La importancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: preguntas y respuestas 

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La importancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: preguntas y respuestas 

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
© IFAD/Chris McMorrow

En 2015, los países del mundo se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York con un objetivo común: construir un mundo nuevo, en el que no existieran la pobreza ni el hambre y nadie se quedara atrás. ¿Qué plazo fijaron como objetivo? Hasta 2030.  

Este mes se alcanza el ecuador de este histórico llamamiento a la acción. Con ocasión del nuevo encuentro entre los países para evaluar los progresos realizados, aclaramos algunas cuestiones ligadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).  

¿Qué son los ODS y por qué son importantes para las poblaciones rurales?  

Los ODS representan el desafío mundial de construir un futuro mejor y más justo para todas las personas a través de 17 objetivos.  

Alrededor de 3 400 millones de personas viven en las zonas rurales de los países en desarrollo. Sin embargo, a pesar de producir gran parte de los alimentos que se consumen tanto a nivel comunitario como mundial, cuatro de cada cinco pasan hambre y sufren inseguridad alimentaria, además de tener pocas perspectivas de prosperar.  

La consecución de los ODS permitiría cambiar la situación —así como las vidas de miles de millones de habitantes de las zonas rurales— para siempre.  

¿Cómo han sido los avances hasta la fecha?

Los países se están quedando rezagados en sus objetivos, también en lo que respecta a la igualdad de género y la acción por el clima. © FIDA/Roger Anis

 

Por desgracia, los avances dejan que desear. Quedan siete años para cumplir el plazo, y los progresos está siendo dispares.  

Aunque millones de personas han logrado salir de la pobreza por su propio pie, una serie de contratiempos —como la pandemia de COVID-19 o las perturbaciones climáticas— han frenado a millones más o han hecho que su situación penda de un hilo. De no actuar ahora, en 2030 más de 500 millones de personas —la mayoría de ellas en África Subsahariana— seguirán viviendo en situación de pobreza extrema.  

En lo que respecta a poner fin al hambre, si bien se produce suficiente comida para alimentar a todos los habitantes del planeta, una de cada diez personas sufre hambre crónica, y se espera que esta cifra siga creciendo. Las deficiencias de los sistemas alimentarios y el decreciente gasto público en el sector de la agricultura tienen parte de culpa, junto con los conflictos y el cambio climático.  

También vamos a la zaga en otros objetivos importantes.  

Para muchas mujeres, la igualdad de género sigue siendo una quimera. Al ritmo actual, llevará 286 años derogar todas las leyes que discriminan a las mujeres. Las mujeres del medio rural son especialmente vulnerables a las deficiencias en materia de protección jurídica: casi el 60 % de los países analizados cuentan con poca o ninguna protección de los derechos de la mujer sobre la tierra.  

Asimismo, nos estamos quedando atrás en lo que respecta a la acción climática y la conservación de la biodiversidad. Los efectos del cambio climático se están haciendo notar en todos los rincones del planeta, y las poblaciones rurales son las más perjudicadas. Los países desarrollados aún no han cumplido su promesa de movilizar 100 000 millones de dólares de los Estados Unidos al año en concepto de financiación para el clima,, al tiempo que los pequeños productores rurales apenas reciben el 1,7 % de los fondos disponibles.  

¿Cómo ayuda el FIDA a los países a alcanzar los ODS?  

Los proyectos del FIDA dotan a las personas del medio rural de las herramientas necesarias para salir de la pobreza por su propio pie y prosperar, incluso en períodos de adversidad. En Tonga, el Mecanismo de Estímulo Agrícola y Rural para las Islas del Pacífico ayudó a los productores locales a reconstruir sus comunidades y sistemas alimentarios después de que un tsunami colosal arrasara las zonas costeras en 2022.  

El FIDA reduce la desigualdad que sufren muchas personas de las zonas rurales —en especial las mujeres, los jóvenes, las personas con discapacidad y los Pueblos Indígenas— en términos de bienestar, oportunidades y prosperidad. Además, actúa como nexo entre las poblaciones rurales y la financiación, entre otras vías, a través de medios digitales, y las ayuda a invertir en su futuro y a aumentar su resiliencia frente a las perturbaciones.  

Para la supervivencia de nuestro planeta, es fundamental contar con sistemas alimentarios saludables. El FIDA trabaja por transformarlos, a fin de que todas las personas del mundo puedan acceder a una alimentación apropiada, variada y nutritiva, al tiempo que garantiza que las personas del medio rural reciban una compensación justa por su trabajo y vela por conservar la biodiversidad y los recursos naturales, en lugar de explotarlos de manera insostenible. En Kenya, Malí y Bhután, el FIDA ayuda a los agricultores a cultivar cereales autóctonos, como el mijo, que soportan bien el aumento de las temperaturas y son más nutritivos.  

A pesar de contribuir de manera fundamental a la economía rural, las mujeres suelen tener un acceso más limitado a los recursos y servicios. Por eso, los proyectos del FIDA respaldan la igualdad de género. En Burundi, se establecieron centros especiales de asistencia jurídica con el objetivo de empoderar a las mujeres para que pusieran a su nombre las tierras que trabajaban.  

El FIDA moviliza la financiación para el clima y aboga por destinarla a las poblaciones rurales. Para tal fin, se asocia con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y tiene la intención de canalizar 500 millones de dólares de los Estados Unidos con cargo a la ampliación del Programa de Adaptación para la Agricultura (ASAP+) para respaldar iniciativas de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos que beneficien a los pequeños productores.  

¿Es posible alcanzar los ODS a nivel mundial?  

Las personas del medio rural tienen la clave para lograr un desarrollo sostenible y adoptar medidas relacionadas con el clima. ©FAO/Guzal Fayzieva

 

Aún estamos a tiempo de alcanzar los ODS, pero solo podremos lograrlo si aunamos esfuerzos y renovamos nuestro compromiso de adoptar medidas transformadoras y políticas concretas y establecer responsabilidades claras.  

Los países ricos deben movilizar recursos para ayudar a los países en desarrollo a alcanzar los ODS. Se necesita un plan de estímulo valorado en 500 000 millones de dólares para ayudar a los países pobres a enfrentarse a los desafíos más apremiantes, como el sobreendeudamiento, el acceso a la financiación para el desarrollo y la financiación para imprevistos.  

Los bancos públicos de desarrollo deben reconocer que el desarrollo sostenible constituye la piedra angular del desarrollo económico, y orientar los recursos para dar respuesta a los principales desafíos de nuestro tiempo, a saber: la pobreza, la seguridad alimentaria y el cambio climático.  

Por encima de todo, el mundo debe satisfacer las necesidades urgentes de las poblaciones rurales de los países de ingreso bajo y mediano, y reconocer que estas personas tienen la clave para lograr un desarrollo sostenible y adoptar medidas relacionadas con el clima que sean beneficiosas para todos. Es fundamental invertir en estas personas ahora para poder recoger los frutos en el futuro.  

Hagamos valer los próximos siete años.