IFAD Asset Request Portlet

Publicador de contenidos

Elegir entre la prosperidad y el planeta. Afortunadamente, no son conceptos mutuamente excluyentes 

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
© IFAD/Panos Pictures/Xavier Cervera

Cuatro de cada cinco personas en situación de pobreza extrema de todo el mundo viven en zonas rurales. Además, como más de 3 800 millones de personas dependen de los sistemas agroalimentarios para obtener sus ingresos, si las cadenas de valor son fuertes, las poblaciones rurales pueden prosperar. 

Sin embargo, ocurre muy a menudo que el desarrollo de las cadenas de valor puede perjudicar al planeta debido a la emisión de carbono y la degradación de los ambientes. Por ejemplo, un agricultor en pequeña escala puede utilizar una cantidad excesiva de fertilizantes químicos para aumentar rápidamente el rendimiento de los cultivos, sin tener en cuenta los daños que ello pueda ocasionar al agua y el suelo, y poder enviar a sus hijos a la escuela. 

Sin embargo, a la larga, esto perjudica a las comunidades rurales. Esta es la razón por la que, para lograr que las zonas rurales sean realmente prósperas, debemos construir cadenas de valor que no solo sean fuertes, sino también sostenibles para que protejan el planeta. 

Los agricultores nos muestran el camino 

Durante nuestra permanencia en el FIDA, hemos escuchado innumerables historias inspiradoras de agricultores en pequeña escala que luchan por conservar los ecosistemas de los que dependen para su sustento y que, al mismo tiempo, construyen cadenas de valor fuertes.  

Como Néstor Ruiz, que se esfuerza por recuperar las tierras de la Amazonia boliviana que habían sido degradadas por años de actividad ganadera. Él sabe que, para poder vivir de la agroforestería de forma sostenible, debe ayudar a que el suelo se recupere. Actualmente, los castaños del Brasil que cultiva están prosperando. 

“Requiere mucha fe en el futuro a largo plazo y mucho trabajo, pero merece la pena”, dice Néstor. “[Estamos] haciendo posible que los bosques se mantengan vivos para que las generaciones futuras puedan disfrutarlos y beneficiarse de ellos”. 

Otro ejemplo es el de Francis Njoroge, que dirige un próspero vivero de árboles con el objetivo de ayudar a conservar la cuenca alta del río Tana, en Kenya, lo que permite garantizar el abastecimiento de agua potable sana para millones de personas en Nairobi. 

Francis está orgulloso de contribuir a la misión de Kenya de alcanzar un porcentaje de cubierta forestal del 10 %. © IFAD/Translieu/Samuel Nyaberi

 

Un buen acuerdo paras las personas y el planeta 

Mediante la conservación de los ecosistemas, las personas de las zonas rurales prestan servicios esenciales, no solo para el planeta, sino también para sus comunidades locales. El FIDA suscribe acuerdos de servicios ecosistémicos para compensarlas por su labor vital. 

Por ejemplo, en colaboración con el proyecto MERESE, apoyado por el FIDA, las comunidades agrícolas indígenas de los Andes peruanos han recuperado 15 000 hectáreas de tierras degradadas, lo que ha permitido conservar los ríos locales para las miles de personas que viven en los tramos bajos. No solo se les compensa por proteger las fuentes de agua, sino que además producen más leche y obtienen mayores ingresos gracias al reverdecimiento de los pastos. 

Otras organizaciones están estudiando modelos parecidos, como el Programa de gestión de la conservación, gracias al cual las comunidades protegen sus recursos naturales a cambio de unos beneficios acordados, por ejemplo, mejoras en sus cadenas de valor.  

En Camboya, los agricultores en pequeña escala protegen a una especie de pez dragón en peligro de extinción y a cambio reciben búfalos asiáticos, que utilizan para labrar la tierra y revitalizar los arrozales que habían quedado muy compactados por años de conflicto. 

Entretanto, en Sudáfrica, algunos ganaderos recibieron vacunas para sus animales y se les facilitó el acceso a los mercados para su carne a cambio de practicar el pastoreo de rotación para proteger los delicados pastizales. La iniciativa tuvo tanto éxito, que el personal del proyecto ROLL, financiado por el FIDA, visitó el proyecto para aplicar las lecciones aprendidas en el país vecino, Lesotho

 

En el FIDA, tratamos de concienciar sobre la agricultura sostenible y diseñamos cuidadosamente proyectos que consideren la conservación como un elemento central del desarrollo de las cadenas de valor, trabajando junto con los agricultores en pequeña escala que están demostrando que no es necesario escoger entre el planeta y los beneficios. 

Las poblaciones rurales son muy conscientes de que el bienestar de las generaciones futuras depende de un entorno saludable. Nuestro trabajo es respaldarlos.