De la ciudad al campo: jóvenes graduados en busca de una vida mejor en las zonas rurales

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De la ciudad al campo: jóvenes graduados en busca de una vida mejor en las zonas rurales 

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
© IFAD/António Penelas

El descenso de la tasa de desempleo a escala mundial no ha beneficiado a toda la población. El desempleo sigue siendo mucho más elevado entre la gente joven que entre los adultos, pues 73 millones de jóvenes en todo el mundo experimentan dificultades a la hora de encontrar trabajo y ganarse la vida.  

En las ciudades, muchas personas con estudios universitarios están desempleadas o no ganan lo suficiente para vivir en entornos urbanos. Por ello, algunos jóvenes están abandonando las ciudades y desplazándose a las zonas rurales, donde están aprendiendo a hacer de la agricultura su medio de vida.  

Cultivar en invernaderos 

Pese a su título universitario en Derecho, la recién graduada Tamar Rurua no ganaba lo suficiente para llegar a fin de mes en Senaki, una ciudad en la zona occidental de Georgia.  

Ella y su marido decidieron abandonar Senaki en busca de estabilidad en la cercana localidad de Lebaghature. Allí pudieron llevar una vida más tranquila rodeados de un terreno de una hectárea y avellanos, pero hasta que no fue madre, Tamar no hizo de la agricultura una actividad generadora de ingresos para su joven familia de cuatro miembros.  

En 2023, solicitó la concesión de una donación para gente joven en el marco del Proyecto de Modernización del Sector Lácteo y Acceso a los Mercados. Con el dinero, Tamar compró un invernadero para cultivar tomates y cebada y utilizó el resto del terreno para cultivar maíz y avellanas.  

Gracias al invernadero, puede cultivar durante todo el año y reducir los riesgos de producción al mínimo, lo que le permite obtener unos ingresos estables a los que no tenía acceso en Senaki. Trabajar en la explotación agrícola familiar también le permite pasar más tiempo con sus hijos y, al mismo tiempo, llevar adelante una actividad comercial y transmitir sus conocimientos y competencias a la comunidad local. 

Jeni Gergaia saca adelante a su familia cultivando y vendiendo plantas aromáticas. Photo credit: Levan Gergaia

 

No muy lejos de la explotación de Tamar vive Jeni Gergaia, quien después de graduarse en la ciudad de Zugdidi no tardó en percatarse de que residir en la localidad de Lebaghature era más rentable que trabajar en una gran ciudad. 

Gracias a la donación que recibió, Jeni, movida por su pasión por las plantas aromáticas, instaló su propio invernadero y aprendió a cultivar hierbas como la lavanda, el romero, el timo y el jazmín de forma autodidacta y a comercializarlas a través de Internet.  

La venta de plantas aromáticas le ha permitido aumentar sus ingresos y así mantener a su familia y ahorrar para su próximo plan de negocios: abrir un albergue en el que cocinará platos típicos que ofrecerá a los visitantes. 

Regresar a casa con un plan  

Tang Wenwen prepara un guiso local de cangrejos de río para los visitantes. Photo credit: Mingqun Wen

 

Tang Wenwen obtuvo su título universitario en una de las mejores universidades de China y posee una maestría en sistemas integrados. Como la mayoría de sus compañeros, lo esperable era que encontrara trabajo en el ámbito de la ingeniería informática. Sin embargo, Wenwen tenía otros planes.  

Tomando como fuente de inspiración la rica tradición agrícola de diversas regiones de China, decidió abandonar las atestadas calles de Beijing y volver al campo. En 2015 regresó a Guang’an, su ciudad natal, ubicada en la provincia de Sichuan.  

“Para mí, la informática era una herramienta, no una carrera profesional, y quería utilizarla para promover el cambio social”, dice Wenwen.  

Con el apoyo de dos amigos, Wenwen contribuyó a impulsar el sector de la agricultura en su comunidad a través deChuShan Agricultural Valley, una cooperativa agrícola establecida con el fin de mejorar este sector utilizando herramientas modernas para estimular la economía local.  

Los miembros de la cooperativa enseguida se dieron cuenta de que para llevar adelante el plan necesitaban inversiones. Con la donación que recibieron en el marco del Programa Innovador de Reducción de la Pobreza Rural: Desarrollo de Agronegocios Especializados en Sichuan y Ningxia (IPRAD), Wenwen y su equipo brindaron oportunidades laborales a los pequeños productores dedicados al cultivo de frutas y hortalizas y a la cría de pollos y peces. 

Wenwen utilizó sus conocimientos de programación informática para establecer un supermercado digital que permitiera la conexión directa con los consumidores. Además de vender productos, la cooperativa también atrajo turistas a la zona y dio a conocer a los visitantes los beneficios de cosechar y de la cocina local, como el guiso de cangrejos de río.  

“La agricultura tiene que adaptarse a la era de la inteligencia artificial y los macrodatos”, sostiene Wenwen. “Las personas que saben de informática puede que no entiendan de desarrollo agrícola y viceversa”.  

Por suerte, Wenwen conoce en profundidad los dos ámbitos y utiliza sus conocimientos para ayudar a los pequeños productores locales a prosperar y progresar.  

Los jóvenes empleados toman las riendas 

En el Camerún, el FIDA trabaja para brindar oportunidades ecológicas a la gente joven donde antes no las había.  

Tras obtener su diploma universitario, Lionel Patrick Ateba dedicó mucho tiempo a buscar empleo. “Muchas empresas no contrataban a recién graduados”, dice Lionel.  

Ante el desempleo, optó por la agricultura y apostó por Family Green Corp, una agroempresa que produce biofertilizantes y carbón ecológico como alternativa climáticamente inteligente a los fertilizantes químicos y los combustibles fósiles.  

Gracias a la energía y el compromiso de jóvenes empleados como Lionel, la empresa está prosperando. Todos ganamos: se facilita el acceso de los consumidores a alimentos producidos con fertilizantes inocuos y se da empleo a la gente joven.  

Dado que cada vez más jóvenes se interesan por la agricultura, el FIDA ayuda a crear oportunidades de empleo a través de proyectos y donaciones para que esas personas puedan seguir vinculadas a la vida rural, ganarse la vida y participar en el cultivo y la venta de alimentos nutritivos y sostenibles.