Historias

Sumaka Japhet es un joven empresario agrícola que se dedica al cultivo de semillas de arroz. Nos habíamos enterado de su éxito y su fama de millonario en la localidad, y durante una de nuestras visitas sobre el terreno viajamos por un camino largo y accidentado para conocerlo.

Las aldeas de Naihe y Zhaowa, situadas en la región autónoma china de Ningxia Hui, sufren de escasez de recursos naturales y su ubicación remota dificulta el acceso de los agricultores a los mercados.

Cuando la COVID-19 llegó a las zonas rurales del Pakistán, la vida cotidiana se paralizó. 

La historia de Ranjana Chaudhary se parece a las historias de muchos miles, o incluso millones, de jóvenes en Nepal. Su familia, que se dedicaba a una actividad predominantemente agrícola y nunca había estado en situación desahogada, se vio sumida en la pobreza a causa de una emergencia sanitaria, lo cual la obligó a abandonar la escuela. Dadas sus pocas posibilidades, consiguió empleo en un salón de belleza, pero, al no tener experiencia, tuvo que ofrecerse como voluntaria. Sin embargo, Ranjana consideró que era una oportunidad de aprender. 

Como resultado de la pandemia COVID-19, ya se ha perdido el equivalente a 400 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en todo el mundo, y las proyecciones recientes sugieren que, en consecuencia, otros 71 millones a 100 millones de personas podrían verse empujadas a la pobreza extrema.

La pandemia de COVID-19 ha obligado a muchas personas a replanteárselo todo: sus prioridades, su trabajo, incluso su papel en la sociedad.

A pesar de todo el caos que traen, las crisis también tienen una forma de dar lugar a oportunidades sorprendentes. Una forma de hacerlo es instando a la gente a desarrollar nuevas herramientas para ayudarles a hacer frente a los desastres. 

Al principio, cuando Nguyen Thi Bich decidió probar su suerte con la cría de pollos en tierras altas, no sabía qué esperar.