas alimentarios a nivel local.
Estoy agradecida, como mujer pobre, de haber podido obtener un préstamo sin intereses. Pude empezar este negocio con mis habilidades y conocimientos y estoy contenta de haber podido devolver el favor empleando a otras mujeres como yo”
Nos alegramos de formar parte de este proyecto, porque sin duda ha ayudado muchísimo a aumentar los ingresos de nuestros agricultores y nos ha animado a producir cada vez más”
Antes de empezar a aplicar lo aprendido en la formación, las cosas no me iban bien. Sin embargo, tras la capacitación, ha habido muchos cambios. He plantado maíz y soja siguiendo las buenas prácticas agrícolas. También tengo una vaca lechera. Pertenezco a un fondo de incentivos de las aldeas que hemos creado para ayudarnos a ahorrar. Nada de esto sería posible sin la formación recibida”
Respuesta a los impactos socioeconómicos de la pandemia de la COVID-19
Cuando estalló la pandemia a principios de 2020, el FIDA puso en marcha el Mecanismo de Estímulo para la Población Rural Pobre, un mecanismo de financiación para ayudar a las personas más vulnerables y marginadas a procurarse un sustento durante la crisis y acelerar la recuperación de las comunidades rurales.
Asimismo, se reasignaron los fondos de los proyectos existentes con miras a financiar las actividades de respuesta a la COVID-19.
Duplicación del impacto del FIDA
La recuperación tras las pandemia de la COVID-19, el aumento de la resiliencia ante futuras perturbaciones y la erradicación del hambre y la pobreza entrañan desafíos enormes.
Sin embargo, con las inversiones y el apoyo adecuados, las comunidades rurales prósperas pueden contribuir a superarlos.
El objetivo del FIDA es duplicar su impacto
a lo largo de los próximos 10 años.
Para ello, usará nuevas herramientas innovadoras y aumentará su colaboración con el sector privado, que se combinará con la provisión de financiación mediante donaciones a los países más afectados por el cambio climático, la fragilidad y la inseguridad alimentaria.
Perfeccionamiento de las herramientas para llegar a los más vulnerables
Directrices operacionales sobre focalización revisadas
Integración del principio de no dejar a nadie atrás en todas las operaciones del FIDA
Colaboración y celebración de consultas con los jóvenes
Adopción de un enfoque comunitario para conectar las opiniones de los jóvenes con la adopción de medidas
Ampliación y profundización de las asociaciones con los pueblos indígenas
Celebración de reuniones regionales y de un foro mundial sobre la resiliencia de los sistemas alimentarios de los pueblos indígenas en el contexto de la pandemia
Aumento de la importancia asignada a incluir a las personas con discapacidad en los proyectos
Puesta a prueba de una serie de enfoques para la inclusión de la discapacidad
Ampliación de los enfoques para empoderar a las mujeres
Concesión de una donación a nivel mundial para promover los derechos de las mujeres sobre la tierra
Objetivo: Permitir que las personas vulnerables aumenten su resiliencia y eviten caer en la pobreza y el hambre
Conexión de las opiniones de los jóvenes con la adopción de medidas
A partir de una serie de consultas celebradas con representantes de los jóvenes procedentes de todo el mundo, en 2020 el Fondo puso en marcha actividades dirigidas a adoptar un “enfoque comunitario para conectar las opiniones de los jóvenes con la adopción de medidas”. Ese enfoque mejorado, que se basa en el Plan de Acción para los Jóvenes del Medio Rural, permitirá que el FIDA aproveche la oportunidad para impulsar la participación de los jóvenes como asociados fundamentales y garantizar que en los programas se tengan más en cuenta sus necesidades y puntos de vista a través de un proceso de participación más estructurado y adaptado.
