Las mujeres son los mayores contribuyentes en la agricultura y economía rural, pero enfrentan numerosos desafíos que los hombres no enfrentan. Tienen menos acceso a recursos y servicios, que incluyen tierras, finanzas, capacitación, insumos y equipos. Además del trabajo agrícola que realizan, están sobrecargadas con tareas domésticas y tareas de cuidado a la familia.
A pesar de ser miembros productivos de sus familias, organizaciones y comunidades, las mujeres rurales no siempre pueden alzar la voz y contribuir a las decisiones sobre asuntos del hogar y la comunidad, dinero o negocios, incluso, cómo se gastan sus propios ingresos.
A lo largo de sus vidas, las mujeres rurales enfrentan barreras para la movilidad y la participación política. Esto empieza a una temprana edad; desde niñas tienen menos probabilidades que los niños de recibir educación y el apoyo que necesitan.
Muchas leyes escritas aún discriminan en función al género, y las tradiciones y las normas patriarcales continúan perpetuando la desigualdad de género. Como resultado, los derechos de las mujeres, el movimiento, la autonomía y el acceso a oportunidades y recursos están restringidos.
En las comunidades que dependen en gran medida de la agricultura para su alimentación e ingresos, la desigualdad de género se traduce en una gran brecha entre los sexos en la productividad agrícola, por la cual los países pagan un alto precio. En Uganda, por ejemplo, el costo de la brecha de género en el sector agrícola del país se estima es de USD 67 millones por año.
Construyendo una economía más inclusiva
Promover la igualdad de género es un elemento clave del trabajo del FIDA para reducir la pobreza rural y mejorar la seguridad alimentaria. Las mujeres representan casi la mitad de todos los participantes de los proyectos que apoyamos. Cuando las mujeres se fortalecen, las familias, las comunidades y los países se benefician.
El FIDA ha estado a la vanguardia de la igualdad de género en las comunidades rurales, centrándose en resultados drásticos y duraderos. Nuestros programas y proyectos son inclusivos y están orientados a resultados. Ayudan a las mujeres de las zonas rurales a cultivar más alimentos, a conectarse con los mercados, a aumentar sus ingresos y a convertirse en personas más alfabetizadas y con mayor capacidad financiera.
El empoderamiento de las mujeres no puede lograrse sin cambios en los hogares, involucrando a todos sus miembros, jóvenes y adultos, mujeres y hombres.
El FIDA, en colaboración con sus asociados, es uno de los principales organismos pioneros en el enfoque innovador del uso de las Metodologías de los Hogares (HHM). Este enfoque busca cambiar el patrón persistente de desigualdad de género, particularmente entre las familias y comunidades agrícolas.
Las metodologías basadas en los hogares HHM desplazan el foco de atención del nivel individual al nivel familiar, y de las cosas (como los activos, los recursos y la infraestructura) a las personas, centrándose en sus aspiraciones y sus objetivos. Los HHM cambian el enfoque del individuo al nivel del hogar, y desde las cosas como los activos, los recursos y la infraestructura, a las personas, a quienes quieren ser y a que quieren hacer.
Los participantes aprenden sobre los vínculos entre la pobreza y la desigualdad de género en el hogar, mientras desarrollan una visión compartida para el desarrollo de la familia.
Los resultados han sido transformacionales. La mejora de la situación de la mujer ha conducido a una mayor productividad agrícola y a una distribución del trabajo más justa. Han habido otros resultados de desarrollo que cambian el juego, como la mejora en la nutrición infantil, ya que las mujeres son más propensas que los hombres a gastar sus ingresos en alimentos y educación.
Las mujeres empoderadas pueden participar más plenamente en sus comunidades y fomentar políticas locales inclusivas que impulsan aún más el desarrollo rural.