En Mozambique, impulsar la financiación del sector privado repercute directamente en las comunidades rurales

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En Mozambique, impulsar la financiación del sector privado repercute directamente en las comunidades rurales

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
© Futuro

El acceso a la financiación puede cambiar la vida de la población rural. Desde el crédito necesario para llevar adelante sus negocios hasta los seguros para mitigar riesgos y perturbaciones, los servicios financieros son esenciales para que los pequeños agricultores impulsen un desarrollo rural sostenible. 

Sin embargo, en un entorno mundial cada vez más frágil, estos servicios están en peligro.  

Cada vez son más los emprendedores rurales que carecen de los recursos necesarios para hacer realidad sus aspiraciones. Al mismo tiempo, las organizaciones del sector privado que pretenden solucionar este problema, como los bancos y las instituciones de microfinanciación, enfrentan crecientes dificultades para acceder a la financiación en el mercado debido al elevado riesgo asociado a las operaciones en el medio rural. 

La exclusión financiera es especialmente grave en Mozambique, ya que afecta a casi la mitad de su población, que se concentra sobre todo en las zonas rurales. Las mujeres se ven afectadas de forma desproporcionada, habida cuenta de que su dependencia de pequeños negocios para sustentarse es mayor que en el caso de los hombres. 

Subsanar el déficit de financiación catalizando inversiones del sector privado en las comunidades rurales puede marcar la diferencia. 

Los servicios financieros traen prosperidad 

A pesar de sus grandes ambiciones, la falta de estudios de Alima Teófilo, de 56 años, le impidió encontrar trabajo en Nampula, una de las principales provincias agrícolas de Mozambique. La pequeña pastelería que abrió para salir adelante apenas le alcanzaba para mantener a sus ocho hijos. 

No obstante, las perspectivas que albergaba Alima crecieron considerablemente cuando recibió crédito y formación financiera gracias a Futuro, una institución de microfinanciación con fines sociales que cuenta con el apoyo del FIDA. Gracias a los conocimientos que adquirió, Alima pudo pedir un préstamo de 20 000 meticales (unos 313 dólares de los Estados Unidos) y compró un terreno en el que estableció una machamba (explotación agrícola en pequeña escala).  

Hoy, Alima puede presumir de ser propietaria de un próspero negocio rural. Su pequeña explotación da empleo a tres trabajadores de la comunidad y gana lo suficiente para que todos sus hijos reciban la educación a la que ella nunca tuvo acceso.  

“Cuando hago negocios, algo gano”, dice sin ambages. “Mis hijos estudian, construí una casa y compré un congelador y una televisión”. 

El acceso a la financiación le ha cambiado la vida a Alima y su familia en Mozambique. © Futuro

Subsanar el déficit de inversión 

Historias como la de Alima demuestran que el acceso a la financiación puede tener un efecto transformador en la población rural. Por este motivo, el Programa de Participación del Sector Privado en la Financiación (PSFP), un mecanismo de financiación del FIDA, apoya a proveedores de servicios financieros del sector privado como Futuro, que tienen la misión social de atender a los que a menudo quedan rezagados.  

En lugar de competir con las instituciones del sector privado existentes, el PSFP impulsa a las que trabajan eficazmente pero tienen dificultades para acceder a la financiación.  

Para lograr el máximo impacto en la población rural, este programa, a diferencia de la mayoría de las instituciones financieras, realiza inversiones menos cuantiosas y de mayor riesgo. Este planteamiento es posible gracias a la experiencia del FIDA en zonas rurales remotas, a nuestra sólida red de asociados y a nuestra capacidad de reducir los riesgos prestando asistencia técnica. 

Hasta la fecha, nueve pequeñas y medianas empresas agrícolas e instituciones financieras de tres continentes han accedido a financiación a través del PSFP, lo que les ha permitido prestar servicios a unos 3,3 millones de personas.  

Los resultados de su labor ya son visibles. En Nigeria, la empresa Babban Gona ha beneficiado a más de 150 000 pequeños productores que practican una agricultura sostenible. En Madagascar, la empresa SOAFIARY ha prestado apoyo a más de 1 000 agricultores, de los que alrededor de un tercio son mujeres.  

Impulsar el cambio 

En Mozambique, el FIDA concedió un préstamo de 2 millones de dólares a Futuro a través del PFSP. Esta iniciativa ha permitido catalizar inversiones hacia empresas rurales como la de Alima y ampliar los servicios financieros a un total previsto de 21 000 personas del medio rural y pequeñas empresas, la mayoría de ellas mujeres o propiedad de mujeres. 

Los emprendedores rurales que reciben fondos también pueden acceder a formación financiera y empresarial y, como el préstamo permite a Futuro seguir ampliando sus plataformas digitales, no es necesario que se desplacen hasta sus oficinas en la ciudad de Nampula. 

Para Alima y otras personas como ella, los beneficios ya son tangibles: una explotación agrícola, una casa, una televisión... y ocho niños con un futuro mejor por delante gracias a la educación.