Priorización de las innovaciones para obtener mejores resultados de manera más rápida
Mejora de los sistemas de ejecución
Supervisión y fortalecimiento de las reformas institucionales
Selección, puesta a prueba y ampliación de escala de las ideas
Objetivo: Mejores procesos para obtener
mejores resultados
Aprovechamiento de las fortalezas de la cartera de donaciones del FIDA
El FIDA ha preparado una nueva política relativa a la financiación mediante donaciones ordinarias, que se pondrá en marcha en 2021. Esta política empleará una nueva herramienta para garantizar que la cantidad de recursos disponibles se ajuste a los resultados de las reposiciones del FIDA. Asimismo, promoverá las sinergias entre las donaciones y las actividades financiadas por medio de otros instrumentos, además de reforzar el desempeño de las donaciones al extraer enseñanzas de la experiencia pasada.
Establecimiento de un marco común para coordinar el aumento de la resiliencia
Programa de Resiliencia Rural
Ampliación del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala
Iniciativa para la Sostenibilidad, la Estabilidad y la Seguridad en África (Iniciativa 3S)
Programa Marco del Fondo Verde para el Clima para la Iniciativa de la Gran Muralla Verde del Sáhara y el Sahel
Objetivo: Dar respuesta a las causas de la inestabilidad, la fragilidad y la vulnerabilidad
Establecimiento de un marco común para coordinar el aumento de la resiliencia
El Programa de Resiliencia Rural del FIDA consolida y orienta numerosas fuentes de financiación hacia los productores en pequeña escala, prestando especial atención a que reciban el apoyo necesario para labrar un futuro más resiliente y próspero.
Impulso de la estructura financiera del FIDA
Aprobación del Marco para las operaciones del FIDA sin garantía soberana con el sector privado
Primera inversión en una entidad del sector privado
Profundización de las asociaciones con el sector privado
Se aprobó el Marco para las operaciones del FIDA sin garantía soberana con el sector privado, que sentó las bases para que el FIDA invirtiera por primera vez en una entidad del sector privado, concretamente, un monto de USD 9 millones en el Fondo de Inversión para Agroempresas (Fondo ABC).
Concesión de una calificación crediticia al FIDA
Calificación crediticia de AA+ concedida por Fitch Ratings y Standard & Poor’s
Marco Integrado para la Obtención de Préstamos
Aumento del acceso a la financiación de manera sostenible y mejora de la gestión de la liquidez
Objetivo: Catalizar los conocimientos especializados en materia de inversión privada y diversificar la base de recursos
El FIDA se convierte en el primer fondo de las Naciones Unidas en recibir una calificación crediticia
Tanto Fitch Ratings como Standard & Poor's han otorgado una calificación crediticia de AA+ al FIDA. Esto permitirá que el Fondo refuerce y diversifique sus recursos.
Dónde trabaja el FIDA
De cara al futuro: es posible lograr un mundo sin pobreza ni hambre
En 2020 ha quedado aún más patente la importancia del mandato del FIDA para la estabilidad mundial, la resiliencia de los sistemas alimentarios y la erradicación de la pobreza y el hambre.
El FIDA seguirá haciendo lo que siempre ha hecho, esto es, trabajar con las poblaciones más pobres de las comunidades más remotas. Al mismo tiempo, el Fondo tiene la determinación de aumentar sus esfuerzos, llegar a más gente, perfeccionar las herramientas utilizadas a fin de garantizar que incluyan a los grupos y comunidades más vulnerables y alcanzar mejores resultados. Los logros obtenidos en todas esas esferas sentarán las bases para construir un mundo posterior a la COVID-19 en el que todas las personas del medio rural puedan vivir ajenas al hambre y la pobreza.
La innovación será fundamental para alcanzar esos objetivos. La complejidad y pluralidad de los retos que afrontan hoy en día las personas de las zonas rurales exigen nuevas y mejores soluciones.
A menudo, esto implica aprovechar las tecnologías más avanzadas para facilitar el aumento de la resiliencia de las poblaciones rurales. Esto abarca las innovaciones en la esfera de la energía sostenible, como ocurre en Rwanda, donde los participantes del Proyecto de Apoyo a los Agronegocios y las Actividades Poscosecha Resilientes al Cambio Climático están utilizando secadoras móviles alimentadas con energía solar para minimizar los efectos de los fenómenos meteorológicos impredecibles en los granos y las semillas, entre otros productos. Otra innovación que cada vez está más presente en toda la cartera del FIDA son los sistemas modernos de alerta temprana basados en la tecnología, como los empleados por los agricultores en pequeña escala en el delta del río Mekong en Viet Nam, donde el uso de teléfonos inteligentes y sensores permite detectar el nivel de salinidad de los campos de arrozales y avisar a los agricultores antes de que las cosechas se echen a perder.
