Todos salimos ganando con las comidas escolares

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Todos salimos ganando con las comidas escolares

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
© IFAD/Didor Sadulloev

Casi un tercio de la población mundial padeció inseguridad alimentaria en 2022. Los niños, que necesitan una cantidad suficiente de alimentos nutritivos y variados para desarrollarse de forma saludable, son los más afectados.  

Al mismo tiempo, los agricultores en pequeña escala sufren particularmente la pobreza y suelen tener dificultades para encontrar compradores fiables para su producción. 

La alimentación escolar con productos del lugar puede ser una solución. Por un lado, al ofrecer comidas escolares frescas y bien equilibradas, los niños pueden obtener el aporte nutricional adecuado para su edad y aprender a tomar decisiones alimentarias saludables, por otro lado, asegura la venta de la producción a los agricultores en pequeña escala. 

Consagrado en la ley 

En Guatemala, una ley de 2017 establece que los niños han de recibir comidas nutritivas en la escuela © IFAD/Juan I. Cortés

 

Cuando Guatemala adoptó la ley sobre nutrición escolar en 2017, el país se enfrentaba a tasas altas de malnutrición. Esta ley asegura que los niños reciban comidas escolares nutritivas y que la mitad de los productos con las que se preparan se compre a los agricultores locales.  

El FIDA, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) están trabajando para que más de 12 000 niños de 60 escuelas reciban comidas saludables y hacer realidad esta visión. Incluso cuando las escuelas cerraron debido a la pandemia de la COVID-19, los padres de los niños más pobres recogían los alimentos frescos para prepararlos en casa. 

Aún queda mucho por hacer, pero el programa de comidas escolares abre las puertas a la posibilidad de que la malnutrición termine por ser un recuerdo lejano, y no solo en Guatemala. Por ejemplo, el FIDA está ayudando a Cuba, Kenya y el Senegal a integrar a los agricultores en pequeña escala en los programas de alimentación escolar

Competencias ecológicas  

Mahmadkarim Rakhimov, jardinero en una escuela, cultiva productos frescos en un invernadero. © IFAD/Didor Sadulloev

 

La escuela de Vakhsh, una aldea situada al suroeste de Tayikistán, es una de las 28 escuelas que producen alimentos frescos gracias al programa de apoyo a la alimentación escolar financiado por el FIDA, que beneficia a más de 10 000 niños en edad escolar entre 7 y 10 años. 

Tiempo atrás, las cocinas de la escuela se encontraban en tan mal estado que el cocinero tenía que preparar las comidas en un horno a leña situado en el exterior. El proyecto permitió sustituir las cocinas de leña de la escuela por hornos eléctricos, adquirir mesas y bancos para que los niños coman, renovar las cocinas e instalar un invernadero, mantenido por el jardinero Mahmadkarim Rakhimov, que se encarga de cultivar hortalizas como pimientos, pepinos y tomates.  

Al mismo tiempo, los agricultores en pequeña escala, conocidos como dehkan, recibieron invernaderos y equipos de riego a cambio de dar a la escuela el 40 % de los alimentos producidos. El resto lo venden en los mercados locales. 

Los alumnos reciben deliciosos alimentos frescos todo el año, lo que los ayuda a crecer mejor y a aprender sobre nutrición. “Enseñamos a los niños a cultivar hortalizas en el invernadero”, dice Rakhimov. “Es una habilidad básica que pueden aplicar en su casa”. 

La importancia de las comunidades 

Están surgiendo modelos parecidos en todo el mundo, muchos de ellos con el apoyo del FIDA.  

En Odisha, al este de la India, los padres trabajadores dejan a sus hijos en guarderías comunitarias respaldadas por el Programa de Empoderamiento y Mejora de los Medios de Vida de los Grupos Tribales Particularmente Vulnerables en Odisha (OPELIP) con la confianza de que los pequeños jugarán, aprenderán y recibirán alimentos nutritivos cultivados en huertos domésticos. 

De esta forma se logra que los niños se alimenten mejor y que la asistencia escolar aumente, ya que los hermanos mayores de estos niños ya no han de quedarse en casa a cuidar de ellos. 

En los frondosos bosques del Camerún, las comunidades Bakiola y Bagyeli se preocupan por que los niños en edad escolar se alimenten bien mientras aprenden. Gracias al Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas, financiado por el FIDA, estas comunidades han establecido una plantación de 10 hectáreas para cultivar alimentos para los niños de la escuela local, una iniciativa que ha sido premiada.  

Ofrecer comidas nutritivas en las escuelas garantiza que incluso los más niños pobres sienten las bases de una vida saludable. Los agricultores en pequeña escala pueden ofrecer alimentos producidos localmente a los niños que lo necesitan al mismo tiempo que reciben un ingreso digno por ello. Todos salimos ganando.