Eritrea
El contexto
Pese a la reciente mejora del crecimiento económico gracias al sector minero, Eritrea sigue siendo uno de los países menos desarrollados del mundo. La economía aún no se ha recuperado por completo de los efectos de 30 años de guerra, que han dado lugar a elevadas tasas de desempleo, escasas oportunidades de generación de ingresos y altos niveles de pobreza. Eritrea y Etiopía firmaron un acuerdo de paz el 9 de julio de 2018, que ha puesto fin a un largo conflicto. Además, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas levantó las sanciones en noviembre de 2018, ampliando el espacio para la cooperación internacional. El dividendo de la paz ofrece a Eritrea nuevas oportunidades para reasignar los recursos públicos, crear oportunidades para los jóvenes y los soldados desmovilizados, y actualizar sus estrategias de desarrollo.
El país depende en gran medida de la agricultura de secano, lo que lo hace vulnerable a la inseguridad alimentaria y nutricional. Las sequías periódicas han empeorado la situación.
La agricultura, que es el principal sostén de la economía, representa el 24 % del producto interno bruto (PIB) y genera casi la totalidad del empleo rural. El sector minero (cobre, oro, mineral de hierro, níquel, sílice, azufre, mármol, granito y potasa) está adquiriendo cada vez más importancia y está atrayendo a numerosos inversores privados. A medio plazo, hay buenas perspectivas para mejorar el comercio con los países de Oriente Medio y Asia, acelerar el crecimiento del sector alimentario y desarrollar el sector turístico.
El 26 % del territorio de Eritrea es apto para la labranza, pero apenas el 4 % se cultiva efectivamente. La agricultura, el pastoreo y la pesca son la base de los medios de vida de más del 75 % de los eritreos, y también representan entre el 20 % y el 30 % de las exportaciones de productos básicos.
Alrededor del 65 % de la población rural de Eritrea vive en condiciones de pobreza, y el 37 % está expuesto a altos niveles de inseguridad alimentaria. En los años de precipitación abundante, solo el 60 % de la población goza de seguridad alimentaria, y esa cifra desciende al 25 % cuando escasean las precipitaciones.
Existen perspectivas de desarrollo en el ámbito de la gestión de los pastizales, el riego en pequeña escala para los cultivos de mayor valor y la cría de ganado, los servicios veterinarios, la agricultura de conservación y la pesca.
Los principales obstáculos al desarrollo agrícola son la irregularidad de las precipitaciones, la prevalencia de sistemas agrícolas de secano ineficientes, el limitado acceso a insumos modernos y la utilización insuficiente de estos, la falta de competencias técnicas, la escasa capacidad institucional y la reducida fertilidad del suelo.
Para superar estos obstáculos será necesario adoptar tecnologías probadas y asequibles, producir y distribuir semillas mejoradas, ampliar y mejorar el riego, aplicar métodos innovadores de gestión del suelo y el agua y promover la gestión sostenible de los recursos naturales.
La estrategia
En Eritrea, las frecuentes sequías y perturbaciones climáticas han convertido la gestión de los recursos naturales en una prioridad.
Los préstamos del FIDA se utilizan para reforzar la resiliencia de la población rural y de los ecosistemas de los que dependen para subsistir. Las actividades se centran en las zonas en las que la pobreza rural es más acusada y la infraestructura social y económica ha resultado gravemente dañada por los conflictos.
Los programas y proyectos del FIDA integran la adaptación al cambio climático y la conservación resiliente al clima con miras a mejorar la producción agrícola y ganadera y, con ello, la nutrición. La estrategia del Fondo está concebida para ayudar a las comunidades rurales a pasar de un proceso de reconstrucción y rehabilitación a un desarrollo estructurado.
Entre las principales actividades, cabe señalar las siguientes:
- aumentar la producción, elaboración y comercialización de cultivos de mayor valor;
- reforzar las competencias y aumentar la concienciación de las mujeres y los jóvenes en torno a la pesca y la elaboración y comercialización de productos pesqueros;
- aumentar la producción pesquera y los ingresos de los pescadores artesanales, los elaboradores y los comerciantes de pescado;
- brindar apoyo a la gestión de los pastizales, las actividades de cultivo y cría de animales, los servicios veterinarios y la agricultura de conservación, y
- utilizar tecnologías y servicios climáticamente inteligentes para aumentar la productividad, rentabilidad y sostenibilidad de los sistemas agrícolas y pesqueros en pequeña escala..
Datos del país
- La agricultura, el pastoreo y la pesca son el pilar de los medios de vida de más del 75 % de la población y representan entre el 20 % y el 30 % de las exportaciones de productos básicos.
- Cerca del 80 % de la población pobre vive en zonas rurales y obtiene sus ingresos de la agricultura.