El contexto

El Paraguay es un país sin litoral en la región central de América del Sur. Pese a su importante crecimiento económico durante el pasado decenio, el país acusa elevados niveles de desigualdad. Los sectores de la agricultura y la ganadería representan un 17 % del producto interno bruto.

La pobreza ha disminuido en las zonas urbanas, pero no en las rurales. En 2010, 1,3 millones de paraguayos (un 50 % de la población rural) vivían en la pobreza, y de ellos, un 60 % en la pobreza extrema.

La pobreza rural tiene particular incidencia en las mujeres y en las poblaciones indígenas. La inestabilidad de los precios, los salarios inadecuados, la baja productividad, el uso limitado de la tecnología, el deterioro de la fertilidad del suelo, la falta de acceso a servicios de financiación, la debilidad y el aislamiento de las organizaciones rurales, el acceso limitado a los bienes y los servicios públicos y las dificultades en el acceso a la tierra son las principales causas de la pobreza entre los agricultores familiares.

El acceso inadecuado a los bienes y servicios públicos y el deterioro que produce en las granjas familiares la migración de los hombres a las zonas urbanas deja en una situación particularmente desfavorecida a las mujeres, quienes en muchos casos no tienen ingresos o no ganan lo suficiente para cubrir las necesidades básicas.

Las poblaciones indígenas son otro grupo marginado. La mayoría de las comunidades indígenas padecen inseguridad alimentaria, y apenas el 55 % ha logrado que se reconozcan sus derechos sobre la tierra. Alrededor del 98 % de los hogares indígenas carece de agua potable sana, un 90 % no tiene electricidad y la tasa de mortalidad infantil es extremadamente alta.

La situación medioambiental del Paraguay, que presenta elevadas tasas de deforestación y degradación del suelo, es grave. De no mejorar la sostenibilidad de las prácticas agrícolas, se prevé una disminución en el rendimiento de los principales cultivos del país.

La estrategia

En Paraguay, los préstamos del FIDA buscan empoderar a los pequeños agricultores y a las familias indígenas estableciendo organizaciones rurales y fortaleciéndolas en materia de gobernanza, administración organizacional y capacidad de servicio a fin de que brinden a sus integrantes las herramientas que necesitan para gestionar su propio desarrollo.

La capacitación y la financiación permiten a los integrantes de las organizaciones rurales hacer un mayor uso de la tecnología en diversos ámbitos de la producción agrícola:

• técnicas de uso adecuado de los insumos
• prácticas de conservación del suelo
• sistemas de riego eficientes
• uso de recursos genéticos apropiados

También se hace especial hincapié en la inclusión financiera. A través de su labor en el Paraguay, el FIDA apoya a las instituciones que permiten a los pequeños agricultores acceder a servicios de financiación rural, incluidos ahorros, préstamos y seguros.

Un aspecto importante de nuestro enfoque en el Paraguay es la atención cada vez mayor que prestamos a las comunidades indígenas.

Al mismo tiempo, todos los programas respaldados por el Fondo incluyen un componente medioambiental que garantiza la resiliencia al cambio climático. Las medidas incluyen el establecimiento de sistemas de información climática y de alerta rápida.

Las principales actividades incluyen potenciar la capacidad de los pequeños agricultores y de las comunidades indígenas para establecer empresas rurales y sostenibles y rentables que puedan acceder a los mercados locales y nacionales, y en ocasiones, a los internacionales.

Programa sobre Oportunidades Estratégicas Nacionales basado en los resultados (COSOP):
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