A la hora de medir la seguridad hídrica, las vivencias importan

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A la hora de medir la seguridad hídrica, las vivencias importan

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
©IFAD/FAO/WFP/Michael Tewelde

Todos los seres vivos del planeta dependen del agua para sobrevivir. Aun así, muchas personas tienen problemas para acceder a este valioso recurso. 

En muchas zonas rurales al rededor el mundo, la demanda de agua es notablemente superior a la oferta —una situación que se conoce como estrés hídrico—. El cambio climático, el crecimiento demográfico y la gestión insostenible de los recursos están exacerbando el problema. 

Tradicionalmente, el acceso al agua salubre siempre se ha evaluado en función de la disponibilidad y el correcto funcionamiento de la infraestructura necesaria. No obstante, para responder de manera eficaz al estrés hídrico, no basta con analizar si se dispone de los debidos grifos y tuberías, sino también si esa infraestructura satisface las necesidades de las personas que dependen de ella. 

Medición de la seguridad hídrica impulsada por la comunidad y pertinente a las políticas 

El FIDA cuenta con una larga trayectoria como altavoz de las personas del medio rural, a las que involucra en el diseño y el despliegue de los proyectos que ejecuta. En vista de que cada vez más organizaciones están comenzando a usar este enfoque impulsado por la comunidad, tal vez sea hora de tener en cuenta las vivencias de las distintas poblaciones a la hora de evaluar el éxito de las medidas ejecutadas.  

Aquí entra en juego la escala de experiencia de inseguridad hídrica. En apenas tres minutos, esta herramienta de acceso abierto cuantifica los problemas relacionados con el agua que experimentan las personas a través de preguntas sobre la accesibilidad del agua (¿puede obtenerse?), el uso del esta (¿es suficiente para satisfacer las necesidades del hogar?) y su estabilidad (¿es fiable?). 

Se recogen las respuestas a 12 preguntas con el objetivo de generar una calificación que pueda compararse entre distintas poblaciones y, con el paso del tiempo, evaluar la mejora de la seguridad hídrica. 

Los datos recabados por la escala de experiencia de inseguridad hídrica complementan los hallazgos de los indicadores tradicionales sobre el agua, como el tiempo medio hasta la fuente de agua, con el objetivo de aportar información holística que sirva a las organizaciones para determinar las causas de los problemas locales relacionados con el agua, las personas más afectadas y las posibles esferas de intervención.  

No obstante, a pesar de que esta escala ofrece información más pormenorizada sobre la inseguridad hídrica, en la actualidad se encuentra infrautilizada. 

Un enfoque de eficacia demostrada 

La combinación de los indicadores tradicionales sobre el agua con los datos vivenciales permite que las organizaciones como el FIDA puedan responder de manera más acertada a los desafíos en materia de desarrollo. Por ejemplo, la inseguridad alimentaria solía cuantificarse empleando únicamente indicadores relacionados con la oferta, como las calorías per cápita, que pasaban por alto las desigualdades en el acceso a los alimentos. 

Más tarde, a comienzos de la década de 1990, las organizaciones empezaron a reconocer la importancia de las vivencias. Por ejemplo, la escala de experiencia de inseguridad alimentaria de la FAO, que mide las vivencias personales en lo que respecta al acceso a una alimentación variada, y al disfrute de la misma, se utiliza hoy en día como indicador habitual y permite hacer un seguimiento de los avances hacia la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, a saber, el hambre cero.  

En la actualidad, este tipo de herramientas vivenciales sobre inseguridad alimentaria se utilizan con asiduidad junto con las escalas tradicionales sobre malnutrición a fin de reflejar fielmente los desafíos en materia de nutrición y facilitar que las organizaciones redoblen sus esfuerzos para erradicar el hambre.  

Chanda, de Zambia, recoge agua en un pozo entubado alimentado con energía solar que ha cambiado la vida de los miembros de su comunidad.
 ©IFAD/Enoch Kavindele Jr

Debe hacerse más 

En estrecha colaboración con las poblaciones rurales, los asociados y los gobiernos, el FIDA invierte en infraestructuras y tecnologías hídricas para que los pequeños productores puedan cultivar alimentos a pesar de la creciente escasez de agua ocasionada por el cambio climático. 

Para garantizar que sus proyectos mejoren la vida de las personas de las zonas rurales, el FIDA hace un seguimiento periódico de su eficacia en términos de desarrollo en el ámbito de los indicadores básicos, como la disponibilidad y el acceso al agua. Si esos datos se complementaran con las observaciones directas de los participantes en los proyectos, sería posible reforzar la presentación de información y comprender mejor si los servicios hídricos satisfacen las necesidades de los beneficiarios para los que se diseñaron. 

La escala de experiencia de inseguridad hídrica sirve como altavoz para las comunidades rurales, que formulan observaciones sobre la accesibilidad y adecuación de este recurso esencial y muestran las repercusiones de diversa índole de la inseguridad hídrica —que abarcan desde las cuestiones de género hasta la salud y la energía—.  

Esperamos que más organizaciones comiencen a usar este enfoque holístico para cuantificar la inseguridad hídrica y, de ese modo, satisfacer mejor las necesidades de las personas a las que prestamos servicio. 

Joshua Miller es doctorando en el Departamento de Nutrición de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Audrey Nepveu de Villemarceau es Especialista Técnica Principal a Nivel Mundial del FIDA en Agua e Infraestructura Rural.