Prosperidad en Türkiye: conozca a las mujeres que logran salir de la pobreza

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Prosperidad en Türkiye: conozca a las mujeres que logran salir de la pobreza

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
© OGM

Con demasiada frecuencia, la degradación ambiental y la pobreza van de la mano. Al tener pocas alternativas, o directamente ninguna, las comunidades rurales pobres suelen hacer un uso excesivo de los recursos para sustentar a sus familias. En consecuencia, más de 1 300 millones de personas dependen de tierras agrícolas degradadas y disponen de pocas opciones para acceder a otras fuentes de ingresos, lo que las hace más vulnerables a los efectos negativos de la degradación ambiental y el cambio climático.  

Dado que la pobreza afecta de manera desproporcionada a las mujeres, hemos de lograr importantes cambios si queremos ponerle fin en todas sus formas para 2030, empezando por empoderar a las mujeres del medio rural.  

Pese a ser las que más contribuyen al sector agrario y las economías rurales, hacen frente a muchos retos más que los hombres. Su acceso a los recursos y servicios, como la tierra, la financiación, la capacitación, los insumos y el equipo es más limitado y, además, asumen la sobrecarga que suponen las tareas domésticas y las relacionadas con la prestación de cuidados. 

Por este motivo, el Proyecto de Restauración de la Cuenca del Río Murat (MRWRP) en Türkiye se centra en ellas. 

Desde cocinas modernas hasta invernaderos de última generación, el proyecto suministró herramientas agrícolas, equipos que permiten ahorrar energía y capacitación a 24 000 mujeres para que salgan de la pobreza y prosperen. 

Casa caliente, corazón sonriente  

Las cocinas modernas consumen menos leña, por lo que las mujeres tienen que ir menos veces al bosque. © OGM

En algunas zonas del este de Türkiye, las temperaturas invernales pueden caer por debajo de –20° C, por lo que en los espacios cerrados la calefacción es fundamental. Sin embargo, algunas cocinas de leña, además de ser más lentas, contribuyen a la deforestación.  

Para reducir la carga de trabajo y la degradación de la tierra, el Proyecto de Restauración de la Cuenca del Río Murat puso aislamiento en más de 6 400 hogares e instaló paneles solares y cocinas más eficientes, también desde el punto de vista energético.  

Antes de que en su casa hubiera un sistema de aislamiento, Dilan Oğur solía quemar entre tres y cuatro toneladas de leña al año. “Ahora utilizo la mitad”, dice. El proyecto está ayudando a ahorrar unas 22 000 toneladas de madera anuales. 

Además, la nueva cocina es más segura de usar y permite que Dilan ahorre en calefacción, pues los paneles solares calientan el agua, lo que implica hacer menos viajes para recoger leña y le deja más tiempo para dedicarse a otras actividades.  

Ahora los inviernos de Dilan son más cálidos y el bosque está menos expuesto a la deforestación. 

El poder de los invernaderos 

Los invernaderos permiten que los agricultores tengan más control sobre los cultivos. En las tierras altas, donde la altitud y el clima frío repercuten en la productividad, estas estructuras posibilitan que los pequeños agricultores produzcan y cosechen hortalizas de manera sostenible durante todo el año y aumenten sus ingresos.  

Para las mujeres, que a menudo asumen obligaciones tanto en el campo como en el hogar, contar con un invernadero cerca de casa que funcione bien implica invertir menos tiempo en viajes y les deja espacio para dedicarse a otras actividades.  

Besile Bucin, junto con su familia, fue una de los 200 agricultores de la zona que recibieron un invernadero de última generación dotado de un sistema de riego por goteo, además de capacitación para aprender a utilizarlo. Hoy su preciado invernadero es un mosaico multicolor de tomates, pimientos, berenjenas y pepinos.  

“Antes las hortalizas que producíamos solo bastaban para consumo propio”, explica. Ahora el invernadero le permite aumentar su producción, de la cual vende buena parte en el mercado por unos 1 400 dólares de los Estados Unidos al año, un complemento a los ingresos de su marido de gran ayuda.  

El invernadero ha cambiado la vida a Besile, hasta tal punto que ha estado pensando en instalar otro y ampliar su negocio.  

Fresas espectaculares

Estas mujeres se ganan la vida produciendo y vendiendo mermelada de fresa. © OGM

Cuando Salihe Çelik perdió a su marido, tuvo que criar a sus cinco hijos y ocuparse del hogar sola.  

El hecho de que su explotación agrícola estuviese en una zona remota dificultaba su acceso al mercado y no le resultaba nada fácil sacar a sus hijos adelante. “No ganábamos dinero con lo que producíamos y no podíamos conseguir beneficios”, recuerda. 

Entonces Salihe y su comunidad supieron de un plan prometedor aunque poco convencional: la producción de fresas, una práctica desconocida en las tierras altas. Hubo 50 agricultores que decidieron dar el salto y embarcarse en la producción de fresas, y entre ellos estaba Salihe.  

“Al principio, fui escéptica”, dice, pues nunca antes había visto un huerto de fresas en su aldea natal. Luego el equipo del Proyecto de Restauración de la Cuenca del Río Murat habilitó el huerto y Salihe recibió capacitación y apoyo técnico. Sus ingresos anuales aumentaron en 600 dólares.  

Al igual que ella, ahora otras mujeres de la comunidad obtienen ingresos vendiendo mermelada de fresa y están consiguiendo salir de la pobreza con mucho trabajo y empeño.  

De cara al futuro, el Gobierno de Türkiye planea aprovechar estos logros y poner en marcha una segunda fase del proyecto centrada en las cuestiones de género y la adaptación al clima.