Sabemos que, en los próximos años, el cambio climático pondrá a prueba la resiliencia de las poblaciones rurales, más aún de lo observado hasta la fecha. El Programa de Resiliencia Rural del FIDA canalizará los recursos, las innovaciones y las tecnologías hacia los agricultores en pequeña escala, entre otras poblaciones rurales, para que puedan adaptarse y prosperar ante las múltiples amenazas que afrontan, al igual que están haciendo los productores de arroz del delta del río Mekong con los que colabora el Fondo.
Si bien los desafíos afrontados han ido en aumento, también lo han hecho las soluciones, en particular las logradas gracias a la aceleración de la digitalización. Se ha observado que las tecnologías digitales están ayudando a los productores en pequeña escala a aumentar sus ventas en todo el mundo —incluso en el contexto de la pandemia— gracias al acceso a plataformas de comercialización en línea. En Egipto, por ejemplo, en diciembre de 2020 se puso en marcha una aplicación de comercialización electrónica, gracias a la cual se espera que entre 10 000 y 20 000 productores en pequeña escala puedan ponerse en contacto tanto con clientes directos como con mercados mayoristas.
Sin embargo, la innovación no solo está relacionada con la tecnología. También consiste en crear nuevos sistemas, mecanismos y modalidades de trabajo que generen oportunidades para las personas que históricamente se han visto marginadas. Estas personas pueden mejorar sus condiciones de vida y, al mismo tiempo, desempeñar un papel protagonista en la consecución de los objetivos comunes. A través de las redes de jóvenes, el Fondo está probando nuevas formas de dar un altavoz a los jóvenes en lo que respecta al diseño y la ejecución de los proyectos que patrocina. Asimismo, está ampliando el diálogo con los grupos de pueblos indígenas y aprovechando los buenos resultados logrados en la esfera del empoderamiento de las mujeres, a través de actividades como la concesión de una donación mundial dirigida a promover los derechos de las mujeres rurales sobre la tierra. También se han puesto en marcha iniciativas para probar una serie de enfoques destinados a garantizar que las personas con discapacidad se beneficien de las actividades de inversión del Fondo.
Igualmente, el FIDA está adoptando las medidas necesarias para ampliar la escala de las inversiones y llegar a más personas del medio rural.
Gracias a la renovación de su estructura financiera y la creación del Programa de Participación del Sector Privado en la Financiación, el Fondo podrá aprovechar los nuevos recursos para impulsar los medios de vida de las poblaciones rurales y permitir que estas se beneficien de los conocimientos especializados y las innovaciones de los asociados del sector privado. Se han adoptado medidas importantes para mantener una postura financiera prudente y gestionar los riesgos. En general, se está desarrollando la capacidad del Fondo para ampliar su alcance en las zonas rurales de todo el mundo.
Toda esa labor es parte integral de los esfuerzos del FIDA para contribuir a la transformación de los sistemas alimentarios a nivel mundial y hacerlos más sostenibles, equitativos y justos.
El Fondo es el organismo de referencia de las Naciones Unidas para la cuarta vía de acción (Promover los medios de vida equitativos y la distribución del valor) de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, lo que le brinda la oportunidad de poner de relieve a nivel mundial la importancia del trabajo de las poblaciones rurales, y de sus medios de vida, a la hora de establecer los sistemas alimentarios necesarios para poner fin al hambre, alcanzar los ODS y aumentar la resiliencia mundial. El Fondo se complace en participar activamente en ese proceso, consciente de que las personas de las zonas rurales deben ocupar un papel central en la consecución de los objetivos de la cumbre de cara al futuro. Los desafíos afrontados en 2020, así como los esfuerzos desplegados para superarlos, han puesto de manifiesto que crear un mundo mejor y más resiliente no solo es posible, sino indispensable, y esto implica facilitar que las poblaciones rurales de todo el mundo puedan prosperar.