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Los sistemas alimentarios indígenas poseen una gran riqueza de conocimientos para el bienestar y la salud, en beneficio de las comunidades y la preservación de toda la riqueza de la biodiversidad al proporcionar una amplia variedad de alimentos nutritivos.

Representantes de grupos de pueblos indígenas de unos 57 países se reunirán con los Gobiernos y organizaciones dedicadas al desarrollo para examinar formas de superar los desafíos y aprovechar las oportunidades.

En el episodio de este mes, nos centraremos en los jóvenes y los pueblos indígenas como agentes del cambio en el mundo en desarrollo.

El 2020 ha sido un año convulso. La pandemia de la COVID-19 nos ha afectado a todos y cada uno de nosotros y se ha sumado a los demás desafíos que afronta la población rural de todo el mundo.

Nuestros actuales sistemas alimentarios no son sostenibles. El hambre lleva varios años aumentando, afectaba a unos 811 millones de personas en todo el mundo en 2020, y la pandemia de la COVID-19 podría aumentar pronto esa cifra en 132 millones de personas más.

Para la población rural, especialmente la de bajos ingresos, la tierra y los medios de vida son una misma cosa.

A medida que la pandemia de COVID-19 se expande, muchas personas en todo el mundo, incluidos los pequeños agricultores, están aprendiendo a hacer frente a sus diversos efectos.

Desde grupos de acción climática hasta instituciones políticas, los jóvenes están asumiendo roles de liderazgo y aportando nuevas perspectivas, demostrando que no solo son el futuro, sino también el presente.

La pandemia de COVID-19 ha obligado a muchas personas a replanteárselo todo: sus prioridades, su trabajo, incluso su papel en la sociedad.