Cuando la resiliencia no es suficiente

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Cuando la resiliencia no es suficiente

Sin más inversiones, las poblaciones rurales se encuentran a medio camino entre la supervivencia y el perecimiento

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

La línea entre sobrevivir y perecer a menudo es demasiado fina.

Cuando hablamos de resiliencia, pienso en Madame Libératrice, una participante del Mecanismo de Estímulo del FIDA para la Población Rural Pobre en la República Democrática del Congo. Después de haberse recuperado de los reveses de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y haber sobrevivido a la mortífera erupción del cercano volcán Nyiragongo en 2020, logró ahorrar y comprar ganado para no depender únicamente de los ingresos que obtenía del cultivo de la papa.

Madame Libératrice, una participante del Mecanismo de Estímulo del FIDA para la Población Rural Pobre en la República Democrática del Congo. © FIDA/Proyecto de Apoyo al Sector Agrícola en la Provincia de Kivu del Norte

Es lo que se conoce como “resiliencia”: la capacidad de resistir ante las dificultades o recuperarse de ellas.

Ella trabajó incansablemente, ahorró lo suficiente para renovar su vivienda y enviar a su hija mayor a la universidad. Madame Libératrice tenías muchas esperanzas en el futuro.

Luego, en 2022, una violenta incursión de rebeldes armados en su aldea le hizo perder todo. Actualmente, vive en un campamento para personas desplazadas. Cuando finalmente termine el conflicto, no le quedará nada.

Necesitamos resiliencia a escala mundial...

Su historia es una de las tantas que muestran la fragilidad de las ganancias rurales en un mundo incierto. Las catástrofes, incluidos los fenómenos meteorológicos extremos como las inundaciones provocadas por el cambio climático, pueden trastocar inmediatamente la vida de las personas y revertir decenios de progreso y desarrollo.

La resiliencia individual no basta, como muestran, por ejemplo, los efectos en cadena que ocasiona la guerra de Ucrania a escala mundial. Para llegar a ser verdaderamente resilientes, las poblaciones rurales también necesitan que su comunidad, su país y su planeta sean resilientes.

Este es el motivo por el que el FIDA establece asociaciones con comunidades, gobiernos y el sector privado con vistas a reforzar la resiliencia en numerosos ámbitos, y se apoya en una colaboración intensa y duradera para evitar o resistir las catástrofes que puedan venir.

...y necesitamos inversiones para garantizar que la resiliencia sea generalizada

La resiliencia generalizada es más que un sueño. Desde sus inicios, el FIDA ha tenido como misión de respaldar a millones de personas del medio rural de más de 90 países y de invertir en ellas.

Nuestra experiencia pone de manifiesto que estas inversiones pueden resistir incluso las crisis más intensas y prolongadas.

Por ejemplo, en 2010, la población siria del medio rural tuvo la oportunidad de comprar participaciones en fondos comunales dirigidos por comités locales. El FIDA se sumó posteriormente a estos fondos, que luego se distribuyeron entre los miembros en forma de préstamos. Poco después de establecer el proyecto, estalló la guerra y el FIDA tuvo que suspender las operaciones en Siria en 2015.

A pesar del cierre del proyecto y del conflicto, estos fondos comunales siguen siendo plenamente funcionales y concediendo préstamos, que ayudan a más de 15 000 sirios a proteger sus medios de vida y resistir las catástrofes.

Ilisapesi Pani (a la izquierda) y Meleane Mahe (a la derecha) en un vivero comunitario en Tonga. © FIDA/Todd M. Henry

Cuando el ciclón Gita ‘Eua azotó Tonga en 2018, muchos cultivos quedaron destruidos. El FIDA dotó a las personas del medio rural, como Ilisapesi Pani y Meleane Mahe, de todo lo necesario para crear huertos de hortalizas en sus jardines domésticos. Estos huertos permitieron a las familias tener acceso a productos frescos cuando la crisis volvió en 2020 y las restricciones impuestas a raíz de la COVID-19 dejaron este estado insular remoto aún más aislado.

En el Pakistán, un proyecto apoyado por el FIDA prestó asesoramiento personalizado a los agricultores durante la pandemia a través de sus teléfonos móviles en lugar de los trabajadores de extensión agrícola. Así que cuando las devastadoras inundaciones asolaron en país en verano de 2022, se utilizó la misma tecnología para mantener informados a los agricultores, de forma que pudieron recolectar el algodón temprano, proteger al ganado y mejorar su resiliencia frente a este catastrófico desastre climático. 

Las catastróficas inundaciones en el Pakistán en agosto de 2002 turbaron la vida de millones de personas. © Abdul Majeed Goraya/Red regional integrada de información (IRIN)

Estos son solo algunos de los incontables ejemplos de que nuestra colaboración a largo plazo crea algo más que mera resiliencia individual, ya que permite apoyar y nutrir a las personas, las comunidades y los países, incluso en medio de una crisis.

Para la población rural, que se enfrenta a dificultades inimaginables, es fundamental que el compromiso sea a largo plazo. Por este motivo, el FIDA hace un llamamiento que no se puede ignorar: es hora de empezar un nuevo día. Ahora es el momento de invertir en nuestro futuro y fomentar la resiliencia que verdaderamente importa.