Un nuevo día: preguntas y respuestas con beneficiarios del FIDA

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Un nuevo día: preguntas y respuestas con beneficiarios del FIDA

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Los veranos en Túnez son extenuantes. Al igual que gran parte de la región, este país de África del Norte se enfrenta al incremento de las temperaturas y la aridez, la disminución de las lluvias y el aumento del nivel del mar. Un círculo vicioso de condiciones meteorológicas extremas. 

En las zonas rurales del país es donde más se están sintiendo los efectos del cambio climático. Desde la ciudad de Médenine (al sur) hasta Siliana (al norte), los residentes cuentan que apenas llueve una vez al año. Una cantidad que dista mucho de ser suficiente para que los cultivos prosperen o los pequeños productores lleguen a fin de mes.

La nueva película del FIDA, titulada Un nuevo día, narra la historia de los habitantes de las zonas rurales de Túnez y da cuenta de la resiliencia que están demostrando a la hora de adaptarse a los cambios meteorológicos. La banda sonora de la película —Feeling Good, de Nina Simone— nos recuerda que el mundo no debe desistir ante la adversidad.

Dos de los entrevistados participan en el Proyecto de Desarrollo Agropastoral y de las Cadenas de Valor Conexas en la Gobernación de Médenine : Sassia Kharchoufi (SK) y Youssef Selmi (YS). Desde Beni Khedache, ciudad situada en el sudeste de Túnez, charlamos con ellos sobre sus problemas cotidianos, así como sobre sus esperanzas y sueños para el futuro.

P: ¿Cómo es su día a día?

SK: Mi vida ha cambiado muchísimo de unos años a esta parte. Apenas ganaba 310 dinares tunecinos (100 dólares de los Estados Unidos) al mes con la venta de ovejas. A día de hoy, mi negocio de confección me tiene ocupadísima. Superviso los cuatro telares y la máquina de coser que conseguí gracias al proyecto, y dedico gran parte de mi tiempo a enseñar a cuatro mujeres jóvenes a tejer alfombras y pañuelos, entre otros artículos. Espero que, algún día, ellas también puedan ser económicamente independientes, como yo. Sigo participando en ferias en las que exhibo mis productos; es algo que me llena de felicidad. Sin embargo, lo que me hace más feliz es pasar tiempo con mi marido y mis cuatro hijos.

YS: Mi día comienza bastante temprano, a las 5.00 de la mañana. Como todo, tiene sus momentos difíciles, pero me mueve el deseo de mantener a mi mujer y a mis cinco hijos para que puedan vivir felices, sin que les falte nada. Primero, doy de comer a mi rebaño de ovejas y cabras y, después, salgo a buscar trabajo como jornalero para complementar mis ingresos. Normalmente, esto consiste en trabajar en granjas de mayor tamaño haciendo labores manuales, como cargar heno o hacer trabajos de construcción. Cuando regreso a casa tras mi jornada laboral, vuelvo a cuidar del ganado. Por lo general, mis días no terminan antes de las 17.00 horas. Después, me encanta pasar tiempo con mi familia.

Youssef Selmi, participante en el PRODEFIL (Túnez).

 

P: ¿Cuáles son los principales problemas que afrontas para ganararse la vida?   

SK: A pesar de los buenos resultados que he logrado, aún sigo enfrentándome a numerosos desafíos. Para que mi negocio prospere, es importante ir a las ferias. Sin embargo, esto no siempre resulta fácil porque, en mi zona, a veces no hay medios de transporte disponibles.

Además, en ocasiones la responsabilidad familiar supone una presión añadida. Para las mujeres no es fácil equilibrar la vida laboral y la familiar.

Sin embargo, el mayor reto de todos radica en la mentalidad de nuestra sociedad. No ha sido fácil conseguir que las personas acepten que las mujeres rurales tenemos derecho a trabajar, pero no voy a rendirme. Mi determinación, así como la ayuda financiera que he recibido, me están ayudando en mi camino hacia el éxito.

Sassia Kharchoufi, participante en el PRODEFIL (Túnez).

YS: Una cuestión que me preocupa cada vez más es la disponibilidad y el precio del pienso para mi ganado. En efecto, mi dependencia es cada vez mayor porque, a medida que el clima se va volviendo más caluroso y seco por culpa del cambio climático, el ganado pasa más tiempo en los rediles, en lugar de salir a pastar. Esta situación no solo implica que tenga que comprar pienso, sino que también aumenta los gastos de mantenimiento del ganado.

Estoy empezando a sentir las consecuencias económicas de la crisis climática, y no puedo asumir esos costos por mi cuenta. Me preocupa pensar que pronto no pueda tener mi propio ganado, pues mi familia perdería no solo una fuente de ingresos, sino también un importante suministro de alimentos. Hago lo que puedo para evitar esa situación, pero necesito ayuda. Los pequeños productores que estamos en primera línea del cambio climático necesitamos que el mundo nos ayude.

P: ¿Cuáles son sus anhelos para el futuro?

SK: Me enorgullece haber dado trabajo a 33 mujeres jóvenes. Me sentiré tremendamente feliz si puedo ayudar a más niñas a aprender nuevas labores y enseñarles a valerse por sí mismas. De cara al futuro, me gustaría empezar a exportar mis productos fuera de Túnez y construir un negocio boyante que pueda traspasar a mi hija.

YS: A pesar de que, ahora mismo, la situación es muy difícil, aún tengo esperanzas de que las cosas mejoren. Algún día, me gustaría montar un negocio de engorde de ganado, para ganar más dinero y poder ofrecer una vida mejor a mi familia.

Al igual que Sassia y Youssef, las personas de las zonas rurales de todo el mundo afrontan un sinfín de desafíos. El FIDA sabe que los pequeños productores contribuyen de manera fundamental a la lucha colectiva para lograr un planeta más saludable. Por ese motivo, seguimos invirtiendo en ellos; algo que todo el mundo debería hacer.