Hambre cero: ¿Vamos por buen camino para alcanzar este objetivo para 2030?

IFAD Asset Request Portlet

Publicador de contenidos

Hambre cero: ¿Vamos por buen camino para alcanzar este objetivo para 2030?

Un informe de las Naciones Unidas indica que el mundo sigue en crisis

Tiempo estimado de lectura: 3 minutos
©IFAD/Roger Anis

En 2022, una de cada nueve personas (o, lo que es lo mismo, 783 millones de personas) sufría hambre en todo el mundo.

Además, casi una de cada tres (esto es, 2 400 millones de personas) en todo el planeta carecía de acceso constante a los alimentos.

Los datos y estadísticas del informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023 (SOFI 2023) revelan que el mundo sigue en crisis.

Si bien el fenómeno del hambre no ha variado en este último año, el número de personas que la padece sigue siendo muy superior en comparación con los niveles registrados antes de la pandemia de COVID-19. Este aumento se concentra en las regiones más vulnerables, y en África una de cada cinco personas padece hambre.

Los propios datos del FIDA confirman que las personas del medio rural y los grupos vulnerables, como las mujeres, se ven más afectados por la inseguridad alimentaria y que incluso aquellos que tienen acceso a los alimentos puede que no lo tengan a los que aportan nutrientes.

¿Cuáles son las causas del hambre en la actualidad?

Pese a los notables progresos que se han alcanzado en los ámbitos de la conectividad y la tecnología agrícola, ¿qué es lo que perpetúa el hambre? El aumento de los precios de los alimentos y la energía, los conflictos, los fenómenos meteorológicos y las desigualdades subyacentes inciden en gran medida en los niveles de hambre.

Antes de que concluya 2050, siete de cada 10 personas vivirán en ciudades. La creciente urbanización supone que el acceso a los alimentos saludables se convierta en un reto tanto para los habitantes de las ciudades como para los del medio rural. No obstante, el número de personas aquejadas de hambre es más elevado en las zonas rurales que en las ciudades y núcleos urbanos.

La población rural no solo depende su propia producción, sino que compra una proporción considerable de los alimentos que consume. Esta circunstancia representa un desafío, pues tanto los hogares rurales como los urbanos consumen alimentos ultraprocesados y poco saludables.

¿Cómo podemos lograr un verdadero cambio?

Con miras a alcanzar las metas mundiales encaminadas a erradicar el hambre, debe abordarse la seguridad alimentaria desde las zonas rurales interiores hasta los centros urbanos.

Una manera de llevarlo a cabo es crear vínculos entre los pequeños productores y los mercados para que más personas tengan acceso a una alimentación saludable. Por ejemplo, en Filipinas un proyecto respaldado por el FIDA facilitó el acceso de las comunidades Indígenas de las zonas rurales a los mercados gracias al desarrollo de infraestructura rural, en particular carreteras.

El FIDA presta apoyo a los pequeños productores a fin de dotarlos de las competencias y el equipo necesarios para procesar y preservar los alimentos y lograr conservar sus propiedades hasta que llegan a los mercados. Trabajamos con las productoras desde el Brasil hasta el Senegal para que puedan ofrecer los productos locales más selectos al mundo. Colaboramos con las organizaciones de agricultores con el objetivo de promover la adopción de medidas colectivas y la obtención de economías de escala.

La infraestructura resiliente al clima y el aumento de la conectividad resultan fundamentales para que la población rural, periurbana y urbana acceda a los mercados nacionales, regionales e internacionales. En Bangladesh, las carreteras y los mercados se construyen en terreno elevado para mitigar el riesgo de inundaciones y garantizar que los productores y los comerciantes puedan llegar a los mercados para vender y comprar.

Apoyo mutuo

El informe SOFI 2023 reitera lo que ya sabemos: la contribución de los pequeños productores a la lucha contra el hambre en todo el mundo es fundamental.

A menos de siete años para que finalice el plazo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y teniendo en cuenta que los fenómenos climáticos extremos suponen cada vez una amenaza mayor para los sistemas alimentarios, debemos fortalecer la resistencia climática de estos sistemas e invertir en los pequeños productores para que puedan seguir alimentándose ellos mismos, a los centros urbanos cercanos y a otras zonas.